Riqui Puig cambia el ritmo de un líder en el alambre

Riqui Puig aprovechó la titularidad en Balaídos

Dídac Peyret

Dídac Peyret

El Barça se irá a dormir líder, pero también con la sensación de que LaLiga se le escapa por inercia. Poco a poco. Sin rebelarse ante un desenlace decepcionante. Es lo que desprenden los propios jugadores, que no parecen creerse esta Liga desde que empataron en el Pizjuán. 

En Sevilla habló Piqué con un tono bajo. De ponerse la venda antes que la herida. Y hoy, tras otro empate a domicilio, Suárez no escondió, con sus palabras, la frustración general.

El Barça será líder, al menos, hasta mañana. Hasta las 22.00. Hora en la que jugará el Madrid en Cornellà-El Prat ante un Espanyol que despidió a Abelardo, en otra medida desesperada. 

Si los de Zidane ganan terminarán la jornada dos puntos por encima del Barça. Si empatan, con los mismos puntos, pero líderes por el goal average. Y, si pierden, los azulgranas seguirán en lo más alto de la clasificación.

Que el Barça esté en esta situación se explica sobre todo porque el equipo solo ha sumado 23 de 48 puntos posibles fuera de casa.  

Esta vez con un nuevo empate, pero con una mejora en el juego. Sobre todo en una primera mitad ilusionante. Para pensar en el futuro con mejor cara. 

Otro Barça, otro ritmo

Necesita el Barça jugadores con el entusiasmo de las primeras veces. Necesita el equipo alegría, dinamismo, ritmo y velocidad de balón.

Cualidades que el culé, cansado de un Barça insípido, asocia a Riqui Puig y Ansu Fati, las dos grandes perlas de la cantera. Los dos se han convertido en la gran ilusión del barcelonismo. Los dos transmiten el hambre del que sabe que todo está por hacer y todo es posible. 

Solo hace falta ver cómo celebró Riqui Puig el primer gol de Suárez. Colgado del cuello de Messi. Con los ojos encendidos. Y con el compromiso que solo nace de aquel que, siendo culé, cumple el sueño de jugar en el primer equipo.

El canterano le dio otro ritmo al centro del campo del Barça en los primeros 45 minutos. Otro ritmo al juego, pero también a sus compañeros. Y dejó una imagen para creer: una química cada vez más evidente con Messi.

Fue la versión más natural de Riqui Puig con el primer equipo. Ni trató de minimizar errores ni trató de demostrar en cada acción que merece más minutos. Esta vez, sí, el juego del canterano fluyó.

Y lo logró con la misma personalidad que demuestra cada vez que le dan una oportunidad. Buscando el balón, filtrando el juego, y con un sentido vertical del juego. A uno o dos toques. Que haga carrera en el primer equipo pasa por su mejor virtud: es el primero que cree en su juego.

También Ansu contribuyó a los mejores minutos del equipo en Vigo. El extremo le dio amplitud al equipo, pegado a la banda izquierda. Y de esos espacios se aprovecharon Messi y Suárez, que pudieron juntarse por dentro.

Los dos protagonizaron el primer tanto azulgrana. Ocurrió a balón parado. El argentino siempre encuentra soluciones. También cuando le defiendan los palos en las faltas. Messi encontró a Suárez sin marca y el  uruguayo no falló. Necesitaba este gol. El primero desde el pasado 4 de enero. 

Más tarde desenredó el empate con otro tanto de ariete clásico. Pero un lujo de Aspas en la recta final dejó al Barça con la mirada perdida y los brazos en jarra. Un líder de barro pasó por Balaídos.