Las soluciones de Koeman

Tras el 0-3 del Bayern, ¿el barcelonismo debe conformarse con el “Esto es lo que hay”, de Piqué y Koeman?

No hay que darle muchas vueltas: si el equipo no tiene delanteros, se juega sin delanteros

Koeman: "Lo hemos intentado todo"

Movistar

Xavi Torres

Xavi Torres

Un día, tras los cuatro famosos Barcelona-Real Madrid de 2011, el vestuario del Bernabéu se rebeló ante los planteamientos de José Mourinho. ¿Por qué un equipo grande debía comportarse como uno pequeño? La respuesta era evidente: el entrenador portugués entendía que sus futbolistas no eran capaces de competir contra los de Guardiola y trató de protegerlos (o de protegerse él) desde planteamientos claramente defensivos. Los resultados, a pesar de ganar una Copa del Rey, acabaron con la paciencia del aficionado, del vestuario y, finalmente, de Florentino Pérez. 

Lo de anteayer en el Camp Nou no es exactamente lo mismo pero, en esencia, quizás encontraríamos elementos para cuestionar el camino que eligió Koeman para tratar de proteger a sus futbolistas (o tal vez, protegerse él) del temido Bayern del 2 a 8. Lo visto sobre el césped permite sentenciar que Ronald Koeman superó el respeto para instalarse en el miedo. Alerta.

Trabajar para no caer en el olvido

El Barça se vio superado por la presión del Bayern. ¿Como es posible que el equipo no pudiera sacar el balón desde atrás y se viera obligado a jugar permanentemente en largo? ¿Saben cuántas veces? ¡33! Anoten: Ter Stegen, 14; Araujo, 6; Piqué, 4; Eric, 3; Alba, 2; Roberto, Frenkie de Jong, Gavi y Balde, 1-. De los 33 balonazos solamente cuatro provocaron una segunda jugada azulgrana. Terrible dato.

La falta de hábito está despistando a futbolistas que han hecho esta operación infinidad de veces. Jugaron Ter Stegen, Sergi Roberto, Eric, Piqué y Alba -toda la defensa excepto Araujo, que sufre con el balón en los pies- más Pedri, Sergio y Frenkie de Jong -el centro del campo completo- y se estrellaron contra el Bayern. ¿Por qué?

Porque todo se olvida si no hay repetición y entreno, una y mil veces, hasta la saciedad. Tratar, de repente, que el equipo juegue en largo y aproveche un recién llegado como Luuk de Jong para bajar balones -¿cuántas veces se trabajó esto durante la semana? no parece la mejor de las soluciones. No hay otra salida que volver a los orígenes.

Complejo de inferioridad

El equipo no se siente cómodo jugando con tres centrales, entre otras cosas, porque sus miembros no han sido educados para ello. Y todavía menos si el dibujo se convierte en un 1-5-3-2 más que en un 1-3-5-2. ¿Saben que Eric -62 pases- y Piqué -61- fueron los jugadores azulgranas que más intervinieron en el juego? Este dato explica la igualdad en la posesión con el Bayern, un 50%, pero inútil, en terreno propio, un tiki-taka (versión despectiva del método cruyffista) en toda regla. Esto no tiene nada que ver con el ADN Barça.

La cruda realidad es que Ter Stegen tocó más veces el balón con los pies -44- que los dos delanteros juntos, Memphis -28- y Luuk de Jong, -15-. La orden era evidente: evitar el riesgo de las transiciones y las pérdidas. ¿Resultado? Retrasar tanto las líneas no sirvió para nada: 17 ocasiones y tres goles, dos a partir de errores de Memphis y Yusuf. Y cero disparos entre los palos de Neuer.

Con las bajas y la plantilla actual es evidente que no se espera que el Barcelona pase por encima del Bayern pero, una vez más, la inferioridad no se supera desde la improvisación. Cada vez que el equipo se aleja del método se estrella.

Si no hay delanteros, juegan centrocampistas

La versión oficial es que el Barcelona jugó con dos delanteros, Luuk de Jong y Memphis porque no había más. Cierto. Quizás Yusuf Demir podría haber sido el tercero pero también es lógico que Koeman lo visualizara como revulsivo. Sin embargo, ¿no había más opciones de juego? 

De entrada hay que recordar que no es obligatorio jugar con delanteros. A pesar de las intenciones del presidente Laporta, admirador del 4-3-3 y del juego de ataque, se puede llegar a los objetivos por un camino diferente. No hay que darle muchas vueltas: si el equipo no tiene delanteros, se juega sin delanteros. El juego ofensivo se consigue, también, a base de dominar el partido controlando el balón a partir de una acumulación de centrocampistas que, gracias al pase, llegan al área rival. Y crean ocasiones. Y chutan a puerta. Y marcan goles. Que se lo pregunten a Neymar y a su Santos...

El problema del entrenador es que hace tiempo que ha decidido mover el foco que metafóricamente alumbra al equipo. Johan Cruyff y Pep Guardiola lo situaron sobre el centro del campo; Luis Enrique lo llevó a la delantera porque dispuso de un tridente único y, ahora, Ronald Koeman ha decidido enfocar hacia la defensa. Si éste es el camino habrá que cambiar muchas cosas, y no solamente en el primer equipo de la entidad. La junta tiene la última palabra.

La excusa de la preparación física

Y llegados a este punto de desesperación el siguiente paso es apelar a la preparación física para explicar la debilidad del equipo ante el Bayern. La historia es cíclica: ante cada fracaso, el clásico argumento del físico.

Que quede claro: nunca jamás el Barcelona correrá más que el Bayern. Ni contando con Kipchoge, Nageeye y Abdi -los tres primeros clasificados de la maratón de los JJ.OO. de Tokio-. Hay estilos y estilos. Por tanto, hay que buscar fórmulas para nivelar los hándicaps. De entrada, sin balón, juntando líneas para provocar la ausencia de espacios y los esfuerzos cortos para la recuperación del balón; y con él, generar superioridades que permitan ganar los duelos de manera colectiva. 

Sergio, Frenkie de Jong y Pedri juegan muy bien al fútbol pero ni ellos ni tres Messis podrían ganar una batalla contra cinco rivales como Kimmich y Goretzka, desde el medio centro, y Musiala, Müller y Sané, desde la media punta. Los cinco atropellaron a los tres. ¿Y para qué sirve el descanso? ¿Por qué no se modificó nada? Balón o caos. 

¿Jugársela con los jóvenes?

El Barça acabó ante el Bayern con Ter Stegen de portero; Mingueza, Araujo, Piqué y Balde, en defensa; De Jong, Gavi y Pedri, en el centro del campo; con Yusuf, Memphis y Coutinho, delante. La juventud al poder. No hace falta profundizar sobre si este debe ser el equipo de Koeman de ahora en adelante -quizás poniendo a Ansu en el lugar de Cou- porque, por supuesto, sería echar a los niños a los leones. Sin embargo su presencia se antoja imprescindible en el marco de la construcción del nuevo proyecto de futuro. Equilibrio pero presencia. Mucha presencia.

Y paciencia, porque la juventud se equivoca más que la experiencia pero también exhibe energía sobre el césped -extraordinario derroche de Gavi y Balde ante las estrellas alemanas- y sentimiento, para la grada.