Se aislarán del entorno para evitar más interferencias en su amistad

Pep y Tito firman la paz

La reconciliación es un hecho aunque nadie quiere prisas y más intoxicaciones

Tomàs Andreu

Pep Guardiola y Tito Vilanova sí han firmado la paz. Otra cuestión bien distinta es que ambos técnicos hayan recuperado el grado de amistad que les unió hasta que el entrenador de Santpedor anunció el punto y final a su dilatada etapa en el banquillo blaugrana. Esa relación, por ahora, todavía deberá esperar a que las profundas heridas de uno y otro lado hayan cicatrizado en su totalidad. De momento, fuentes próximas a ambos técnicos se han limitado a confirmar que el primer paso está dado desde hace semanas y que los contactos entre Pep y Tito son periódicos.

En las últimas horas han surgido múltiples opiniones señalando que ambos entrenadores ya han recuperado la amistad de antaño. De forma simultánea, algunos medios han reiterado que la máxima frialdad sigue presidiendo el día a día entre los dos técnicos. Pues bien, ni lo uno ni lo otro. Guardiola en su día hizo lo posible por tender puentes y retomar las vías del diálogo, mientras que Vilanova recogió el guante dispuesto a reconducir la tirantez manifiesta. Desde entonces, la comunicación ha sido permanente y fluida.

Ambos llegaron a admitir que la marcha de Guardiola del Barça y su año sabático en Nueva York generaron un distanciamiento entre los dos técnicos y sus respectivas familias. La constatación pública de estas diferencias se hizo más que evidente durante el arranque de la pretemporada. En pleno mes de julio, Pep sorprendió a propios y extraños en el transcurso de una rueda de prensa en pleno stage del Bayern Múnich en tierras italianas. “Me fui a 6.000 kilómetros de distancia y pedí a la directiva del Barça que me dejaran tranquilo. Y no lo han conseguido. No han cumplido su palabra. Este año ha habido demasiadas cosas en que se han pasado de la raya. Utilizar la enfermedad de Tito Vilanova para hacerme daño es algo que no olvidaré nunca”.

Las palabras de Guardiola cayeron como un jarro de agua fría y pocos días después tuvieron cumplida réplica por boca del presidente y del propio Tito Vilanova. “Pep no estuvo acertado, me sorprendió. No creo que nadie de la Junta me haya utilizado para atacarle. A mí me han ayudado en todo lo posible. Me vi con Pep en una visita que hice a Nueva York en dos días. Luego estuve dos meses y cuando me operaron e hicieron el tratamiento no nos vimos, pero no fue por mi culpa. Él consideraría que era mejor no vernos. Es mi amigo y yo le necesitaba”.

Este duro cruce de declaraciones en el inicio del mes de julio constató la fractura entre los dos viejos amigos. Sin embargo, la crudeza de las palabras marcó un punto de inflexión. Pep y Tito, aconsejados y ayudados por amigos comunes, entendieron que la situación había llegado a unos extremos insostenibles. A todo esto, y por si fuera poco, la disputa dialéctica coincidió en el preciso momento en que el entonces todavía entrenador del Barça se sometía a un chequeo exhaustivo que hizo aconsejable su renuncia inmediata al banquillo blaugrana para encarar un nuevo tratamiento médico. Otro mazazo en toda regla que agitó los cimientos y que contribuyó a que todas las partes recapacitaran con urgencia.

Unos días después del cruce de manifestaciones en rueda de prensa, Guardiola recurrió a su teléfono y envió una SMS en tono conciliador a Vilanova. La situación se repitió y finalmente Tito atendió el ruego y respondió. Desde entonces, este contacto se ha convertido en práctica habitual. Los canales comunicativos telefónicos se han mantenido abiertos de forma permanente. Una vía que ha permitido al de Santpedor estar al corriente de la evolución de todo el proceso de salud de su amigo mientras que desde Barcelona también se ha seguido de cerca su proceso de adaptación a la Bundesliga.

Pep y Tito han retomado los contactos aunque manteniendo algunas cautelas. En primer lugar, ambos han entendido que no es bueno estar pendiente del entorno y las posibles intoxicaciones procedentes de ambos bandos. Los dos coinciden en que una comunicación directa evitará malas interpretaciones y nuevas acusaciones o desmentidos que pueden enturbiar el proceso reconciliador iniciado ya en julio. Las últimas declaraciones de Pep para valorar su amistad con Tito no dejan lugar a dudas sobre el camino a seguir. Ambos entienden que su amistad debe regresar al ámbito estrictamente privado y blindarán en la medida de lo posible sus encuentros y charlas.

El intenso tratamiento médico al que está sometido Tito y el arranque de la Bundesliga han dificultado hasta día de hoy el segundo paso, el más esperado por todos: el nuevo encuentro privado cara a cara. No consta que Guardiola y Vilanova hayan compartido mesa o simplemente se hayan visto unos minutos en cualquiera de ambos domicilios. Las agendas no han coincidido y se esperará a que más tarde o más temprano sea factible. Ninguna de las partes quiere acelerar este paso trascendental. La predisposición es total y absoluta y solo es cuestión de tiempo.

Y es que Tito se encuentra estos días sometido a una de las fases más delicadas del tratamiento médico. Sus apariciones públicas son nulas y se está a la espera de culminar todo este proceso para conocer con mayor precisión un nuevo diagnóstico sobre su estado de salud. Lo que también ha trascendido es que hace solo unos días, Vilanova y Sandro Rosell disfrutaron de una cena conjunta.