JOHAN CRUYFF (1947 -2016)

Johan Cruyff: Padre, hijo, yerno y esposo

Johan Cruyff ha vivido la vida tal y como la había planificado, nadando siempre a contracorriente y rodeado de quienes quiso tener a su lado

Padre e hijo, tras la final de la UEFA entre Alavés y Liverpool en Dortmund (16/5/2001)

Padre e hijo, tras la final de la UEFA entre Alavés y Liverpool en Dortmund (16/5/2001) / sport

IVAN SAN ANTONIO

“Hablo a menudo con mi padre. Ante un problema le digo: ‘Estás de acuerdo o no estás de acuerdo?’, y cuando me despierto sé lo que voy a hacer. Un día le puse a prueba: ‘Yo creo que estás ahí, aunque muchos piensan que estoy loco, porque estás muerto… ¿Por qué no me lo demuestras y me paras el reloj?’. Me fui a dormir, y por la mañana el reloj no funcionaba. Me dije: ‘Esto es absurdo’, y lo llevé a la relojería de mi suegro. ‘Mira, ya funciona. Estaría un poco sucio’. Al día siguiente se había parado de nuevo. Volví y le dije al técnico: ‘Eres súper malo’. Lo abrió para revisarlo: ‘Qué raro, ahora ya está en marcha; está perfecto!’. Aquella noche le dije a mi padre: ‘Te creo, sé que estás ahí, no hace falta que lo vuelvas a parar’ Y las agujas se quedaron en paz”.

Su padre, Hermanus Cornelius Cruijff, dueño de una frutería en un barrio en las afueras de Ámsterdam, murió cuando Johan tenía doce años, así que Johan pasó 56 años de su vida hablando con él. Ahora, por fin, podrá hacerlo cara a cara. La confesión de sus charlas íntimas con quien no disfrutó en vida viendo cómo construía su leyenda la realizó el 9 de enero de 2014 en una entrevista en El País. Cruyff se quedó huérfano de padre en 1959 a causa de una enfermedad coronaria. Su madre se vio obligada a vender la tienda y empezó a trabajar limpiando los vestuarios del Ajax. Lo hizo hasta que su hijo, al que llamaba cariñosamente ‘Jopie’, cumplió 16 años y se hizo profesional.

Cruyff se casó en 1968 con Danny Coster. Danny era hija de Cor Coster, empresario, con quien inventó la figura del representante. La presentación oficial de su suegro ante la junta directiva del Ajax no tuvo desperdicio: “Si él está aquí, no hablamos”, soltaron los directivos ante la presencia de Cor Coster en la reunión. “Si queréis algo, a partir de ahora hay que hablar con él”, respondió Cruyff, según aseguraba él mismo en la charla con El País. El entonces futbolista del Ajax inauguró una nueva era en el negocio del fútbol. Un visionario que caminaba por el mundo tres pasos, o más, por delante de sus coetáneos. Un tozudo que quería cambiar el mundo y lo cambió. Que no se postraba ante nada ni nadie y mantenía el rumbo fijo hacia su revolución.

Johan tuvo tres hijos con Danny: Chantal (1970), Susila (1972) y Jordi (1974), cuyo registro fue celebrado como una pequeña victoria de toda Catalunya frente al franquismo, que llegaba a su fin, pero que, después de 40 años de pesadilla dictatorial, había aletargado a la sociedad catalana, falta de cariño y con la autoestima por los suelos. Cruyff no solo puso Jordi a su hijo, sino que abrazó orgulloso y en una gran muestra de dignidad al país que lo acogía, que ya lo idolatraba. No fue un gesto sencillo, ni siquiera cómodo. Prohibidos los nombres catalanes, obligado por las autoridades a registrarlo como Jorge, Cruyff viajó a Holanda y lo inscribió como Johan Jordi Cruyff. Cuando regresó a Catalunya, el documento oficial procedente de Holanda obligó al franquismo a claudicar. Johan nunca habló el catalán, pero demostró que, a veces, no es imprescindible para amar en catalán.

Johan no cambió al Barcelona, lo rehízo de pies a cabeza. Le devolvió la dignidad con el 0-5 en el Santiago Bernabéu como jugador y puso los cimientos para que se convirtiera en el gigante que es a día de hoy el 20 de mayo de 1992, conquistando la primera Copa de Europa de la historia culé. Nada sería igual sin aquel glorioso día en Londres. Aquello llegó un año después de pronunciar la famosa frase “en mi vida he tenido dos grandes vicios, fumar y jugar a fútbol. El fútbol me ha dado todo en la vida; en cambio, fumar casi me lo quita”. Tuvo que ser operado del corazón por su adicción a la nicotina y, desde entonces, cambió los cigarrillos por los chupachups. 25 años más tarde el tabaco volvió a llamar a su puerta acompañado del puto cáncer.

Cruyff deja atrás 68 años de vida a contracorriente. Revolucionó el fútbol en todos los sentidos, no solo el que se juega en el césped, sino también en los despachos y, en cambio, cuando las nuevas tecnologías se adueñaron de todo, el holandés volador siempre rechazó el móvil: “Si alguien me busca, me encuentra”, ha repetido varias veces. Para una persona que se ha pasado 56 años hablando con su padre, fallecido cuando tenía doce años, el móvil es un aparato inútil. Y las cosas inútiles nunca han ido con él. En la vida de Cruyff todo tenía sentido, el que la leyenda quería darle.