Oriol Romeu: "Llegué al Valencia pensándome que era el puto amo y no jugué en tres meses"

El exazulgrana presenta su libro 'La temporada de mi vida, el viaje interior de un futbolista’

"Los futbolistas vendes una imagen en las redes sociales que no es real", asegura

Oriol Romeu ha publicado un diario personal

Oriol Romeu ha publicado un diario personal / OR

Dídac Peyret

Dídac Peyret

Formado en La Masia, tras no consolidarse en el primer equipo, Oriol Romeu (30 años, Ulldecona) se buscó la vida en Chelsea, Valencia, Stuttgart y Southampton, su casa desde mediados de 2015. Ahora publica el libro un ‘La temporada de mi vida, el viaje interior de un futbolista’.

En el mundo del fútbol está muy mal visto mostrar debilidades. ¿Te ha costado abrirte en tu libro?

No, porque para mí es algo habitual y no me parece nuevo explicar dudas de uno mismo. En algunos partidos te haces pequeño o te cuesta probar cosas nuevas. Y cuando el rival te está pasando por encima pasas a tomar menos riesgos y eso es una cadena que puede acabar siendo negativa.  

También cuentas que, en épocas donde tienes la confianza baja, buscas situaciones de juego donde te sientes fuerte...

Sí, a mí el aspecto físico raramente me ha fallado, así que trató de recuperar sensaciones si he perdido balones a través de segundas jugadas o situaciones aéreas. Son jugadas que me ayudan y, a medida que ganas disputas, vas a los siguientes retos. 

Ricky Rubio cuando tuvo una crisis de tiro trabajó con Raül López para mecanizar una jugada que le diera el mejor contexto para tener un tiro cómodo...

Sí, esto también lo cuentan los tenistas. No sé si era Rafa, que explicaba que en puntos decisivos no busca el golpe más complicado, porque tiene menos probabilidades de que entre. Se focaliza en ciertos movimientos más fiables y mecanizados para presionar al rival. Aprovecha estos momentos intensos para explotar sus puntos fuertes. Y eso es similar en el fútbol.

Sobre jugar con confianza, ¿cómo recuerdas el primer entrenamiento en el primer equipo del Barça? 

[Sonríe]. Recuerdo estar en un juego de posesión, la pelota volaba y apenas pude tocarla. Me acuerdo que pensé: ¡uau! esto es otro nivel. Me chocó que no se fallara un pase, que todos los controles estuvieran bien orientados, que siempre encontraran opciones de salida contra una presión agresiva. Lo más curioso fue que, hablando con Xavi, le dije: ‘hoy no veas... como ibais” y me respondió: ‘bueno, hoy no hemos estado del todo finos’ [risas]. Pensé: ‘pues el día que estén finos a ver dónde me meto’.

¿Te sorprendió algún jugador en particular?

Messi tenía el toque más diferencial y era el jugador que te marcaba los goles, que te podía romper líneas defensivas muy bajas, que podía irse de tres o cuatro prácticamente sin esprintar, pero es que en el mediocampo tenías a Xavi, Iniesta y Busquets. Detrás Alves, Piqué, Puyol… todos referentes. Y cuando juntas jugadores de este talento se retroalimentan entre ellos. 

Después del Barça llegó el Chelsea; ¿impresiona compartir vestuario con tipos como Drogba o Terry?

Son dos grandes jugadores que también eran buenos líderes y trabajadores. Pero también estaban Chech, Lampard, Cole, Ivanovic, Torres... había mucho jugador importante y tenerlos alrededor era una clase magistral diaria. Podías ver cómo competían y cómo se exigían. Compartir dos temporadas con estos jugadores fue una lección de vida.

Luego el Chelsea te cede al Valencia; ¿por qué te costó tanto encontrar tu sitio?

Venía del Chelsea pensándome que era el puto amo y, cuando llegaron las curvas, me dije: yo aquí tengo que jugar porque soy jugador del Chelsea y tengo cierto estatus. Incluso me comparaba con algunos compañeros que conocía del Barça o la selección y pensaba: he jugado con ellos y voy a acabar jugando sí o sí. Llegas a pensar que el único que no lo ve es el entrenador, pero al final me di cuenta de que, si llevaba tres meses y no jugaba, a lo mejor el que estaba equivocado era yo. Llegué al Valencia con los humos subiditos.

Otra lección de vida fue cuando te compraste ropa Dolce & Gabbana y Mata te cantó las cuarenta…

[Sonríe]. En esa época Dolce & Gabbana patrocinaba al club, teníamos descuento y muchos jugadores lo vestían. Piensas, vale esto es lo que hacen los jugadores del primer equipo del Chelsea, pues yo también lo voy a hace [risas]. Recuerdo ir a la tienda a malgastar y al volver Mata me dijo: ¿Por qué? Si nunca has llevado esto; no eres tú ni es tu manera de ser. Me chocó y al recapacitar un poco pensé: pues tiene razón. No me siento identificado. No estoy cómodo con este tipo de indumentaria y no me lo volví a poner, la verdad. Gracias a Mata solo me duró un día. Terminé regalando todo.

También descubriste a Murakami gracias a Mata, aunque no te gustó mucho el libro ‘Tokio Blues’…

Es que es intenso [sonríe]. Pero sí que te engancha. La palabra quizás no fue disfrutar pero sí que me enganchó. Te hace aprender lo que te puede llegar a marcar un libro.

¿Por qué empezaste a leer?

Un día hablando con Mata le dije que,  cuando no sabía qué hacer por las tardes, estaba tirado en el sofá, me ponía a jugar a la Play y dormía. Entonces él me dijo: ¿y por qué no lees? Era algo que me había planteado, pero nunca había arrancado. Me regaló el libro y me dijo: pruébalo. Y cuando tienes una conexión con la primera lectura es algo que quieres recuperar. 

Una de tus lecturas favoritas son los filósofos estoicos, ¿qué te aportan?

Conocí la filosofía estoica a través de un divulgador que se llama Marcos Vázquez y su libro ‘Invicto’. Son mensajes de hace mil años, pero hay mucha similitudes entre lo que ellos tenían que lidiar y lo que nos toca a nosotros. Una frase que me gusta mucho que dicen: si te provocan con facilidad te controlan con facilidad. 

Hablando de provocar hay un capítulo de tu libro que se llama: ‘fuck redes sociales’...

[Sonríe] No tengo instagram y utilizo muy poco twitter. Es un mundo que, para lo que me aportaba, no sentía que tenía que estar metido. Era estar constantemente pensando en meter una foto después del partido, en compartirlo con este o con el otro, en que no se vea nada raro. Todo tiene que verse bonito y perfecto y eso es irreal. Estás vendiendo una imagen que no existe. Prefiero no formar parte de eso.

 ¿Con qué jugador te has divertido más y quién ha sido el rival más temible?

De los primeros, mi compañero en el Southampton, James Word-Prowse y en el Valencia, Parejo, un jugón espectacular. Y el que me ha puesto las cosas más difíciles te diría David Silva, porque es un jugador inteligente que te mete en zonas muy peligrosas. No es fuerte, no es rápido, pero acaba siendo mucho más peligroso que jugadores que son fuertes y rápidos.

¿Qué es lo que menos te gusta del fútbol?

Cuando te encuentras personas que tratan de aprovecharse de tu situación. El fútbol atrae a muchos parásitos con los que te toca lidiar. Y no solo en el mundo de las inversiones, también con amistades y relaciones sentimentales.