¿El regreso al 4-4-2, una tentación real?

Toni Juanmartí

Toni Juanmartí

"No podemos encajar en todos los partidos". Palabra de Messi. El capitán azulgrana se mostró contundente tras un nuevo tropiezo, esta vez ante el Athletic. El Barça ha recibido cinco goles en los últimos tres enfrentamientos, lo que reabre el debate en la pizarra: ¿regresará Valverde al 4-4-2 que tanta consistencia le dio en su primer año? ¿Quién sería el gran perjudicado con un hipotético cambio de sistema?

A estas alturas el curso pasado, los azulgranas sumaban siete puntos más. Llevaban 21 de 21, habiendo encajado solo dos goles, seis menos que en la presente campaña. También habían marcado más: 23 por los 18 de ahora, aunque la media sigue estando por encima de 2,5 goles por encuentro. El problema pues, está atrás. "A la mínima nos hacen gol y somos conscientes de ello. Tenemos que mejorar", reconoció Messi.

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Se habló, y mucho, de las preferencias tácticas del 'Txingurri' cuando fichó por el Barça. No hubo mucho tiempo para el debate, pues la lesión tempranera de Dembélé condujo automáticamente al 4-4-2 con Messi y Luis Suárez arriba. Paulinho se afianzó en el once y a partir de conceder poco llegaron los resultados. Sin ir más lejos, la Juventus, que en el último año de Luis Enrique vapuleó al Barça en Turín, fue incapaz de batir a Ter Stegen en 180 minutos.

Gran parte de los automatismos generados saltaron por los aires este verano. La marcha de Paulinho y la irrupción de un mejorado Dembélé volvieron a instaurar el 4-3-3 en la libreta de Valverde. Las buenas actuaciones del extremo galo y las victorias enlazadas parecían enterrar el 4-4-2. Pero una semana negra ha bastado para destapar la caja de las dudas. ¿Es demasiado frágil este Barça con el 4-3-3?

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Messi se siente mejor con el tridente. Neymar antes y Dembélé ahora tienen capacidad de desequilibrio y eso genera más espacios para el argentino. Por contra, la medular sufre más: Busquets tiene que abarcar mucho más terreno y Rakitic está mucho más exigido en defensa, donde debe multiplicar sus ayudas en la banda de Leo. Y a todo esto hay que añadirle el perfil claramente ofensivo de Philippe Coutinho.

Con tres delanteros, el equipo se rompe más. Se pudo ver en el inicio de la segunda parte en Anoeta, aunque pasar al 4-4-2 sería fulminar la profundidad. Ésta quedaría reducida a las apariciones de Jordi Alba por el carril. Su conexión con Messi, por cierto, ha salvado al Barça en más de una ocasión.

Si Valverde sacrifica a un delantero, Dembélé tiene todos los números para ser el escogido. Sentar al francés sería cortarle las alas ahora que empieza a volar, pero parece la única opción. Busquets y Rakitic son fijos, mientras que Coutinho está demostrando que prescindir de él es un lujo excesivo.

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El regreso del 4-4-2 tiene otro hándicap: Arturo Vidal no es Paulinho. El brasileño no fue nunca el 'stopper' que algunos creían, pero vino en plena forma y dio rendimiento inmediato. El chileno, en cambio, parece todavía falto de rodaje y adaptación. Colocar a Sergi Roberto en la media y a Semedo en el lateral sería la alternativa, aunque el portugués no acaba de convencer. De Arthur, de momento, no hay noticias.

En cualquier caso, el partido del Tottenham viene marcado por un asterisco. Los de Pochettino aprietan en Wembley, son un equipo físico y tienen la necesidad imperial de lograr los tres puntos tras haber caído en la primera jornada. Así, las opciones de que Valverde refuerce el centro del campo son altas, sin que eso sirva como declaración universal del regreso al 4-4-2.