Exclusiva SPORT

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Todibo, un adolescente atípico

Sergi Capdevila

Sergi Capdevila

Casi medio millón de personas pueblan la cuarta ciudad más grande de Francia. Toulouse es una preciosidad, una joya atravesada por el río Garona. Cruzando el puente de La Croix de Pierre se encuentra el Stade de Toulouse, con capacidad para 37.000 personas y, aunque es lo último que uno diría viendo su modernidad, construido en 1937, antes incluso de que estallara en el país galo la II Guerra Mundial. La ciudad deportiva de la entidad ‘viola’ se encuentra a tocar. Hasta seis campos anexos (dos de ellos de césped natural) cuidados minuciosamente donde se ejercitan desde el primer equipo (los coches de lujo aparcados justo al lado nos indican rápidamente que están entrenando) hasta la base. 

A pesar de tratarse de un club relativamente humilde y sin demasiada historia en Francia, se nota que el TFC mima a la cantera. La residencia para los futbolistas de las categorías inferiores está pegada a la ciudad deportiva. Allí reside desde hace dos años un hasta hace poco desconocido futbolista de 19 años llamado Jean-Clair Todibo. 

Nacido en la Guayana francesa, con tan solo cuatro años abandonó las aguas del Caribe para marcharse con su familia al extrarradio de París. Allí dio sus primeros puntapiés a un balón. En Les Lilas FC, su equipo de formación, guardan muy buen recuerdo de él. De hecho, y al contrario de la historia de la mayoría de futbolistas jóvenes que llegan a la élite, Jean-Clair estuvo hasta pasados los 16 años en este pequeño club. De ahí, ya siendo un adolescente, dio el primer gran salto de su vida, el Toulouse. 

SUS ORIGENES

Volviendo a lo de la Guayana francesa (de donde, por cierto, es el jugador del Barça de baloncesto Kevin Séraphin, que felicitó a su compatriota por su fichaje recientemente), aún ha podido regresar un par de veces Jean-Clair a sus orígenes. Ahí viven aún sus abuelos. Una vez aterrizó en la capital de la Alta-Garona, Todibo se instaló en la residencia de la entidad. Ahí ha pasado los últimos dos años. El club tiene convenio con varias escuelas de la zona y los chicos se reparten para ir a estudiar allí. 

A Jean-Clair se le ve muy buen fondo. Quizás aún no ha lamido los sabores de la fama, pero su educación y sus buenas formas dejan entrever que se trata de un buen chico. Un buen chico al que toda la dimensión que ha cogido su salto al Barça lo ha cogido un poco desprevenido, pero cuyos ojos destilan una ilusión tremenda. Él solo tiene ganas de jugar y de poder triunfar en el conjunto azulgrana. Seguro que sus abuelos, desde la costa caribeña, están muy orgullosos de su camino.