El regreso y la destitución de Cruyff

Cruyff y Núñez, el día de la presentación del holandés

Cruyff y Núñez, el día de la presentación del holandés / sport

Javier Giraldo

Javier Giraldo

Fue el día más intenso del deporte barcelonés desde que la ciudad fue elegida sede olímpica: el miércoles 4 de mayo de 1988, mientras la afición del Espanyol explotaba de alegría en Sarrià, en el partido de ida de la final de la UEFA ante el Bayer Leverkusen (3-0), al otro lado de la Diagonal, el Barça confirmaba oficialmente que Johan Cruyff  era el entrenador elegido para resucitar a una plantilla que vivía tiempos especialmente convulsos, con las heridas del motín del Hesperia aún supurando rencores entre los jugadores y la cúpula directiva.

El presidente Núñez estaba a punto de cumplir diez años en el cargo (había derrotado a Ferran Ariño en las elecciones del 6 de mayo de 1978) cuando apostó firmemente por Cruyff como entrenador, a pesar de que la temporada no había terminado y oficialmente, Luis Aragonés aún era el técnico del primer equipo. 

En aquel mayo de 1988, Núñez y Cruyff vivían un romance deportivo sin igual. Nada perturbaba la ilusión del holandés ni la satisfacción del presidente. “Yo nunca llegué a decir que no vendría si estaba Núñez”, llegó a afirmar Cruyff en su presentación. También envió un mensaje inequívoco a unos jugadores en plena rebelión contra Núñez. “Todos los jugadores deben respetar al presidente, que es quien paga. Y al que no le guste, se va y punto”, afirmaba Cruyff en sus primeras horas como entrenador del Barça. 

El holandés venía de ganar dos Copas de Holanda y una Recopa como técnico del Ajax, pero en enero de 1988 dimitió de su cargo, al no convencerle la oferta de renovación del club de Amsterdam. 

Diez años después de su despedida como jugador, Cruyff asumía el banquillo del Barça (“ahora soy más listo que antes, no cometeré los mismos fallos que en mi época como jugador”) a pesar de los obstáculos: aún tenía vigente una deuda con el fisco español y había dudas sobre si su título de entrenador en Holanda le permitiría ejercer en España.

Núñez, de hecho, había apalabrado la contratación de uno de los entrenadores de moda, Javier Clemente (también nacido en Barakaldo, curiosamente), que había llevado al Espanyol a la final de la UEFA. La leyenda cuenta que Clemente le aconsejó el fichaje de los jugadores  vascos que llegarían ese verano (López Rekarte, Salinas, Begiristain, Bakero y el navarro Unzúe), pero a última hora, Núñez cambió de opinión: las encuestas entre los socios apuntaban que la afición no quería a Clemente. Fue entonces cuando Núñez se decidió a llamar a Cruyff. Le propuso un contrato de una temporada (con un salario de un millón de dólares) y puso en sus manos la reconstrucción de la plantilla. Trece jugadores se fueron del equipo y hubo doce fichajes. Núñez invirtió una fortuna (2.000 millones de pesetas) en la reconstrucción de la plantilla. 

A mitad de temporada se firmó el traspaso de Ronald Koeman, que costó 1.000 millones de pesetas, procedente del PSV Eindhoven. El holandés se incorporó al equipo en el arranque de la temporada siguiente: muy pocos podían imaginar que acabaría siendo el héroe de la primera Copa de Europa del club azulgrana. 

El primer curso de Cruyff como entrenador fue intenso: el Barça acabó segundo en la Liga, eliminado en cuartos de la Copa y campeón de la Recopa de Europa. La afición volvió a llenar el Camp Nou y a revalidar su apoyo a Núñez, que ganó las elecciones de abril de 1989 por delante de Sixte Cambra. 

un adiós traumatico

Pero ocho años después, la relación entre Núñez y Cruyff llegó a un punto sin retorno. El equipo se había ido deteriorando, del ‘Dream Team’ apenas quedaba un dulce recuerdo y los últimos fichajes apadrinados por Cruyff habían ofrecido un rendimiento muy pobre. El divorcio era total: el golpe que se llevó el Barça en la final de la Copa de Europa de 1994 (4-0 ante el Milan) aún se dejaba notar. 

El curso 1994-95 también había sido decepcionante, pero todo explotó al final de la temporada 1995-96. El Barça había perdido la final de Copa ante el Atlético y pocos días después de quedarse sin opciones en la Liga, todos los detalles de la ruptura entre Cruyff y la directiva de Núñez salieron a relucir sin edulcorantes de por medio. Las críticas entre ambas partes fueron feroces.

Núñez ya había llegado a un acuerdo con Robson para ocupar el banquillo y el 18 de mayo de 1996, en la víspera de un Barça-Celta, el club destituyó oficialmente a Cruyff. Fue un adiós traumático: el Camp Nou se pronunció a favor del holandés y horas después, Núñez ofreció su versión: acusó a Cruyff de ser desleal, de negarse a hablar con la directiva, de organizar partidos amistosos en beneficio propio y de la sequía en el fútbol base. También se quejó de los privilegios de Jordi Cruyff. “Si alguien ha hecho algo para que Cruyff triunfe he sido yo”, remachó.