La première de Setién

Quique Setién: revolución... con sonrisas

Quique Setién implanta cambios en la dinámica diaria del equipo / Marta Fernández

Dídac Peyret

Dídac Peyret

"Esto ha sido un regalo absolutamente inesperado. Estos días, cuando me despierto, aún  pienso: ¡Me voy a entrenar a estos jugadores!  Es que es el mejor sitio donde se puede estar”. Quique Setién sigue asombrado cuando alguien le recuerda que es el entrenador del Barcelona.

Hay en él incredulidad, pero también deseo. Como ocurre con las noticias que llegan sin avisar.  Y Setién sabe que está ante la oportunidad de su vida, aunque le haya llegado a los 61 años y tras una serie de rocambolescas circunstancias.

Hoy vivirá su première en el Camp Nou. Y lo hará en un ambiente de expectación. Porque, tras semanas de desgana, la afición vuelve a tener ganas de domingo y de ver a su equipo.

La culpa la tiene la llegada de un entrenador que aterriza con el mejor eslogan: “Garantizo que jugaremos bien”. Del pragmatismo de Valverde al romanticismo de Setién. De la flexibilidad táctica a la radicalidad ‘cruyffista’

Un relevo llevado con torpeza por el club, que vio como se aireaban todas las negociaciones y figuras históricas como Xavi o Koeman le daban la espalda.

Un sainete en el que Valverde pareció un espectador más, pendiente de los movimientos del club. Sabiéndose ya sentenciado con el mismo ademán de estoicismo que le ha acompañado en toda su etapa en el banquillo.

La imagen del Txingurri saliendo de la Ciudad Deportiva con una sonrisa fue el mejor resumen de lo ocurrido. Perplejidad y alivio. Después de meses con cara de hartazgo Valverde volvió a sonreír. Lo hizo en su último día y se despidió con una carta muy de su estilo. Sin una mala palabra para nadie.  Hola, gracias y adiós.

Su etapa parecía haber tocado fondo en Anfield. Pero Bartomeu le concedió una última oportunidad. Se marchó dejando líder al equipo en la Liga y la Champions a mitad de temporada. Un escenario que al propio Setién le resulta extrañísimo. 

Intervencionista Setién

El extécnico del Betis ha llegado con ganas de meter mano en el equipo desde el primer día. Cambiando hábitos de entrenamiento y dejando entrever que el equipo necesitaba salir de la zona de la complacencia. 

Setién ha llegado para hacer de Setién. Y si cuando entrenaba en Segunda B fue fiel a su ideario de ser protagonista y atacar, ahora nadie espera otra cosa que no sea un Barça alegre y ofensivo. “Si mi equipo gana pero no juega bien, me voy enfadado a casa”, asegura.

En sus primeros días se ha esforzando en hacerse entender. En la Ciudad Deportiva con sus jugadores. Y también en las ruedas de prensa con los medios de comunicación. Charlas, alguna cena para hacer grupo y la voluntad de ganarse a los jugadores con su ideario. “No conozco a ningún niño que jugando en la escuela no quiera el balón. Si los jugadores  disfrutan es más fácil que luego también hagan cosas en el campo que les apetezcan menos”.

El discurso está claro. Y para triunfar en el Barça cuenta con la ilusión del que cumple un sueño. También con la experiencia de haber sufrido la cara más cruda de los banquillos en clubes como el Poli Ejido, el Logroñés o la selección de Guinea Ecuatorial. Ayer dejó entrever que no habrá revolución, pero que espera que todos los jugadores se sientan conectados al proyecto. 

“Quiero que estén todos conectados pero no voy a negar que hay jugadores que se han ganado una jerarquía”, aunque matizó:  “Me gusta pensar que todos se ven con las mismas oportunidades”. 

De momento parece que ha empezado con buen pie la relación con Messi. Ambos han conversado estos días y el técnico reconoce que disfruta con la posibilidad de entrenar al mejor del mundo.  Enfrente le espera hoy (21.00/Movistar LaLiga)  el Granada, un rival que parece asequible para que el estreno de Setién sea un éxito.

Hoy, y contra pronóstico, empieza una nueva era. Nadie sospechaba que la Supercopa más descafeinada de los últimos tiempos cambiaría la vida de Valverde y Setién.