Pep, una década sin Champions tras toparse con una roca

10 años y un día después de levantar su última orejona con el Barça, Pep continúa sin poder sacarse esa espina de encima

En un año increíble y de dominio aplastante en Inglaterra, el City se topó con un equipo trabajadísimo y que desarboló su dominio

Guardiola: "Pocos reproches tengo"

El entrenador del Manchester City habló tras el revés en la final de Champions /

Sergi Capdevila

Sergi Capdevila

Transcurrían los minutos y los fantasmas iban cogiendo sitio en el palco. Al lado de Ceferin y sus camaradas. Los detractores afilaban sus cuchillos. 10 años desde la última Champions ganada. Una travesía por el desierto para los que la ‘orejona’ significa absolutamente todo. Más que implantar un estilo. Más que lograr ‘pókers’ y tripletes o de alcanzar récords inauditos con un fútbol revolucionario, repleto de variantes y que ha rozado la excelencia. 

Llegar a la final ahora da sentido a todo lo que hemos hecho en los últimos cuatro o cinco años. Estos futbolistas han sido constantes”, había comentado Guardiola en la previa, consciente de todo lo recorrido a lo largo de este tiempo. De las horas que ha empleado intentando perfeccionar una máquina ‘citizen’ que ha marcado una época en la Premier (lo está haciendo) y que quería asestar el golpe europeo.

Pep sabía que el proyecto, los dólares inyectados año tras año por los emiratís, requerían una catapulta más allá del indudable mérito de mandar en la Liga más competitiva y dura del planeta. Y, una vez en ella, en la final, logrado el paso más difícil, el último hacia el premio más codiciado, había que aprovecharlo. La lógica, la regularidad, la estética. Todo iba encaminado hacia una victoria ‘citizen’. Más o menos holgada.

Pero enfrente había un equipo trabajado, físicamente portentoso, punzante con espacios y ordenado a la hora de defender en bloque bajo. Y con un tal Kanté, claro. Un tipo indescriptible. Indescifrable. Un híbrido capaz de hacerlo bien en cualquier faceta. Un corrector, un lanzador, un conductor, un pulmón. El desenlace fue cruel para Pep y para el City. No injusto por lo se vivió a lo largo de los 97 minutos de juego. Pero sí por lo que Guardiola ha construido a lo largo de esta última década. Dejando huella en Munich. Edificando y llevando al Olimpo del fútbol al City.

10 AÑOS Y UN DÍA

Se nos hace tan lejano ese 28 de mayo de 2011. Muchos recordamos perfectamente cómo y dónde lo vivimos, pero han sucedido tantas cosas desde entonces. 10 años y un día después de alcanzar su última final y de componer otra sinfonía celestial con el Barça, Guardiola se plantaba a las puertas del título más ansiado, la Champions que tan esquiva le había sido a lo largo de este tiempo. Dos finales de dos ganadas, ambas de azulgrana, era su historial hasta anoche.

Salió al verde su City con el sello que viene imprimiendo desde que aterrizara allá por 2016. Muchos señalan que el equipo actual es el mejor de la era Guardiola en Manchester. Un conjunto capaz de jugar sin un ‘9’ referencia (algo con lo que empezó a jugar en Barcelona), de, como ayer, no salir con un centrocampista de contención, de hacer circular el balón de forma vertiginosa y de obligar a rotar y moverse a sus jugadores cual equipo de fútbol sala

Pero la verdad es que esa máquina que este curso por momentos ha rozado la perfección anoche se topó con un muro. Un equipo joven, irreverente, diablesco al contraataque y que supo defender de forma tan ordenada y estructurada que apenas ofreció fisuras a un rival que no cejó en su empeño ni desistió, pero que apenas gozó de oportunidades claras contra el marco de Mendy.

Hay que sacarse el sombrero ante lo que ha sido capaz de hacer Tuchel con un equipo inseguro y endeble con Lampard y al que el técnico alemán, pragmático como pocos, ha dotado de una personalidad imponente. Un equipo rocoso, pero al mismo tiempo con chispa en unas transiciones para poner en bucle en los cursos de entrenador. 

EL RECONOCIMIENTO

“Lo es, es el mejor equipo del mundo”. El propio César Azpilicueta, que volvió a dejar claro que es uno de los mejores competidores del mundo, un líder, lo reconocía aún con la sangre caliente. Tuchel lo admitía en la previa. Pero a no ser que las diferencias sean absimales el téorico inferior siempre tiene sus oportunidades, sus chances. Y el planteamiento juega un papel clave. El tópico de que son 90’ y todo puede pasar por muy ‘pastelero’ que parezca viene como anillo al dedo.

Guardiola seguirá en Manchester. Probablemente bastante tiempo. Está a gusto, le dejan autonomía total para hacer y deshacer, tiene un entorno de trabajo ideal. Y casi con toda seguridad regresará a un escenario como el de anoche. No podemos afirmar que logrará por fin subir al peldaño más alto del podio porque jugar a dibujar el destino es caprichoso y hasta peligroso. Más allá de eso, lo que nos enseña el City-Chelsea en Porto es que para alcanzar estas cotas, para optar a superar el último escalón, debes tener una voracidad tremenda.

Ver los primeros instantes del partido de ayer, el ritmo vertiginoso con el que salieron ambos conjuntos, el planteamiento valiente, ofensivo. Entre deleite y envidia andaría la cosa. A Pep se le sigue resistiendo. Tuchel ha entrado en el selecto grupo de los campeones.