Sobrevivir a cualquier precio

¡Otra más! Ter Stegen volvió a salvar los muebles al Barça

MOVISTAR

Dídac Peyret

Dídac Peyret

Sobrevivir. A veces a cualquier precio. Así es la nueva vida de este Barça. Un equipo inmerso en una carrera de obstáculos. Sobrevivir. Así es el día a día, también, de Griezmann desde que llegó al club.

Expuesto, como está, al escrutinio de sus compañeros y de la afición tras La Decisión. También a los cambios de dibujo y de posición. Y a la duda. A estar bajo sospecha. Pero ahí sigue el francés, empeñado en llevar la contraria. Y no necesariamente con actuaciones brillantes; a veces con goles importantísimos como en San Paolo, su decimocuarto con la camiseta azulgrana, el segundo en la Champions.

Un gol que salvó al Barça de otra pesadilla. Pero con una puesta en escena que invita a reflexionar sobre el impacto de Setién.  La mediocridad se apoderó del Barça en el templo de Maradona.

Durante demasiado tiempo fue un equipo pequeño en un escenario grande. Empezando por un planteamiento que desmiente el relato de Setién.

El técnico promovió un discurso ‘cruyffista’ y anunció que no negociaba sus convicciones. Pero a la hora de la verdad ha recurrido al manual más pragmático de Valverde.

El mismo que tras perder a Neymar, renunció a un tercer delantero para ganar solidez y se encomendó a Messi en ataque.  El mismo que se aferró a los pesos pesados para competir.

Si la decepción, ahora, es mayor es porque Setién alimentó las expectativas con la promesa de un nuevo horizonte. Pero la Champions es lo que tiene: acostumbra a desenmascarar a los equipos.

Desnuda las imperfecciones y las castiga habitualmente con crueldad. Así le ocurrió a Junior Firpo, que juega los partidos de puntillas y termina saliendo en la foto como ayer preso del miedo a fallar.  

Un temor que estuvo latente en un Barça que arrastra una mochila pesadísima en la Champions. Nadie olvida de Roma y Liverpool. Y el equipo teme descoserse, perder el control, exponerse a otro revés insoportable. Así que no arriesga; se impone el pase en corto, el juego horizontal, nadie prueba ninguna aventura.

Freno a las expectativas

Ya avisó Messi (“hoy por hoy no nos alcanza para la Champions”) y San Paolo confirmó que el Barça es ahora un equipo que trata de sobrevivir en Europa. Que no posee el ritmo de la máxima exigencia. A pesar de que el Nápoles le jugó durante muchos minutos con un respeto de otros tiempos. Esperándole como ya no le ocurre en LaLiga, donde la tendencia es apretarle.  

Los italianos temían que Messi se vistiera de Maradona, pero se encontraron con el Leo de Argentina. El 10 del Barça trató de conectarse al partido; se enfureció con el gol de Mertens, buscó el balón y apretó al Nápoles. Pero se sintió solo, como aquellas actuaciones con la albiceleste, cuando trata de solucionar las cosas por su cuenta.

Messi ha pasado, de esperar a que el balón le encuentre, a buscarlo desesperadamente. Señal de que el centro del campo del Barça ha perdido gobierno y juego.  

Sufrió Messi y sufrió el equipo, que no se desmoronó del todo por el acierto de Ter Stegen y la puntería de Griezmann. Un gol de oro que da aire a un Barça que hace tiempo que juega la Champions con el miedo en el cuerpo.