Pjanic-Koeman, divorcio a primera vista

La falta de entendimiento entre ambos se fraguó ya en las primeras sesiones de entrenamiento

El bosnio inició el curso con muy poco ritmo tras haber pasado la COVID-19 durante sus vacaciones

El mensaje de Pjanic a la afición del Besiktas

El mensaje de Pjanic a la afición del Besiktas / @besiktas

Toni Juanmartí

Toni Juanmartí

Miralem Pjanic confirmó en los últimos días su cesión al Besiktas turco. El centrocampista bosnio buscaba no pasarse otro año en el banquillo, algo que seguramente habría sido así de continuar bajo las órdenes de Ronald Koeman. No es ningún secreto que la relación entre ambos no era la más idónea. El técnico no contaba con Pjanic y Pjanic no entendía el motivo de su 'marginación', tal y como admitió recientemente en una entrevista a 'Marca'. Lo cierto es que el 'feeling' entre ambos faltó desde los primeros días.

Tras anunciarse su fichaje por el Barça, Miralem tuvo la mala fortuna de enfermar por COVID-19. Durante sus vacaciones, el ex de la Juventus sufrió un virus que le dejó en un estado físico débil. Cuando arrancó la pretemporada -más tarde que sus compañeros-, el jugador mostró un tono físico más que discreto, algo entendible tras haber quedado debilitado por la COVID-19. Ya en los primeros entrenamientos, el bosnio se vio a remolque. El grupo iba a un ritmo y él, a otro.

A todo esto hay que añadirle que el centrocampista bosnio nunca ha sido un tipo especialmente explosivo. Su tipo de juego hace que suela mantener una carrera constante pero no eléctrica. Unido a que no estaba en su mejor momento de forma, a Koeman no le entró Pjanic por los ojos, pues consideró que el jugador podía y debía ejercitarse a una intensidad más alta. El jugador, por su parte, confiaba en ir cogiendo el tono progresivamente.

Así las cosas, la aparición de Pedri, una bendición total, complicó todavía más la situación del bosnio, ya que el tinerfeño se postuló como socio principal de Busquets y Frenkie de Jong en la medular. Después, y a pesar de que Pjanic fue titular por ejemplo en Turín, la realidad es que al jugador le costó encontrar sensaciones. Para ello necesitaba enlazar partidos pero para jugar necesitaba, creía Koeman, estar en mejor forma. Un pez que se vino mordiendo la cola hasta que el divorcio se hizo inevitable. Tanto es así que el diálogo entre ambos pasó a ser mínimo.