Serrat: "Me resulta muy difícil ser infiel al Barça"

El cantautor atiende a SPORT tras conocerse que el 30 de mayo recibirá el premio de 'Culer cultural'

"Con Messi hay que ser agradecido: si volver le hace feliz, fantástico; si no, que le vaya igual de bien"

Serrat se despidió de los escenarios el año pasado

Serrat se despidió de los escenarios el año pasado / JORDI SOCIAS

Dídac Peyret

Dídac Peyret

Acceder a Joan Manuel Serrat (Barcelona, 1943) puede ser una aventura. De entrada, se comunica desde un correo hotmail y un número oculto. Pero, una vez arranca la conversación, contesta con la generosidad de las personas que saben reírse de sí mismos. Con 79 años, y tras bajarse de los escenarios, sigue celebrando las cosas buenas de la vida. La primera, estar vivo. “Cada vez que abro los ojos y veo que aún estoy por aquí, pienso: fantástico”.

¿Qué tiene Serrat de su padre y qué tiene de su madre? 

No sé lo que tengo pero sé lo que me gustaría tener. De mi padre, su honestidad, bondad y orden. Era un extraordinario manitas, pero yo soy bastante chapuzas. De mi madre, la valentía y su capacidad de unir el núcleo familiar. Pero quizás debería decir, también, otras cosas de los dos a las que me parezco que no son tan populares ni atractivas [sonríe].

¿Qué se te hace más cuesta arriba de tu forma de ser?

Hombre, yo me gusto mucho. Me llevo bien conmigo mismo. Pero no porque me sienta más guapo, más fuerte o más listo que el resto… me gusto mucho porque no tengo a otro, así que tengo una necesidad absoluta de conservarme.

¿Qué es más difícil: ser hijo, ser padre o ser abuelo?

Ser abuelo es lo más fácil aunque también lo más cansado, porque estas criaturas no tienen sentido de la fatiga, ni del reposo ni de los accidentes de la vida. Ser hijo también es bastante sencillo si tienes la suerte de caer en buenas manos. Lo más complicado es ser padre, porque es algo que no se enseña y porque tienes en tus manos seres que has traído al mundo y dependen de ti.

"Ser hijo de una familia que perdió la guerra influyó en que saliera culé"

El Barça es junto a la música una de las pasiones que han sido una constante de tu vida. Una vez dijiste: “Mi padre preguntó si era niño o niña y le dijeron que del Barça”. 

Eso fue más una ocurrencia o una ‘boutade’ infantil que otra cosa para explicar que siempre he sido del Barça. 

¿Hay misterio en lo que nos hace ser de un equipo o todo se reduce a la primera vez que nuestros padres nos llevan a un estadio?

En mi caso el vínculo fue al revés. Fui yo el que llevó a mi padre al fútbol. El que conozca el campo del Poble Sec sabrá que está al final de la calle Margarit, que tiene una cuesta extraordinaria. Por eso, cuando las pelotas salían del campo, las recogíamos nosotros, porque, si no, se iban al Paral·lel. Así entraba al campo cada domingo hasta que un día mi padre, que siempre ha sido muy sensible a mis debilidades, me hizo socio del Poble Sec. 

¿Y con el Barça?

Pasó algo parecido: cuando pude comprar una tribuna, compré dos: una para mi padre y otra para mí.  

¿Es verdad que un dependiente de la calle donde vivías intentó hacerte perico?

Lo intentó el señor Arévalo, que era un ‘botiguer’ de mi calle, un perico de los fuertes y una persona extraordinaria. Me llevaba muchos domingos a Sarrià como un marqués. Cogíamos un taxi de cinco plazas delante del bar Chicago y nos subíamos, con tres personas más, hasta Sarrià. Al salir, me compraba el ‘Goles’, que era una publicación donde salían los resultados imprimidos. Pero ni siquiera la lucha firme del señor Arévalo me convirtió en perico. 

 ¿Por qué has sido siempre un culé convencido?

Influyeron varias cosas. En primer lugar los orígenes. Supongo que ser hijo de una familia que había perdido la guerra tuvo que ver y también la devoción que nació en mí por Kubala. Además pasaba tiempo en la calle, donde mayoritariamente éramos del Barça. 

Si hiciéramos un símil con una relación sentimental, ¿en qué momento está la de Serrat con el Barça?

Ui, yo creo que nunca he salido de la primera etapa. 

¿La del enamoramiento?

No exactamente, ¿sabes esa felicidad de saber que estás con la persona con la que tienes que estar? Que, aunque a veces te gustaría que fuera de otra forma, ni quieres ni estás dispuesto a renunciar a lo que tienes. Pues un poco de eso.  

“Un jugador que no sueña que marca goles, que no imagina jugadas cuando deambula por la calle, que solo lo es en el terreno, ese no es un jugador”. La frase es tuya. ¿El fútbol se puede entender sin imaginación?

Hombre, si entendemos el fútbol con aquello de once contra once, una pelota y dos porterías, sí. Pero, si hablamos de un jugador que emociona, no. El jugador que te sorprende es el que va por la calle pensando esas cosas. Messi y Zidane son dos ejemplos clarísimos. Futbolistas que juegan por delante de la jugada. Y esto es lo que hace que nos emocione lo que hacen. El fútbol, a parte de las emociones que lo acompañan, tiene una parte de poética que solo aparece en determinados momentos, pero que es la que vale la pena.

Hablemos de Messi, ¿te gustaría que volviera?

 A mí me gustaría que pasara lo que fuera mejor para él y para el Barça. Lo mejor para él porque soy una persona agradecida con alguien que nos ha regalado durante mucho tiempo tantas emociones y tanta felicidad. Entonces yo quiero que Messi sea feliz y que le vayan bien las cosas. Si es en el Barça fantástico y si no, que le vayan igual de bien. 

Si dependiera de ti, ¿qué decisión tomarías? 

Es que yo no tengo cartas en el asunto, por lo tanto me parece una frivolidad decir que venga o no venga. Que venga porque es muy bueno o que no venga porque se fue y ya está. No entiendo ninguna de las dos posiciones. 

¿Cómo ves la figura de Leo? ¿Ha dejado de ser un misterio porque se comunica mejor?

Nunca me ha parecido una persona muy comunicativa y tampoco veo que haya habido una gran transformación. Pero no necesito que un jugador sea un charlatán o un mago de las palabras. Cada uno se comunica a su manera y él siempre lo ha hecho estupendamente en un campo de fútbol.  

Cuando tus canciones hablan de fútbol vemos a un Serrat que busca el disfrute, ¿es así cómo entiendes la vida?

Sí porque, aunque en la vida hay muchos momentos de oscuridad, siempre te da espacios para el disfrute. Al final disfruto las cosas porque si lo piensas bien todo es irrepetible. Es una idea que tiene que ver con el tiempo. El tiempo es muy escaso y es nuestro peor enemigo. Pero, precisamente por eso, tenemos que poner de nuestra parte y hacer lo posible para estar conectados al presente y sentirnos vivos.

¿Cuál es tu mejor recuerdo vinculado al Barça?

[Se lo piensa y sonríe]. Ui, esta es la más difícil de todas. Pero seguramente el día que manifesté más felicidad fue en Roma cuando Messi hizo el segundo gol al United con ese cabezazo extraordinario. Yo estaba detrás de la portería y vi a ese tío menudo, a esa peonza saltando hacia arriba y superando a Van der sar, un tío enorme, larguísimo. Aún se me pone la piel de pollo que decía Cruyff. 

Serrat, con la camiseta del Barça, al lado de Kubala, uno de sus grandes amigos

Serrat, con la camiseta del Barça, al lado de Kubala, uno de sus grandes amigos / HORACIO SEGUÍ|FCB

Una de tus canciones más conocidas está dedicada a Kubala, ¿Cómo surgió la canción y por qué escogiste esa cadencia brasileña?

Es una canción dedicada a un amigo y una buena persona. Tuve la suerte de poder ser amigo de alguien que era mi ídolo cuando era pequeño. Es una persona con la que tuve la inmensa fortuna de poder jugar a fútbol y pasar mucho tiempo con él. Una persona que quise mucho. Ese fue el motivo de hacer esta canción. Una manera de hacerle un regalo. 

¿Y la cadencia brasileña? 

Fue porque no supe encontrar una cadencia húngara [ríe].  

Kubala forma parte de ‘Material sensible’, el disco donde más se ve tu vínculo con el Barça y Barcelona, ¿fue algo premeditado?

Fue natural. El club y la ciudad son material sensible para mí. Barcelona es una ciudad compleja, pero a la vez simple. Hay mil Barcelonas y la quiero por eso. Y si hablamos del Barça, los equipos de fútbol están muy arraigados a nuestras vida. Es una de las entidades a las que nos resulta más difícil ser infieles. Hay algún caso, pero hay más casos de promiscuidad que de infidelidad [sonríe].

En el disco también aparecen los colores del Barça…

Sí, pero eso no fue buscado. Por cierto, quiero manifestar por aquí que me gustaría que el diseñador de las camisetas del Barça se acuerde de los colores originales y los podamos volver a ver. 

¿Te incomoda que la próxima temporada haya una blanca?

No. Esto ya lo vimos en los años cincuenta en el Barça y en un partido de la selección de Barcelona que jugaron juntos Di Stéfano y Kubala. No hay nadie que tenga el monopolio del no color.

Otra canción vinculada al Barça es ‘Temps era temps’, donde mencionas a Basora, César, Kubala, Moreno... y está presente el paso del tiempo ¿Eres nostálgico? 

Me gusta tener un pasado, y a veces me refriego un poco en él, pero prefiero pensar que no soy un nostálgico. La añoranza del pasado me parece una actitud bastante conservadora y la nostalgia es tramposa porque es muy selectiva. Es un paraíso hecho a medida. Seguramente, si el ser humano recordara todo lo que ha sido, tendría más jodido sobrevivir. Por eso terminamos creyéndonos nuestras propias mentiras.  

¿Te hubiera gustado ser futbolista en otra vida?

Siempre me acuerdo de un día en Madrid. Era un domingo por la mañana y estaba hospedado en el mismo hotel que el Barça. Yo había vuelto el sábado en unas condiciones un poco lamentables y de repente mi cama empieza a botar: pum-pum-pum. Me giro y estaba Marcial encima, dando saltos y gritando: ‘oye, ¿te vienes con nosotros a entrenar? ¿No querías ser futbolista? Y ahí dije: no. Me hubiera gustado jugar mejor al fútbol pero sigo pensando que el camino escogido, si no ha sido el mejor, se le acerca mucho.