¿Qué fue de Juan Carlos Rodríguez? El profesor que enseña a disfrutar

Juan Carlos, en su presentación con el Barça, en junio de 1991

Juan Carlos, en su presentación con el Barça, en junio de 1991 / Sport

Javier Giraldo

Javier Giraldo

Serios y concentrados, todos miran a la cámara o al vacío. Faltan solo unos minutos para que empiece la final de la Copa de Europa de 1992 y todos los jugadores del Barça reflejan en sus caras el peso de la presión. Todos salvo uno, que sonríe relajado, consciente de que es un momento para disfrutar. 26 años después de aquella foto, Juan Carlos Rodríguez sigue sonriendo igual.

“Habían sido unos días previos muy tensos”, recuerda, “y todos sentíamos esa urgencia histórica por ganar aquella final; no solo de la afición, también de la sociedad catalana”. Por eso Cruyff soltó aquello de salid y disfrutad. A tenor de las caras de la foto, solo Juan Carlos le hizo caso. “Siempre he procurado mantener la filosofía de disfrutar cada momento, sin presionarme demasiado. Mis compañeros siempre me decían que era capaz de hacer un chiste en un velatorio”, explica.

un leonés en pucela

La historia de Juan Carlos arranca en Puente Castro, el barrio de León donde se crió y donde le fueron a buscar emisarios del Barça y del Madrid. “Yo decía que no, que no me quería mover de casa”, detalla. Al final, se lo llevó el Valladolid porque su hermana se acababa de instalar allí. Estuvo dos años en el juvenil y otros dos en el filial, “dándome barrigazos en los campos de Tercera división de Castilla”, antes de recibir la llamada de Vicente Cantatore para debutar en Primera.

En 1987, otra llamada le hizo trasladarse a Madrid: era Jesús Gil, que acababa de llegar a la presidencia del Atlético. Estuvo cuatro años en el club del Manzanares y pudieron ser más, pero una discusión de última hora con Gil cambió el guión por completo.

del atlético al barça

“Johan [Cruyff] y Charly [Rexach] me habían llamado varias veces para firmar por el Barça, pero yo les dije que seguiría en el Atlético. Esa era mi intención. Pero a última hora, tuve un desencuentro con Gil, llamé a Rexach y le pregunté si su oferta seguía en pie. Dos horas después, Carlos Naval [delegado del Barça] estaba en mi casa de Madrid con el contrato redactado. Fue así de rápido, ¡ni siquiera pude contárselo a mi mujer!”. Gil, por cierto, acabó denunciando a Juan Carlos y al Barça, pero los tribunales dieron la razón al jugador.

En Barcelona, Juan Carlos disfrutó de la mejor época del Dream Team, entre 1991 y 1994: una Copa de Europa y tres Ligas. La irrupción de Sergi le obligaría a pedir un cambio de aires. “Me lesioné el día que debutó Sergi, y cuando volví a jugar, él ya era casi internacional”, explica.

una conversación con luis aragonés

Se fue al Valencia, pero vivió una “temporada frustrante” y de transición que sin embargo, tuvo un final difícil de olvidar. “Acabé el primer año y había llegado a un acuerdo con el Tenerife para irme libre, pero Paco Roig pidió dinero y todo se complicó. Le expliqué la situación a Luis Aragonés, le dije que me querían dejar sin dorsal y lo que me dijo me cambió la vida. ‘Si a usted le hacen eso, yo me tendría que ir’. Desde entonces me involucré mucho más, casi podría decirse que me convertí en un líder”. Tal cual, porque llegó al Valladolid y le dijo a su entrenador, un joven Rafa Benítez. “El brazalete lo llevará quien tú elijas, pero el capitán voy a ser yo”.

En 1999 le llegó la retirada. Pudo seguir jugando (tuvo una oferta del Villarreal y otra de Estados Unidos), pero prefirió dejar el fútbol. “Quizá no fui valiente o me faltó ambición”, lamenta. Montó una asesoría en Valladolid, dedicada básicamente a futbolistas, aunque el césped le seguía tirando.

director deportivo en valladolid

En 2012 entró en el Valladolid: fue entrenador del filial y trabajó cuatro años en la dirección deportiva, junto a Roberto Olabe y Alberto Marcos, hasta que se peleó con el presidente. “Cuando estás tan comprometido emocionalmente y las decisiones las toman otros… mal asunto”.

Enamorado de la formación, Juan Carlos disfruta ahora trabajando con niños desfavorecidos, empleando el fútbol como ayuda: es el director de las escuelas de la fundación de Eusebio Sacristán. Vuelve a estar a pie de campo, con niños con síndrome de Down, discapacitados, gente de Proyecto Hombre y de la Fundación Intras.

“Es una maravilla poder ayudarlos, es algo muy enriquecedor”, sostiene. Pero no pierde de vista el fútbol profesional. “Lo echo de menos, la verdad”. Si vuelve a sonar el teléfono, estaría dispuesto a hacer las maletas. “Ya que mis hijos no se van de casa, pues me voy yo”, bromea. Forma parte de los Legends, el equipo de ex jugadores del Barça. Por supuesto, con el brazalete de capitán.