Historia SPORT

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El silencio de Ter Stegen

Durante el partido contra el Celta, el último de la temporada en el Camp Nou, gobernó el sigilo en una portería acostumbrada a aguantar 90 minutos de rugidos

El guardameta alemán ha finalizado el curso sin confianza, sin ser ese héroe que salvaba incontables puntos

Ter Stegen se perderá la Eurocopa por una operación

Ter Stegen se perderá la Eurocopa por una operación / Perform

Jordi Carné

Jordi Carné

Los pocos suertudos que hayan presenciado en directo un partido del Barça a puerta cerrada, una experiencia verdaderamente chocante por muchas razones, algunas más positivas que otras, han sido maravillados por la capacidad de liderazgo de Ter Stegen, un capitán culé sin brazalete. Con gritos imponentes y constantes indicaciones a sus compañeros, la voz del portero alemán lleva el compás de una banda sonora taciturna sin los aficionados en las gradas. Es uno de los músicos solistas más fragorosos de una orquestra que cada vez sufre más para emocionar a quienes le escuchan tras la frialdad de una pantalla de televisión.

En el último partido de la temporada en el Camp Nou, sin embargo, entre los tres palos de la portería del Barça hubo menos algarabía de la habitual. Gobernó el silencio en un área acostumbrada a aguantar 90 minutos de rugidos. Ter Stegen ha acabado la temporada sin confianza. Sin poder ser ese semidiós que salvaba incontables puntos. En ningún caso estas líneas pretenden señalar al teutón como al culpable del desastroso final de curso del Barça. Sería muy injusto. Simplemente persiguen descubrir, analizar, un comportamiento que constata la inseguridad de un guardameta humanizado.

Ter Stegen empezó el encuentro frente al Celta con las mismas ganas que siempre de animar, corregir, amparar y sermonear al resto de los jugadores del Barça. Con el paso de los minutos, las dudas, la vacilación, la frustración y la inestabilidad se fueron apoderando de los futbolistas azulgranas. Y él no pudo escabullirse de la dura realidad que ha acompañado al equipo cuando ha visto más cerca que nunca la posibilidad de ganar una Liga que a principios de año se antojaba quimérica. Pudo hacer más en el primer tanto de Santi Mina. Cometió dos pérdidas en salida de balón impropias en él. Se fue apagando. Como todos. Y el Camp Nou dejó de escuchar unos bramidos que se convirtieron en estériles murmullos.

Víctima de una fragilidad defensiva incluso agobiante, desde marzo solo ha dejado su portería a cero en dos de los once compromisos de Liga que ha disputado. Ha encajado quince tantos, más de uno por encuentro. Después de muchos años de evasiva frialdad, el alemán ha reconocido sobre el césped que, como el resto de futbolistas mortales, necesita un buen ecosistema a su alrededor para mostrar su mejor versión. Prácticamente nadie considera que el Barça podría tener mejor portero que él, cuyos chillidos se han transformado en silencios de auxilio. Su jerarquía en el vestuario también es incuestionable. Uno de los retos más importantes para la próxima temporada tiene que consistir en recuperar al Ter Stegen líder. Al Ter Stegen salvador. Al Ter Stegen héroe.