Palau: una vida dedicada al Barça

La historia deportiva de Cuca Palau es la crónica de las ilusiones hechas realidad y, la personal, la del rotundo triunfo por los valores que difundió

Jugó en el Barça el curso 1968-69 y fue técnico del equipo de la Agrupació durante 17 años

Verano de 1968. Palau hizo realidad el sueño de su vida: enfundarse la camiseta del primer equipo del Barça

Verano de 1968. Palau hizo realidad el sueño de su vida: enfundarse la camiseta del primer equipo del Barça / Familia Palau

David Salinas

David Salinas

El barcelonismo perdió el sábado 30 de abril a Josep Palau Busquet. Tenía 78 años. Natural de La Llacuna (24 de septiembre de 1943), defendió la camiseta azulgrana la temporada 1968-69 y estuvo vinculado a la comisión deportiva de la Agrupació de Jugadors del FC Barcelona prácticamente desde que colgó las botas, en junio de 1977. La historia deportiva de Palau es una crónica de ilusiones hechas realidad y la personal, de rotundo triunfo por los valores que cultivó y transmitió: humildad, compromiso, amistad, profesionalidad…

Palau empezó a jugar de interior en el equipo infantil de La Llacuna. Entonces era el ‘Manganet’ por ser hijo de ‘Cal Mangano’. Era puro nervio, fútbol en estado de ebullición. Jugador de los que iba a por todas. Manel Ventura, vecino de La Llacuna, lo recomendó al Barça y fichó por el Juvenil azulgrana. Estuvo tres años. Las puertas del Amateur se le cerraron incomprensiblemente y, lejos de abandonar después de ser rechazado por el Igualada, su optimismo lo llevó a seguir en el Vilafranca. Lucha, goles y asistencias lo catapultaron al Sabadell en 1964. 

De vuelta al Barça

Con el conjunto arlequinado logró el ascenso de Segunda a Primera (1964-65) y se mantuvo en la división de honor hasta el curso 1967-68, cuando fue traspasado al Barça. Descartado como juvenil, regresó como fichaje de lujo a petición del entrenador, Salvador Artigas. En su presentación, el 6 de agosto de 1968 en la antigua Masia, el presidente Narcís de Carreras aseguró: “Palau vuelve a casa, a su casa. Porque aquí en Barcelona nació como jugador”.

Con el Barça se alineó en 12 partidos y anotó 3 goles. Pese a la competencia, entró en los planes del técnico, circunstancia que no intuyó tras el relevo técnico la temporada 1968-69, en la que retornó al Sabadell pese a haber firmado en blanco por tres años: “Sé que sabrán recompensarme”, aseguró, para agregar que “no vengo como titular indiscutible. Vengo dispuesto a ganarme un puesto”.

Tuvo un debut soñado en el Gamper de 1968. En la final, contra el Flamengo (5-4), marcó los dos primeros goles en media hora y asistió a Mendonça para el quinto. Pocos días después, en Cádiz, durante el trofeo Ramón de Carranza, sus compañeros catalanes –Rifé, Eladio, Fusté, Franch, Rexach y compañía– lo apodaron “Cuca” tras pedir a la camarera que en la paella le sirviera alguna “cuca”, en referencia a alguna cigala. 

Con el Sabadell, donde siempre se sintió valorado y muy querido, jugó otras seis temporadas, desde la 1969-70 hasta la 1974-75, periodo en el que experimentó un descenso de Primera a Segunda (1971-72) y otro de Segunda a Tercera (1974-75), pero siempre vaciándose en el campo y aportando lo suyo. Tuvo el honor de anotar el primer gol en partido oficial en la Nova Creu Alta, contra el Valencia (2-0) el 17 de septiembre de 1967. Solo tardó 10 minutos. Después jugó dos temporadas en el Reus (1975-77), actuando esporádicamente en calidad de cedido en el Terrassa entre mayo y junio de 1976.

Siempre el fútbol

Palau, tras colgar las botas, gestionó una empresa familiar de transportes y entró en el negocio inmobiliario y hotelero, pero nunca se apartó del fútbol, junto a la familia, sus grandes pasiones. Trabajó en la escuela TARR, fundada en 1984 por Torres, Asensi, Rexach y Rifé y en 2005, a petición de Josep Maria Fusté, se hizo cargo del equipo de la Agrupació, con el que había jugado 516 partidos. Estuvo en el banquillo 17 años y dirigió más de 700 encuentros desde la banda. Disfrutó ese tiempo por ocupar “un cargo agradecido dado que no hay competición entre nosotros, somos una familia y lo que queremos es pasarlo bien haciendo lo que nos gusta”.

Despedida

La iglesia de Santa Maria de La Llacuna acogió la ceremonia de despedida a Palau el pasado lunes 2 de mayo. Familiares, amigos y vecinos se dieron cita en el templo de su localidad natal. Flores y una camiseta del Barça, con su nombre y su dorsal preferido, el ‘8’, sobre el féretro. Acompañado por la vieja guardia: Alfonseda, Rexach, Mora, Moratalla… Una ceremonia breve pero intensa encabezada por su esposa Fanny, sus hijas Mònica y Mireia, su hijo Marc y nietos.

Destacaron las intervenciones glosando la personalidad y el carisma de Palau. La primera, de Marc, su hijo, que puso de relieve la humildad de su padre, así como el profundo respeto que tenía a las personas. Después tomó la palabra Ramon Alfonseda. Emocionado, el presidente de la Agrupació recordó una frase alegre y positiva que solía decir Palau —“Que maca és la vida”— y el minuto de silencio y posterior aplauso que le tributó el Camp Nou el domingo antes del Barça-Mallorca. Cerró el turno de los recordatorios el alcalde de La Llacuna, Josep Parera, que lo definió como el mejor embajador de la localidad de la Anoia y rescató una de las muchas anécdotas que tenía: “Jugando con el Sabadell, en Tenerife, fue a sacar de banda y desde la grada lo saludaron unos vecinos de La Llacuna, a quienes no dudó en devolver el saludo pese a estar en el fragor del partido. Así era Cuca Palau”.