Messi empieza la Liga a mil por hora (3-0)

El Barça resolvió su compromiso inaugural de la Liga agarrado a una genialidad de Leo Messi: el argentino volvió a ser la luz del equipo azulgrana ante el Alavés, rival al que tumbó ejecutando de manera inesperada una falta al borde del área.

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Liga Santander

3
0
Alineaciones
FC Barcelona
Ter Stegen, Semedo (Coutinho, min. 45), Piqué, Umtiti, Alba, Busquets (Arturo Vidal, min. 85), Sergi Roberto, Rakitic, Dembélé (Arthur, min. 75), Messi (c) y Suárez.
D. Alavés
Pacheco, Martín, Laguardia, Maripan, Duarte, Wakaso, Dani Torres (Adrián Marín, min. 68), Manu (c), Ibai, Jony (Borja Bastón, min. 68) y Sobrino (Burgui, min. 70).

Aprovechó el salto de la barrera para sorprender a ras de suelo: abrió el marcador, firmó el gol número 6.000 en la historia liguera del Barça y demostró que es un jugador único.

Se suceden las temporadas en el Camp Nou, pero la abrumadora figura de Messi permanece inalterable. Su capacidad para decidir partidos es inagotable. Suyo fue el principio y el final del choque ante el Alavés, porque acabaría poniendo el epílogo del encuentro con un gol de buscavidas, ya en el tiempo añadido. 

de menos a más

En un Camp Nou a medias, con poco más de 50.000 espectadores en las gradas, al Barça le costó tomarle el pulso a la Liga. Empezó el torneo con un aire espeso relativamente comprensible, tratándose de la primera jornada de Liga ante un rival como el Alavés, precisamente el último equipo capaz de conquistar el Estadi en la Liga, hace ya casi dos años. 

Fue un Barça académico y políticamente correcto, empezando por la alineación de Valverde, que prefirió guardar a todos los fchajes para apostar por un once clásico y con un aroma conservador: Semedo fue el lateral diestro y el centro del campo lo ocuparon Busquets, Rakitic y Sergi Roberto

Versátil y siempre voluntarioso, al de Reus le costó enhebrar el juego y crear en beneficio de los delanteros, que se desplegaron con movilidad, pero al comienzo atrapados por el sistema que dibujó Abelardo, con dos líneas de cuatro defensas. 

Messi volvió a demostrar que su libertad de movimientos es una bendición para el equipo: bajó a recibir y reordenó al equipo, combinando con Dembélé tanto por la izquierda como por la derecha, buscando a su amigo Suárez, esperando la incorporación de los laterales.

El Alavés se ajustó sin reservas al guión de partido que había previsto su entrenador: solidaridad en defensa y algún contragolpe para asustar al Barça. Lo intentaron Ibai y Jony por las bandas, filtrando balones entre Ter Stegen y los centrales. Tembló la defensa blaugrana, pero los ataques del Alavés solo quedarían en un susto

acelerón en la primera parte

El equipo blaugrana aceleró en el tramo final de la primera parte. Lo hizo, como siempre, al ritmo que marcó Messi, encargado de ejecutar impecablemente una falta que acabó por estrellarse en el larguero de Pacheco.

El Barça empezó a créerselo, y apenas un minuto después, Dembélé se plantó solo ante el meta del Alavés, pero su remate, demasiado plano, lo rechazó sin problemas Pacheco. El francés, sin embargo, tuvo una presencia abrumadora en el ataque del Barça: insistente y participativo, solo le falló la puntería. Acertó en la toma de decisiones, pero le falló la ejecución final. 

Lo intentó también Suárez, que sigue falto de tino, con toda la voluntad del mundo pero sin puntería: el uruguayo probó una vaselina ante la salida del meta rival, pero el campo se le quedó pequeño y volvió a acabar frustrado. Jugador de rachas y de instinto, necesita un gol cuanto antes para destensarse. El equipo lo agradecerá. 

el retoque ofensivo de valverde

En la reanudación, Valverde se corrigó para agitar al equipo: sacrificó a Semedo, resituó a Sergi Roberto en el lateral y dio entrada a Coutinho como interior zurdo, una posición teóricamente idónea para el brasileño: abarca más campo, se perfila de fuera hacia adentro, puede chutar desde media distancia y llegar desde la segunda línea, como bien demostró en el Mundial.  

Al Barça le cambió la cara: acorraló al Alavés y ganó confianza y fluidez. Se acumularon las llegadas a la portería de Pacheco y el partido comenzó a tener un evidente color blaugrana. El gol del Barça parecía cuestión de tiempo.

Lo fue gracias a Messi: el argentino cambió de planes sobre la marcha a la hora de ejecutar una falta al borde del área. En lugar de buscar el lanzamiento convencional, disparó raso, buscando el hueco que deja la barrera al saltar.

un lanzamiento inesperado

Messi miró al cielo, pero buscó el suelo y el balón se coló en la portería del Alavés a ras de suelo. La estirada de Pacheco fue inútil. Messi lo celebró a lo grande, consciente de que el partido amenazaba con atascarse y también de que estaba cantando el gol 6.000 del Barça en la historia del campeonato. 

Respiró aliviado el Barça, que supo dormir el partido y empezar a anotarse la victoria. El Alavés agotó pronto sus cambios, en un último intento por apurar sus opciones de puntuar, pero el último cuarto de hora del partido también fue un monólogo azulgrana. 

Coutinho se reivindica

Hubo tiempo para la entrada de Arthur, que sustituyó a Dembélé (el francés fue ovacionado por el público) y para buscar el gol de Suárez. Pero fue Coutinho el encargado de sentencia, a falta de siete minutos para el cierre del partido: el brasileño recibió en la zona de tres cuartos, se perfiló de fuera hacia adentro y disparó seco y a media altura. Imposible para Pacheco. Coutinho lo celebró con rabia, reclamando un puesto en el once inicial

El tramo final del partido sirvió para escenificar el incipiente idilio entre la 'gent blaugrana' y Arturo Vidal, uno de esos jugadores que conecta con la grada sin saber muy bien por qué; y también para insistir en el gol de Suárez, que sigue sin llegar.

Messi cierra la fiesta

A cambio, Messi anotó el tercero del equipo, tras controlar con el pecho en el punto de penalti, revolverse, superar a dos rivales y volver a batir a Pacheco. 

El argentino ha arrancado la Liga a mil por hora, como si quisiese desquitarse cuanto antes de su amargo Mundial y disparar al Barça hacia objetivos de máximos. Un tesoro para el equipo azulgrana