Todos los líos de Dembélé

Este es el resumen de las extravagancias de la vida del galo, antes y durante su etapa en el Barça

Retrasos, problemas con cocineros y conductores, oídos sordos a sus compañeros... un llanero solitario

Las imágenes que aún no has visto de la boda secreta de Dembélé. ¡Así dio el sí quiero!

Las imágenes que aún no has visto de la secreta boda de Dembélé. ¡Así dio el sí quiero! / Twitter

Xavi Torres

Xavi Torres

Lío Dembélé. ¿Sorpresa? Ninguna. Aunque muchos lo crean, el Barcelona no es capaz de obrar milagros. Su hecho diferencial reside en la mirada futbolística y el camino elegido para llegar al éxito. Ahí sí, ahí el Barça es diferente. Y en eso debería centrar sus esfuerzos para la resurrección deportiva, económica e institucional. Ahora bien, esperar que Dembélé se comporte de manera diferente a como lo hizo en el Rennes para fichar por el Borussia Dortmund o como salió de Alemania para llegar al Barcelona es de una inocencia insufrible. El caso Dembélé solo acumula culpables.

El comunicado

Dembélé, por fin, habló. O mejor, alguien emitió un comunicado en su nombre, por cierto, espectacular. En cuatro palabras, que el chico lo ha dado todo mientras el universo azulgrana va contradirección. Vaya por delante que el jugador y su representante, Moussa Sissoko, tienen todo el derecho de hacer valer su contrato hasta el 30 de junio de 2022. Y, dicho esto, también que el Barcelona debe defender sus intereses dentro de la ley. Le quedan diez días -de ahí su posicionamiento radical- para desbloquear el caso, sacar algo de dinero en un traspaso y, al mismo tiempo, aligerar su masa salarial para afrontar otras operaciones.

Dembélé, el señor de los líos

Dembélé, el señor de los líos / SPORT.es

¿Y si no puede porque el futbolista ya tiene firmado un contrato con un club que, además del salario, va a obsequiarlo con una jugosa prima de fichaje? Entonces el Barça va a tener que aguantarlo -en la grada- y pagarle hasta el último día. Así lo ha decidido el club a pesar de que hay quien piensa que en la situación actual del equipo quizás hubiera sido mejor usar al futbolista hasta el final de su contrato. Las últimas derrotas en la Supercopa y la Copa alimentan el debate.

Sus números en estos cuatro años y medio ruborizan: las 14 lesiones apenas le han permitido jugar el 31'7% de los minutos; se ha perdido 102 partidos y le han faltado 35 días para estar dos años de baja. Y mientras ha estado a disposición del entrenador, 129 partidos, 31 goles y 23 asistencias. Le contabilizamos también dos Ligas, dos Copas y una Supercopa de España. Para su currículum vitae; para el del Barcelona, un fiasco enorme.

Vida poco profesional

El señor Gerd Weissenberg podría escribir un libro. A él, sin embargo, nadie le escuchó porque no interesaba. En verano de 2017, cuando el Secretario Técnico del Barcelona, Robert Fernández, convenció a Josep Maria Bartomeu de fichar a Dembélé nadie habló con Mr. Weissenberg. Les hubiera explicado que su casa, la que le alquiló el futbolista en un estado maravilloso, daba asco cuando se mudó a Barcelona. Concretamente, considerables desperfectos y basura por todas partes. El caso acabó en el juzgado.

En el club, sin embargo, hizo gracia ver como el jugador se declaró en rebeldía. “Hay que valorar su compomiso azulgrana”, dijeron. Había sido declarado el mejor debutante de la Bundesliga y premiado con la segunda posición en el Golden Boy de 2017, tras Kylian Mbappé. Curioso. Ese mismo año el Barcelona pudo fichar a Mbappé pero a Robert Fernández le gustaba más Dembélé, a quien ya quiso traer el año anterior sin éxito porque el futbolista no se vio con fuerzas para luchar por una plaza en un equipo que contaba con Messi, Neymar y Suárez. Con el brasileño ya en París, Dembélé sí se atrevió a dar el paso. Sobre la negativa del Barça a Mbappé -absolutamente confirmada-, mejor no entrar. Y sobre por qué ni Robert ni Bartomeu se preocuparon de conocer a la persona que había detrás de aquel futbolista, también mejor dejarlo para otro día.

Ousmane Dembélé

Ousmane Dembélé / Google

En su lujosa y carísima casa de Pedralbes, en Barcelona, el jugador ha exhibido su peculiar manera de entender su profesión. Por ejemplo, en su nutrición, con una nevera llena de pizzas. Alertado, el club trató de poner remedio pero ninguno de los cocineros contratados logró poner orden. Tampoco los taxistas que lo fueron a buscar a casa mientras no podía conducir por culpa de sus lesiones. Tocaban el timbre pero muchos días la puerta no se abrió. El despertador se había estropeado... o la noche había sido larga con los dichosos videojuegos, partidas interminables con amigos, eso sí, fiel a su religión, sin alcohol.

Como consecuencia, récord mundial en multas por llegar tarde al vestuario. ¡Y eso que vivía a siete minutos en automóvil de la Ciudad Deportiva y algo menos, del Camp Nou! Por cierto, también récord en golpes y accidentes con los coches cedidos por la marca oficial del club.

La evolución del vestuario

Dembélé se casó esta Navidad y ningún compañero le acompañó en su ceremonia. De hecho, nadie sabía que tenía novia. Como no podía ser de otra manera, el fiestón en Marruecos acabó con el futbolista infectado de Covid causando baja para el partido de Liga en Mallorca. A pesar de todo, a nadie le extrañó la extravagancia de Ousmane. Solo era una más.

Tras su llegada al Camp Nou su comportamiento hizo sonreír a más de uno. Hacía gracia su inocencia despistada e infantil. “Jijijaja”, si llegaba tarde. “Jijijaja”, si iba a entrenar por la mañana cuando la sesión era por la tarde. En seguida, pena, por sus lesiones. Pero todo fue cediendo observando la frialdad con la que el jugador francés trataba la colectividad. Dicho de otra manera, no le importaba nada.

Un llanero solitario en toda regla, alguien que se ha hartado de pagar una multa tras otra sin rechistar a la autoridad porque no se ha dignado a leer el código interno del equipo. ¿Toca pagar? Pues se paga. ¿Por qué razón? ¡Da igual! Lenglet y Griezmann, compatriotas, también intentaron lo imposible, pero la precipitada salida de Antoine, de nuevo a Madrid, aisló todavía más a su compañero. De su inoportunidad hablaron públicamente Piqué y Suárez, entre otros, pero nada cambió en su comportamiento individualista: se retiró el Kun Agüero entre lágrimas y Dembélé no acompañó al resto del grupo en tan sentida despedida.

Dembélé ya forzó su salida del Rennes y del Dortmund

Dembélé ya forzó su salida del Rennes y del Dortmund / SPORT.es

En cuanto al balón, por ejemplo, a Messi le sedujeron sus enormes posibilidades pero en cuatro días, dimitió. La irresponsabilidad de su fútbol le desesperaba. Tanto balón perdido, tantas decisiones equivocadas, tanto regate cuando tocaba chut y tanto chut cuando tocaba pase. El vestuario está convencido de que Dembélé hace jugadas pero no sabe jugar a fútbol. Xavi Hernández, como antes Valverde, Setién o Koeman, han intentado corregirle. Nada. Duele ver tanto talento enviado a la papelera.

Josep Maria Bartomeu también lo intentó todo para reconducir la situación pero, lamentablemente para el Barcelona, fracasó. Ni siquiera lo logró Eric Abidal, compatriota suyo nombrado DT del Barcelona en verano de 2018. Criticado por su jefe, el delantero se mostró impasible: “me da igual que me critiquen por como vivo mi vida. Si no es por esto, me criticarán por otra cosa”, cuentan que le dijo una vez. Mientras tanto su agente, Moussa Sissoko, apenas se acercaba a Barcelona. Cuentan desde el club que él solo aparecía para negociar, no para orientar a su representado. La paciencia se ha terminado con Joan Laporta en la presidencia. Su mensaje es contundente.

Su 'casi salida' al Manchester United

Dembélé jamás madrugó voluntariamente para empezar las sesiones de entrenamiento con los ejercicios de prevención de lesiones realizados o para cumplir programas individualizados de preparación física. Nadie pudo con él y seguramente por ahí empieza el calvario sufrido por su musculatura de velocista. Su entorno, sin embargo, culpa al club de su método. Catorce lesiones, más allá de lo comentado, superan lo imaginable. Un expediente X más vinculado al jugador.

En verano de 2020, tras el calamitoso 2-8 de Lisboa y con Dembélé cerrando una terrible temporada con apenas 9 partidos jugados -de 51-, solo cinco como titular, el Barcelona quiso poner punto y final a la etapa azulgrana de Dembélé. El entrenador del equipo, Ronald Koeman, dio el visto bueno a su salida y el club encontró destino: el Manchester United. Estaba todo cerrado: se trataba de una cesión con una opción de compra valorada en 80 millones de euros aceptada por el conjunto inglés... y rechazada por el representante de Dembélé. A Moussa Sissoko no le gustó el entramado de la operación. Es fácil de entender.

Moussa Sissoko ha hablado claro sobre Dembélé

Moussa Sissoko ha hablado claro sobre Dembélé / FCB

Cuando en 2017 el Barcelona pagó al Borussia de Dortmund los 105+40 millones de euros de traspaso el señor Sissoko apenas cobró un 5% de comisión. El Barcelona, que le dio un sueldo estratosférico de 12 millones de euros -¡solo tenía 20 años y dos temporadas como profesional, en Francia y Alemania!-, se negó a abonar ni un euro más de la ya sonrojante cifra comentada. Que nadie dude de que aquel sacrificio será compensado ampliamente en la operación que va a llevar a Ousmane a jugar en su cuarto club profesional con apenas 24 años de vida.

Adiós sin pena ni gloria

Ousmane Dembélé debutó con 18 años en el Rennes y al final de su primera temporada fue premiado con el galardón de mejor promesa del campeonato francés. A pesar del trato recibido por el club que lo había acogido siendo un niño, apareció el Borussia de Dortmund y se declaró en rebeldía hasta que 35 millones de euros se lo llevaron a Alemania.

Un año después, segundo capítulo: los cantos de sirena del Barça provocaron una huelga de piernas hasta que Bartomeu cedió y abonó los 105+40 millones ya comentados. Cinco años después, más de lo mismo. ¿De verdad alguien creía que aquel comportamiento vergonzoso era “compromiso azulgrana”? ¿De verdad se pensó que, por tratarse del Barça, todo iba a cambiar? Para Dembélé y su entorno, lo dicho, un día más en la oficina; para el Barça, el gran perjudicado de toda esta historia, una auténtica pesadilla.