Quique Setién, un gran maestro del ajedrez y de la estrategia

El día que Setién jugó al ajedrez conta Kárpov

El día que Setién jugó al ajedrez conta Kárpov / YOUTUBE

David Rubio

David Rubio

A sus 61 años, Quique Setién ha alcanzado la madurez personal y como entrenador, pero no es un técnico al uso cuya una preocupación sea el fútbol.

<strong>La otra gran pasión del cántabro desde su adolescencia es el ajedrez</strong>, modalidad que en cierta medida ha influido en su concepción del balompié y en su manera de tomarse las cosas.

Su padre le enseñó a jugar, aunque tardó en engancharse. No lo hizo hasta unos años después, cuando conoció a un grupo de amigos que jugaban a diario.

De hecho, todos ellos pertenecían al Club Torres Blancas, del que todavía sigue siendo socio en una clara prueba de su compromiso con sus orígenes y de su normalidad.

Sin embargo, a medida que empezó a hacer carrera en el Racing de Santander empezó a faltarle el tiempo para pasarse noches estudiando y tratando de mejorar como había hecho hasta entonces.

Todo cambió cuando fichó por el Atlético de Madrid en 1985, donde encontró un perfecto compañero de partidas como Julio Salinas, aunque el exazulgrana no estaba tan 'metido' 

Un directivo rojiblanco le regaló una de las primeras máquinas electrónicas de ajedrez y mientras algunos compañeros escuchaban música o leían en los desplazamientos, el nuevo míster azulgrana se pasaba horas y horas con su maquinita como un niño la mañana del 6 de enero.

En el Atlético se ganó el sobrenombre de 'El Ajedrecista' y durante su exitosa etapa en el Logroñés se disfrazaba de 'Gran Maestro' para jugar simultáneas frente a Poyatos, García Pitarch y el exseleccionador español y actual técnico sevillista Julen Lopetegui. ¡Y las ganaba casi todas, por no decir todas!

Todo ello según confiesa en una entrevista al diario 'Marca', el que más problemas le planteaba era Pedro Alba, un exjugador del Racing que llegó a disputar 128 encuentros en Primera en la década de los 80.

Desde que colgó las zapatillas ha intentado encontrar el equilibrio prefecto entre el fútbol y el ajedrez en cuanto a colocación de piezas/jugadores, armonía en los movimientos, y, sobre todo, equilibrio.

En esa historia de amor con el ajedrez, Quique Setién ha recibido varios regalos que vivió con tanta ilusión como el día que debutó en Primera con el Racing o cuando clasificó al Betis para la Europa League.

Y es que el sustituto de Ernesto Valverde tuvo el honor de enfrentarse a Garri Kasparov, 'El Ogro de Bakú', en sus días el campeón mundial más joven de la historia y actualmente gran crítico con el régimen de Vladimir Putin.

También se midió a Deep Blue Junior, una de las primeras máquinas casi perfectas de ajedrez que también derrotó en varias ocasiones al propio Kasparov.

La última gran sorpresa la recibió durante su reciente etapa al frente del Betis, cuando tuvo la oportunidad de jugar contra el mítico Anatoli Karpov en Sevilla.

El genio exsoviético jugó 10 simultáneas y Setién fue el que más tiempo aguantó con vida. "Es como cumplir un sueño, me hizo mucha ilusión", afirmó el técnico.

De esa filosofía ajedrecística, Quique Setién extrae reflexiones y frases geniales como la comparativa que hizo entre piezas y estrellas del fútbol. "Joaquín sería un alfil y Messi la dama, porque lo hace todo bien.

"En el ajedrez y en el fútbol es muy importante controlar el centro del tablero y la perspectiva. No cómo están las piezas en ese momento, sino cómo van a estar dentro de una serie de movimientos", destaca el norteño.

Por cierto, una curiosidad. Con sus 2.055 puntos en el ránking ELO que acumula de su época como jugador, podría haber disputado una Olimpiada de Ajedrez con unas cinco decenas de países.

<strong>Ahora le tocará dominar el tablero del Camp Nou</strong> y saber colocar a las piezas en torno a la dama, un Leo Messi que puede encajar a la perfección en esta filosofía 'postcruyffista'.