¿Qué fue de Salva Garcia Puig? Jugando con las palabras

Salva, en un partido en el Camp Nou

Salva, en un partido en el Camp Nou / Sport

Javier Giraldo

Javier Giraldo

"La verdad es que me gustaría poder hacerlo, pero no creo que tenga la capacidad”, confiesa cuando en la conversación surge la posibilidad de escribir un libro. Podría hacerlo, por todo lo que ha leído y porque es un enamorado de las palabras, como cuando era jugador del Barça y en lugar de jugar a las cartas con sus compañeros, se dedicaba a leer.

De hecho, ni siquiera sé jugar a las cartas”, explica ahora Salva Garcia Puig, el central que triunfó en el Zaragoza y en la selección y que en el Barça se quedó a medias, víctima de una guerra judicial entre Zaragoza y Barça que le quitó un año de fútbol. 

Su carrera futbolística había empezado de niño en su Sant Adrià natal, en el Sant Gabriel, pero pronto lo captó el Barça. Empezó en el juvenil, donde no tardó en dejar muestras de su perfil, más del siglo XXI que del XX: era un central fino y con una buena salida de balón, quizá demasiado elegante para aquel fútbol de centrales contundentes que se estilaba a mediados de los ochenta. “Un jugador raro”, confiesa: tanto que cuando estaba en el Barcelona Atlètic, el entrenador del Zaragoza, Leo Beenhakker, le reclutó como parte de la operación del traspaso de ‘Pichi’ Alonso, a pesar de que Udo Lattek también lo quería para el primer equipo del Barça. 

Del Zaragoza al cielo

En La Romareda, Salva explotó: solo había jugado diez partidos cuando recibió la llamada de la selección (con la que jugaría la final de la Eurocopa de 1984; es él quien sale en las fotos del error de Arkonada ante Francia echándose las manos a la cabeza), así que dos años después, Núñez le reclamó para incorporarse al primer equipo del Barça. 

Había rumores de que el Madrid le quería (Valdano y Beenhakker se irían a Chamartín) y el Barça no podía correr ese riesgo. Pero el Zaragoza denunció y el caso se enquistó: Salva estuvo un año sin poder jugar. Entrenaba con el Barça, pero el club tenía miedo de exponerse a una sanción en caso de alinear a Salva. 

un año en blanco

“El Barça iba camino de ganar la Liga y Núñez no quería arriesgarse a perder puntos por una sanción”, recuerda Salva. “Yo me dedicaba a entrenar, pero no jugaba: no acabé en el psiquiatra porque soy una persona bastante equilibrada; pasé de estar en la cresta de la ola a no jugar durante una temporada”.

El caso se resolvió un año después, en el verano de 1985, con el fichaje de Amarilla por el Barça, pero Salva nunca fue uno de los centrales preferidos por Terry Venables, así que buscó minutos con una cesión al Hércules. “Teníamos buen equipo, pero no logramos salvarnos: en los partidos decisivos, tanto Kempes como yo nos lesionamos”, explica.

Volvió al Barça, sobrevivió al motín del Hesperia y formó parte de la primera plantilla que Johan Cruyff dibujó como técnico blaugrana, pero no tuvo continuidad y en 1989 cambió de aires. Se fue al Logroñés, donde rindió tres años a buen nivel hasta que una dura lesión le obligó a retirarse. “Era un partido de Copa en el campo del Orihuela, me rompí la rodilla por mil sitios y cuando me recuperé ya sabía que no podría ser el mismo”. 

retirado a los 31 años

Tenía 31 años, Barcelona disfrutaba de sus Juegos Olímpicos y Salva se despedía del fútbol para siempre. No quiso convertirse en entrenador (“es un trabajo complicado, conlleva cometer injusticias, hay que tener un carácter muy especial”) y prefirió dedicarse a sus negocios, como las escuelas de idiomas que había fundado años antes, una en Sant Adrià y otra en Salou. En Sant Adrià abrió después una segunda escuela, centrada en cuestiones como la psicología o la logopedia. Ya no usa Twitter, pero cuando lo hacía, compartía "pensamientos" que invitaban a una reflexión serena y pausada. 

También fundó Sky&Earth, una empresa de fotografía interactiva que se encagaba de producir el Tour Virtual del museo del Camp Nou, pero hace algunos años que lo dejó para encargarse de su padre, que arrastra problemas de salud.

Un susto de salud

La salud también le dio un susto al propio Salva (le detectaron un tumor similar al de Tito Vilanova poco antes del fallecimiento del técnico del Barça), pero está totalmente recuperado, dispuesto a seguir pensando en ese libro que algún día escribirá.