Oriol Pla: "Flipaba mucho con la creatividad de Ronaldinho y su pureza"

El actor presenta la película 'Los girasoles silvestres', que se estrena el 14 de octubre en los cines

"El fútbol es uno de los mejores espectáculos; tiene algo de circo romano", asegura a SPORT

Oriol Pla, en una escena de Los girasoles silvestres

Oriol Pla, en una escena de Los girasoles silvestres / Los girasoles silvestres

Dídac Peyret

Dídac Peyret

Oriol Pla (29 años/Barcelona) no para. Al otro lado del teléfono reconoce que hace solo unas horas ha llegado a Barcelona, pero que en 24 horas tiene que estar en Madrid. Cosas de ser actor, dice. “Cuando estás en el mundo creativo, todos los días son fiesta y todos los días son laborables". El 14 de octubre se estrena su último proyecto como protagonista junto a Anna Castillo bajo la dirección de Jaime Rosales. El actor catalán interpreta en la película Los girasoles silvestres un chico conflictivo que empieza una relación tóxica con una joven madre de dos niños.

¿Cuándo te das cuenta de que quieres ser actor? 

Al final creo que es una consecuencia. Mis padres son clowns y de pequeño quería ser payaso. Quería ser como Charlie Rivel pero también me interesaba la robótica y ser inventor. Al final vivir con comediantes y conocer sus entresijos te da una visión del mundo y de cómo relacionarte con los otros. Hubo un momento que fue como: ‘joder, yo soy esto. Me gusta, parece que se me da bien y tiro millas’. Me di cuenta de que formaba parte de mí, que era parte de mi identidad.

¿En qué momento de la actuación encuentras más la felicidad?

Es que yo no sé si ser actor es lo que más me define. Yo vengo de la creación artística: he hecho danza, música, acrobacia, escribo... lo tengo todo un poco empastado. En el caso de la actuación, lo que más me gusta es cuando encuentras un momento de conexión en una comunidad. Hay algo de viaje conjunto a sitios desconocidos. Cuando lo estás haciendo y notas eso, es una felicidad. Luego, tomando unas birras con elllos, piensas: ‘joder, qué guay, nos hemos encontrado en otro plano de la realidad’.

Alguna vez te escuchado decir que sentías que no encajabas y que la actuación fue un refugio para ti....

Es esta conexión de la que te hablo. Al final he crecido con mis padres, en un ambiente familiar muy creativo y los compañeros de trabajo eran mi familia. Cuando estás con una gente que habla tu idioma es donde te sientes más seguro y más identificado. Siempre lo he sentido como un espacio de libertad, de decir: aquí sí tengo algo que a hacer, aquí puedo jugar y si se me va la pinza es algo guay. 

En muchas de tus actuaciones destaca el uso que haces del cuerpo y lo expresivo que puede llegar a ser eso ¿Te interesa esa parte física de la actuación y del deporte y cómo lograr ese dominio del cuerpo? 

Mira, eso me recuerda que Pep Ramis, uno de los bailarines más importantes de este país, propuso dar el premio nacional de danza a Messi en una junta. Y claro, le dijeron: ¡animal! Pero él lo defendía. Y realmente ver el control corporal que tiene Messi y su conexión emocional es algo que admiro mucho. Yo soy discípulo indirecto de la escuela de Jacques Lecoq, conocido por su metodología del teatro físico. Y en su libro, El cuerpo poético, habla mucho de cómo se ha acercado al teatro desde el deporte, desde la fisicalidad, desde lo que él llama la poética del movimiento. Mi padre, que es un gran futbolero, siempre ha hecho muchas analogías con el fútbol y el momento de estar en escena de los actores. 

¿Qué aspectos ves en común?

Sobre todo ese aspecto ese aspecto de grupo, de conjunto. En el fútbol hay una pelota que es de todo el mundo, que te la vas pasando; el objetivo es hacer un gol y hay una cosa de equipo, individual y colectiva, como en el teatro. También hay el público, que está mirando y que vive contigo todas estas emociones. El fútbol me parece uno de los grandes espectáculos, tiene algo de circo romano.    

¿Hay algún deportista o futbolista que te fascine en particular?

Hombre, a mí me fascino muchísimo Ronaldinho. No sé cuántos años tendría yo, supongo que 10 o así, yo soy del 93, pero recuerdo cómo cambiaba las normas del juego. La creatividad que tenía, la relación con la pelota: su juego era salirse de la norma y bailar. Me fascinaba la relación que tenía con la pelota, su visión del espacio y la pureza de su juego. Creo que era mágico por cómo su creatividad emocionaba a la gente. Yo recuerdo flipar mucho con Ronaldinho. También hay figuras que son políticas como Muhammad Al que me han interesado mucho.

¿Qué destacarías de su influencia?

Creo que fue una figura muy importante en la lucha afroamericana que trascendió lo deportivo. Me llamaba la atención el ‘trash talk’ que gastaba y su imagen pública. El compromiso, sobre todo. 

Qué tipo de deportista te atrae más como espectador: ¿la épica de Nadal o el talento natural de Federer?

Creo que siempre me han fascinado más estos deportistas que parecen tener como un don natural. Algo, casi sobrenatural, esa conexión casi divina. Esa concepción del deportista que tenían los griegos. 

¿Qué crees que tiene el fútbol que lo hace tan universal?

Tiene esta cosa de ritual, algo que empieza y acaba, donde nos unimos todos. Hay estos dos espacios alejados con un balón de por medio que es el centro de atención de todos. Tiene que viajar el objeto no la persona. Hay lo metafórico de la vida. También nos podemos ver identificados en la pertinencia al grupo, en esa cosa tribal de una tribu contra otra. Y la sensación de que hay que conquistar el terreno enemigo. Y luego que nunca sabes lo que puede pasar.

¿Qué es lo que menos de te gusta de este mundo?

Creo que es importante siempre verlo desde un lugar bonito y sano. Hay una frase que dice que el rugby es un juego de bestias jugado por caballeros y que el fútbol un juego de caballeros jugado por bestias. En el rugby a veces unos meten hostias pero luego hacen una birra juntos. Ojalá pasara más en el fútbol: ojalá no hubiera eso hooligans tan bestias. Al final es una celebración, un equipo no puede jugar solo, necesita un oponente. Sin adversario no hay partido; en el fútbol a veces se olvidan esas cosas.