Resucitan en Vallecas

El Barça sufrió pero consiguió doblegar al Rayo en el último suspiro

El Barça sufrió pero consiguió doblegar al Rayo en el último suspiro / LALIGA

Dídac Peyret

Dídac Peyret

Desconectarse en campos como Vallecas no acostumbra a traer buenas noticias. Estaba avisado el Barça tras su funesta experiencia en Butarque. Y a punto estuvo de repetirse la historia de no ser por un final tan enigmático como uno de sus protagonistas: Ousmane Dembélé. Con el francés nunca se sabe. Ayer marcó el tanto que animó la remontada cuando más disperso y desafinado parecía. Minutos antes una pérdida suya había propiciado el segundo gol del Rayo. Pero salió a flote con su talento. Con un golpeo espectacular que empató el encuentro para que luego Suárez rematara al Rayo en el minuto 90. Un desenlace en el que ocurrieron muchas cosas en muy poco tiempo. Una remontada in extremis de nuevo con Suárez, pichichi y líder espirtiual, en estado de gracia. Y sin Coutinho, sustituido en la recta final, a la espera de que dé un paso adelante cuando llegan la adversidades. 

No hizo falta ayer en uno de esos encuentros donde se ganan las ligas. Con tres puntos que mantienen al Barça en el liderato pase lo que pase hoy. Y que le permiten ampliar la ventaja con el Atlético, que se queda a cuatro puntos tras el empate ante el Leganés. 

El síndrome Butarque

Otra vez se diluyó el equipo. Otra vez se encomendó a la maldita inercia. Esa que tanto dañó hace a los grandes cuando se dejan llevar y anticipan una noche plácida que a menudo termina en colapso como casi ocurrió ayer. Se adelantó el Barça, pero se abandonó, luego, dando por hecho que llegaría la sentencia. Lo que pasó después no es nuevo. 

Cuando no llega el segundo, equipos como el Rayo, por muy inferiores que sean, se animan a la espera de un detalle. De una jugada impensable. De un golpe de suerte. O de un arrebato. Esa acción. La que marcaría el partido. Llegó con un disparo formidable de José Ángel Pozo. El delantero sorprendió a Ter Stegen con un tiro ajustadísimo que dio en el palo antes de entrar en la portería. El gol cambió el partido. Y Álvaro dejó al Barça al borde del precipicio en una segunda mitad que fue durante muchos minutos una pesadilla para el Barça. El conjunto de Valverde fue incapaz de ordenarse o protegerse. Inmerso en un desconcierto absoluto. Y lo sufrió Ter Stegen. 

Resulta muy significativo que, en la temporada donde está recibiendo más elogios, solo se haya quedado dos partidos ligueros sin encajar. Son ya 14 goles en 11 encuentros (casi la mitad de goles que recibió el curso pasado con 29). Números que subrayan la inestabilidad del equipo en la Liga. Ayer, además el equipo echó de menos a Messi. En un partido que necesitaba desequilibrio, a le Barça le faltó la magia y la creatividad del 10. También el entusiasmo que mostró ante el Inter y el Madrid, partidos más agradecidos que escenarios tan incómodos como Vallecas. Pero, incluso así, terminó celebrando uno de esos partidos que solo levantan los equipos campeones.