Así piensa uno de los dos candidatos a sustituir a Tito Vilanova

"Tata" Martino, un "Bielsista" para el banquillo del Barça

"Tata" Martino se confiesa "Bielsista" y explica como quiere que sean sus equipos

Josep Capdevila

En mayo de 2007, en la revista argentina "El Gráfico" se publicó una extensa entrevista con Gerardo "Tata" Martino. Hay que entender que han pasado siete años desde entonces, pero hay bastantes cosas que nos pueden ayudar a conocer mejor a uno de los dos candidatos a ocupar el banquillo del FC Barcelona.

Para empezar, ¿por qué eso del Tata? "No sé, es de pibe y lo llevé para todos lados. Hace casi 30 años que estoy en el ambiente y estoy seguro de que la mitad de la gente ni sabe cómo me llamo. A mi hijo le dicen Tatita".

¿Y cómo es el técnico argentino? ¿Es muy expresivo en el banquillo? "Por mi forma de ser, casi no grito los goles. Como jugador también era poco expresivo, muy aburrido, con poca inventiva para esas cosas. Siempre despotriqué contra los que saltan los carteles y se trepan al alambrado, yo lo hice una sola vez, cuando fuimos campeones en el 90. Si alguna vez se da que grito un gol, es espontáneo y convengamos que muchas de estas cosas hoy no son espontáneas. A la vista vos te das cuenta cuando la cosa es sentida y cuándo es actuada. Y hay mucho actuado, no me gusta..."

Martino no duda a la hora de reconocer "Bielsista". Algunos, dicen incluso que se parecen físicamente... "Sí, y hasta en la pelada (risas). El tema es que cuando te comparan con alguien que te gusta, está todo bien, no te vas a quejar. Quizás hasta terminás trabajando muchos años por eso: hay 19 equipos que quieren a Bielsa y como no lo pueden contratar, llaman al otro. La etiqueta me favorece, ¿para qué me voy a ocupar de desmentir todo?". ¿Y a quién prefiere, a Solari o a Bielsa? "Fueron dos tipos muy influyentes en mi carrera. Con el Indio crecimos a los golpes: nos tocó la Liguilla con Boca, Central campeón, nos hicimos hombres antes de tiempo. Y Marcelo es el mejor. Y trabajar con el mejor siempre es bueno, sobre todo si te agarra en una etapa de tu carrera en que empezaste la cuenta regresiva y ya estás mirando al futuro".

El futurible al banquillo del Barça explicaba en ese 2007 en "El Gráfico" porque le gustaba Bielsa: "Porque explica muy bien, porque tiene una gran capacidad para transformar en trabajo las cosas que él ve que suceden en los partidos, porque no aburre, porque siempre entusiasma, porque sus trabajos son novedosos y porque tiene una cabeza notable. Marcelo, además, te marca por una línea de conducta, que tiene que ver con la seriedad, la ética y la honestidad, valores que normalmente uno debería encontrar en cualquier persona pero que cada vez se hace más difícil de ver en este ambiente".  Y explica una anécdota sobre los métodos de trabajo de Bielsa. "Nos pedía que leyéramos los comentarios de tres diarios y de El Gráfico de los últimos partidos del rival de turno de Ñuls. Nos pedía que subrayáramos las características más salientes del rival. Era un elemento más que tenía en cuenta a la hora de preparar la estrategia y también le servía para involucrarnos con el partido".

Y de todo ello, de esa experiencia, Tata Martino, saca sus conclusiones para los equipos que entrena.  ¿Qué tienen? El deseo de jugar como sus equipos (risas)... Una postura de protagonismo, de no esperar, de agresividad para recuperar la pelota y hacerlo bien arriba. Que no haya lugar para la especulación. Si hay que defender, se defiende porque el rival te lleva, pero no producto de pensar un partido por la especulación.

El técnico explicaba también como son sus charlas técnicas."Duran unos 20 minutos, las doy en la concentración dos horas antes del partido y las baso en un recordatorio de lo que vimos en la semana y apunto a algún motivante".

¿Qué es lo más importante para conseguir trabajo como DT: tener representante, contactos, conocimiento o pantalla?, le preguntaba el periodista al técnico argentino. " Quiero creer que el conocimiento, aunque la realidad indica que las cuatro cosas corren por partes iguales. Yo no veo mal lo de la tele, hay gente que explica muy bien, lo que pasa es que las cosas deberían ser más claras. Que el tipo diga: por cinco años voy a estar en la tele y no voy a trabajar más como técnico. Ahora, eso de trabajar en la tele especulando con conseguir un puesto como entrenador, no lo veo bien". ¿Y un entrenador ha de saber de fútbol o de grupos?, le preguntaba también el periodista. "De las dos. Hay una primera parte que tiene que ver con contarle al jugador cuáles son tus ideas futbolísticas, que generalmente se hace en una pretemporada. Después, cuando notás que la idea está, armar un buen grupo es fundamental".

Pero hay cosas del trabajo de entrenador que no le gustaban a Martino y es el trabajo fuera del campo. "Demasiado para el gusto de un entrenador. Te sentás, llamás por teléfono, mirás videos, usás la computadora, preguntás cómo están, recibís los partidos... es la parte poco grata que hay que hacer. Lo más lindo para un entrenador es el trabajo de campo, ahí ves que tu influencia puede ser mayor".

Dejamos al Tata Martino entrenador y vamos al jugador. ¿Cómo era? "Al principio, todo me fastidiaba: los cobros del árbitro, alguna canchereada del rival, un mal pase de un compañero, alguna pisadita de los pibes de la reserva cuando venían a practicar con la Primera. Hasta los 27 años yo tenía 13 expulsiones, y 12 eran por protestar. Después cambié bastante, maduré". Y no duda en admitir que "yo tenía mucha técnica, pero era vago, no corría. Ahora ya no se juega como yo jugaba. Hasta el 87 fui cinco, después Yudica me puso de enganche, siempre con volantes sacrificados a los costados, como Llop, Bianco, Ciraolo. Con Bielsa cambié bastante: tenía intenciones de seguir jugando unos años más y no me quedó otra que cambiar".

Y, para acabar, dos apuntes personales. Para empezar, sus estudios. "No, estudié. Completé hasta cuarto año en la Dante Alighieri, y en quinto, cuando empecé el juvenil, tenía que venir todas las semanas a Buenos Aires y quedaron algunas materias pendientes". Y, por último, se confiesa algo revoltoso cuando era pequeño y no oculta que era de los que le gustaba, "tirar bombitas de mal olor en el baño".