Patrick O'Connell, una vida de película

Michael Andersen, director del documental 'Don Patricio', en la Antiga Fàbrica Estrella Damm, donde presentó el jueves 6 de junio el largometraje dedicado al que fuera entrenador del FC Barcelona

Michael Andersen, director del documental 'Don Patricio', en la Antiga Fàbrica Estrella Damm, donde presentó el jueves 6 de junio el largometraje dedicado al que fuera entrenador del FC Barcelona / JAVIER FERRÁNDIZ

David Salinas

David Salinas

Poco, o muy poco, se ha reconocido y valorado la figura del irlandés Patrick O’Connell, entrenador del FC Barcelona entre 1935 y 1940, en una de las etapas más oscuras e inciertas de la entidad azulgrana.

Solo la obstinación de Sue O’Connell, esposa de Mike, nieto de Patrick, ha permitido rescatar del olvido a un personaje de vida asombrosa y fascinante, llena de éxitos y fracasos personales y profesionales. Sue publicó en 2016 la biografía del técnico (The man who saved FC Barcelona. The remarkable life of Patrick O’Connell) y Michael Andersen dirigió después un documental (Don Patricio) para reparar le memoria de esta leyenda irlandesa.

Este jueves, en la Antiga Fàbrica Estrella Damm, enmarcado en el Offside Fest 2019, el festival internacional de cine de fútbol de Barcelona, tuvo lugar el primer pase de este riguroso y emotivo largometraje con subtítulos en castellano.

Patrick O’Connell (Dublín, 8 de marzo de 1887 – Londres, 27 de febrero de 1959), antiguo jugador del Sheffield Wednesday y Manchester United, equipo del que fue capitán y participó en el amaño de un partido en 1915, llegó a España en 1922 para entrenar al Racing de Santander, al que hizo campeón cántabro y metió en la primera Liga (1929).

Allí conoció a Ellie O’Callaghan, irlandesa como él e institutriz de los hijos del rey Alfonso XIII, con la que contrajo matrimonio poco después (no tuvieron descendencia) pese a estar casado con Ellen Treston y tener cuatro hijos: NancyNellMike Dan, a quienes dejó en Inglaterra y mandaba dinero por correo.

El fútbol lo llevó después al banquillo del Oviedo (1929-31) y Betis (1931-35), alcanzando con el cuadro andaluz la Liga 1934-35, la única que figura en el palmarés bético y que le valió a partir de entonces el tratamiento de “Don Patricio” .

El Barça

Pasó después al FC Barcelona, que ya lo quiso en 1931, porque con el Betis “ya no podía aspirar a más”, confesó. Agregó que “hoy ya no hago falta. Los jugadores se hallan en perfectas condiciones, poseyendo una experiencia y una moral que les basta”.

En el FC Barcelona armó un equipo de campanillas y con mucha juventud en sus filas: Ventolrà, Iborra, Zabalo, Fernández, Escolà, Raich, Balmanya, Gual y Munlloch, entre otros. Los llevó a ganar el Campionat de Catalunya 1935-36 con 9 victorias en 10 jornadas (44 goles a favor y 9 en contra) y a la final de Copa, que perdieron contra el Real Madrid en Mestalla (2-1).

Con la guerra (1936-1939) pudo cancelar su compromiso como técnico, pero cogió el timón con las dos manos y no abandonó el barco. Siguió junto a sus discípulos para conquistar la Liga Mediterránea (1937) y, después, comandó la expedición azulgrana en la salvadora gira de 1937 por México y Estados Unidos en busca de divisas. Y lejos de echar el ancla en América, regresó a Barcelona pese a continuar el conflicto bélico. “Mientras haya patatas en Barcelona, no me iré”, dijo.

"La única técnica es ganar"

En el fútbol de O’Connell, amante del juego adelantado, no existía la técnica. “La única técnica es ganar”, decía, para agregar que “un equipo podrá ser todo lo técnico que la crítica estime, pero si esta técnica no le sirve para marcar goles, es preferible que sea menos técnico y más práctico”.

Sus máximas fueron la velocidad, la verticalidad, la transición rápida defensa-ataque… Además, era de los que predicaba con el ejemplo. Ilustró siempre a sus jugadores con ejemplos prácticos y cierto aire paternalista.

Su contrato con el FC Barcelona terminaba en junio de 1940, pero se le rescindió con tres meses de antelación, aunque no por motivos deportivos sino estructurales. La entidad iniciaba entonces un proceso de renovación para poner rumbo a nuevos horizontes en los que el irlandés, de 53 años, ya no tenía cabida.

Trotamundos

El trotamundos irlandés volvió a Sevilla para devolver al Betis a Primera División (1941-42), después fichó por el Sevilla (1942-45) para volver a Heliópolis, donde experimentó la amargura del descenso de Segunda a Tercera (1946-47).

Luego regresó a los orígenes, al Racing, hasta 1949. Ahí dijo basta. Con 62 años fijó su residencia en Sevilla, una ciudad que le había robado el corazón. Amigo de toreros, como el camero Julio Pérez, ‘El Vito’, O’Connell residió en una pequeña y humilde vivienda delante del parque de María Luisa.

Sobrevivió gracias a la ayuda de algunos amigos, de varios actos benéficos y a las clases de inglés que impartía su esposa. En 1954 puso rumbo a Londres, donde su hermano tenía un pequeño hotel pero acabó mendigando por las calles y ayudado por los servicios sociales. Falleció en el hospital londinense de St. Pancras en febrero de 1959 y fue enterrado en una tumba para pobres, sin lápida, olvidado. 

Ahora, 60 años después, aflora su excepcional historia, que contempla una brillante carrera futbolística como jugador y entrenador, por la que pagó el elevado coste de no poder iniciarse ni como esposo ni padre. Desde que se fue de Inglaterra, en 1922, solo tuvo roce con su hijo Dan, que se desplazó hasta Sevilla para encontrarlo, pero cuando 'Don Patricio' lo vio, lo primero que hizo fue preguntarle por el United...