El personaje
Pizzi, un 'extraño' a la sombra de Ronaldo
El actual técnico del Valencia fue un actor secundario en su etapa como jugador del Barça. Su fútbol se alejaba de la delicadeza del estilo azulgrana
Dídac Peyret
Juan Antonio Pizzi (Santa Fe, 7-06-1986) aún le da vueltas a los motivos que le llevaron a no tener el protagonismo deseado en su etapa en el Barcelona. El argentino llegó con la carta de libertad procedente del Tenerife en plena madurez con un perfil muy definido. Un nueve clásico, técnicamente discreto, siempre puntual en el área. Un oportunista con buena fama en los vestuarios y talante ganador.
En el conjunto azulgrana fue a menudo un actor secundario, en primer lugar porque coincidió con la irrupción de un fenómeno llamado Ronaldo en su primera temporada. Y en segundo, porque su fútbol no mezclaba bien con el juego de pases azulgranas. Coincidió con un Robson que aplicó un 4-2-3-1; un sistema revolucionario para una hinchada poco familiarizada con el doble pivote. Cuestionado por una propuesta supuestamente defensiva –el recuerdo de Cruyff seguía más vigente que nunca– paradójicamente el equipo sufría en defensa. El debate se centraba, entonces, en futbolistas como De la Peña, o incluso Stoichkov. Pizzi permanecía en un segundo plano, pues se aceptaba su condición de comodín.
La falta de continuidad, sin embargo, no le impidió ganarse el cariño de la afición. Pizzi caía bien porque su discurso era amable y cuando entraba en el campo era un futbolista esforzado. De origen argentino, pero nacionalizado español, siempre fue un futbolista de carácter como demostraba en las celebraciones de los goles, siempre intensas. Algunos también recuerdan el monumental enfado tras ser sustituido en el Sánchez Pizjuán por Nadal. Pizzi pateó una botella antes de sentarse en el banco, una acción de la que no tiene muy buen recuerdo.
El delantero trató de amoldarse el curso 1996-97 a un papel de revulsivo. Un rol que justificó en su noche mágica ante el Atlético de Madrid. Ocurrió el 13 de marzo de 1997, en un partido copero, y su tanto –el 5-4 que daba el pase al Barcelona– es tan recordado como su narración a cargo del periodista Joaquim Maria Puyal.
El gol convirtió el Camp Nou en un desparrame monumental. “¡Pizzi, Pizzi, Pizzi, Pizzi! ¡Che, qué bueno que viniste, qué bueno que llegaste! ¡Pizzi, Pizzi, Pizzi! ¡Sos macanudo! ¡Pizzi, viejo!”, fue el grito de Puyal. En la rueda de prensa Robson definió a sus jugadores como héroes mientras en las entrañas del vestuario la plantilla consolaba a un Baía hundido. En las gradas la presencia de Van Gaal auguraba cambios en el banquillo el próximo curso. Días más tarde, Stoichkov atribuyó la remontada a la autogestión de los jugadores y Ronaldo reivindicaba la figura de ‘Lo Pelat’: “Me gusta jugar con él porque siempre busca los delanteros”. Pizzi anticipó en el Barcelona la figura de Larsson, otro extraño en el sistema del Barça. Menos suerte tuvo con un Van Gaal del que ahora menciona como una gran influencia, en su segunda temporada. Louis trajo un 4-3-3 y regresó al manual holandés; un escenario complicado para un futbolista de área, sin mucha participación en el juego.
Como azulgrana coleccionó títulos (Copa (2), Recopa, Supercopa de España, Liga y Supercopa de Europa) y menos goles de los esperados (19 en 72 partidos). Para la afición siempre será Macanudo, protagonista de una de los momentos más cinematográficas de la historia del club. Una remontada imperecedera.
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