El repóker con chilena de Krankl contra el Rayo Vallecano

El momento cumbre de la goleada. El cuarto gol, anotado de chilena por Hansi Krankl

El momento cumbre de la goleada. El cuarto gol, anotado de chilena por Hansi Krankl / © FC Barcelona / Autor: Horacio Seguí

David Salinas

David Salinas

Desde 1979 las visitas del Rayo Vallecano al Camp Nou evocan un resultado, una imagen y el nombre de un futbolista que nunca se extraviará en la selecta y nostálgica lista de paladines de la afición azulgrana. Nos referimos a un rotundo 9-0 y a la espectacular chilena que el austríaco Hansi Krankl dibujó en el coliseo azulgrana contra el equipo madrileño. El delantero centroeuropeo entró en la historia y el corazón de la hinchada por su clase (tenía una zurda de oro) y sus goles (36 en 41 partidos la primera temporada).

La acción tuvo lugar la noche del 14 de enero de 1979, hace ya más de 40 años. El Barça, dirigido por el alsaciano Lucien Müller, fue recibido por su gente con división de opiniones después de perder en Atocha (2-0) el 7 de enero. Sin embargo, los malos resultados cosechados fuera de casa nada tenían que ver con los logrados como local, entre ellos el famoso 3-0 ante el Anderlecht en la Recopa de Europa que sirvió para forzar la prórroga y avanzar a los cuartos de final. Por aquel entonces se hablaba de dos Barças, el “de casa” y el “de fuera”. Y el primero no falló ante el Rayo Vallecano.

Los goles

La goleada la empezó a cimentar el ariete Krankl, fichado después del Mundial de Argentina 1978 procedente del Rapid de Viena. El austríaco, que tenía 25 años, había dado muestras de la calidad de su pólvora en las primeras 15 jornadas, en las que había convertido 13 goles, pero se destapó en la decimosexta al firmar un repóker todavía recordado por la afición. Krankl anotó tres goles en el primer tiempo y dos en el segundo.

El primero, en el minuto 16, de falta. El segundo, en el 38, al aprovechar un mal entendimiento entre Tanco y Uceda. El tercero, en el 45, al recibir de Asensi e irse con habilidad del meta Jesús Hierro. El cuarto, en el 59, fue el gol de chilena. Albaladejo le hizo llegar el balón desde el carril izquierdo y, pese a estar de espaldas al marco, Krankl desafió la ley de la gravedad y se elevó en un plástico movimiento para conectar el envío del alicantino. El Camp Nou se vino abajo…

La manita

Y tres minutos después (62) firmó el quinto tras una brillante jugada individual y rematar sin apenas ángulo. Las gradas, acto seguido, se poblaron de miles de pañuelos saludando la gesta del austríaco. Su nombre fue coreado a voz en grito por la grada. ¡Cinco goles en poco más de una hora de juego! ¡Uno de chilena y otro imposible! La tarde de Krankl no pudo ser más completa.

Los otros goles del Barça fueron obra de Neeskens (42 y 67), ambos de cabeza tras asistencia de Rexach y Albaladejo respectivamente; Asensi, el capitán (74), que jugó su partido 250 en Primera, después de parar con el pecho un envío de Neeskens y conectar un potente obús, y Carrasco (86), tras una vertical aparición tras un pase de Neeskens aprovechando un desajuste en el fuera de juego por parte de la defensa visitante. Fue el debut goleador del Lobito.

El Rayo jugó en inferioridad numérica desde el minuto 60 por expulsión de Francisco y su entrenador, Eduardo ‘Chato’ González, exjugador del Real Madrid, cambió al portero andaluz Jesús Hierro por el tomellosano Alejandro César Fernández-Alves Alcázar, conocido deportivamente por su segundo apellido.

El equipo

Ese día el Barça jugó con Mora; Zuviría, Migueli, Olmo, Albadalejo; Neeskens, Asensi, Sánchez; Rexach, Krankl y Lobito Carrasco. No hubo cambios. El último 9-0 en Liga se había firmado el 4 de enero de 1959, 20 años atrás, en un Athletic-Celta y el último jugador del Barça en anotar un repóker había sido Manolo Clares en un Barça-Valencia (6-1) disputado el 28 de noviembre de 1976.

Krankl, después de una brillante temporada, en la que se proclamó Pichichi y ganó la Recopa de Europa. Siempre llevó al Barça en el corazón. No olvidó que la afición se volcó para donar sangre a su esposa Inge a pocos días de la final de Basilea, después de sufrir un accidente automovilístico en Barcelona, de ahí que, de regreso a su país, como capitán del Rapid y otros equipos, luciera la senyera como brazalete.

El ocaso

Los roces con el entrenador, Quimet Rifé, que se había hecho cargo del equipo en sustitución de Müller en abril de 1979, y con algunos jugadores, hicieron que el Barça lo cediera a principios de 1980 al First de Viena. Se contrató al brasileño Roberto Dinamita pero los malos resultados condenaron a Rifé, que fue cesado en marzo de 1980 y su lugar lo ocupó Helenio Herrera.

La temporada 1980-81 la empezó Ladislao Kubala en el banquillo, que recuperó a Krankl. Sin embargo, ante los malos resultados, que acabaron con el técnico en noviembre de 1980, llevaron al Barça a potenciar la zona ancha con Bernd Schuster. Era el tercer extranjero de la plantilla junto a Krankl y Simonsen. El austríaco fue el sacrificado por Helenio Herrera, que había reemplazado a Kubala, por tener ya a un un ‘9’ en el equipo (Quini). Ahí acabó la historia del delantero, que regresó a Austria para seguir marcando goles en el Rapid, Wiener, Kremser y Austria Salzburg.