La remontada, una cuestión de fe

La afición tiene a un sector optimista y a otro pesimista de cara a la remontada ante el PSG

La afición tiene a un sector optimista y a otro pesimista de cara a la remontada ante el PSG / JAVI FERRÁNDIZ

Ivan San Antonio

Ivan San Antonio

El 4-0 es un resultado que, por inesperado en el fondo y en la forma, no ha dejado indiferente a ningún culé. La cosa va de extremos porque los hay que confían ciegamente en la remontada, pero también está quien asegura que “el Barça aún no ha hecho ningún partido esta temporada para, por lo menos, igualar la eliminatoria en la vuelta”, explica Xavier.

Su compañero le interpela: “¿Y el 4-0 al Borussia Monchengladbach o el 7-0 al Celtic?”. “Ya, pero es que ninguno de esos equipos tiene a los jugadores que tiene el PSG”, responde, vaso de plástico con cerveza en su interior en mano. Los aledaños del Camp Nou hierven de aficionados que, bufanda al cuello, se dejan llevar por la liturgia de lo que significa un partido del Barça en casa, incluso sintiéndose por encima de los resultados.

Ser goleados en la ida de octavos de la Champions no entraba en los planes de nadie, pero la vida continúa incluso para un club cuyo entorno hiperventila a menudo. Llega el Leganés y no se trata, aseguran dos integrantes de la Grada d’animació, de “quemarlo todo, sino de todo lo contrario. Este equipo nos ha dado demasiadas alegrías como para ahora darles la espalda. ¡Si nos necesitan, aquí estamos!”. La llegada del Leganés, inédita en la historia del club, no resta importancia al partido porque “aún creo en la Liga. ¿Quién me asegura que el Madrid no va a perder puntos?”, se pregunta Xavi.

Su amigo Marc agarra la incógnita al vuelo: “¿Y quién me asegura a mí que el Barça lo va a ganar todo?”. La bipolaridad culé encarnada en dos amigos. Ambos atraviesan la esquina, llena de municipales, de Travessera de les Corts con Comandante Benítez, arropados por una manada de seguidores que se dirigen al mismo destino. Falta media hora para el partido, son las 20:13 de un domingo. Al llegar a la otra acera, un señor que carga con una bolsa de plástico blanca húmeda se dirige a ellos: “¿Biar? ¿Servesa?”. “Sí.” “Dos euros”. El intercambio comercial se produce sin adornos. 

Al lado de la escena otro señor grita: “¡Tickets! ¡Tickets!”. Xavi no puede más: “Esto sí es un problema y no caer en una eliminatoria de Champions. Poner el club en manos del turismo es una mala idea, lo pervierte todo y le quita esencia al club”. “¿Y la Grada de aficionados?”, responde preguntando su amigo. “Lo de la Grada d’animació es solo una manera de tener contentos a unos cuantos. Y a algunos de ellos ya sabemos quiénes son…”.