"Núñez temía que Cruyff lanzara un órdago en la Plaça Sant Jaume"

La tensión entre Cruyff y Núñez estuvo latente las semanas anteriores a la final

Pitu Abril y Lluís Canut recuerdan para SPORT los entresijos de Wembley

Johan y sus famosas gabardinas

Johan y sus famosas gabardinas / SPORT

Dídac Peyret

Dídac Peyret

La final de Wembley empezó a jugarse unos días antes. Núñez tomó la iniciativa el domingo previo acudiendo al programa ‘Gol a Gol’ dirigido por Lluís Canut. Minutos antes del directo, en la sala de invitados, el presidente puso a todo el equipo del programa en alerta: “Esta noche os voy a dar una bomba”. La bomba acabó en lágrimas. “Convocaré elecciones y no me presentaré”. Canut repreguntó -“¿cómo ha dicho?”- y Núñez perdió la compostura cuando se acordó de su familia. Si aquello se le fue de las manos o fue una actuación de método solo lo sabía él. Pero Núñez quería enviar ese mensaje y así lo hizo cuando la plantilla ya estaba en Londres. 

De aquello han pasado 30 años y todavía circulan dos leyendas sobre los motivos. Lo explica el propio Canut a este diario. “Inicialmente se interpretó como un gesto de generosidad para llevarse los focos y quitarle presión al equipo, pero personalmente no me lo creí nunca”, recuerda el periodista. “Al cabo de unos años me lo encontré en la playa de Formentor, le pregunté y me dijo que había sido una estrategia. Que desde el entorno de Cruyff se había filtrado que tenía pensado lanzar un órdago desde el balcón de la Plaza Sant Jaume: ‘O Núñez o yo’. Decir que no se presentaba a las elecciones era su forma de desmontar aquello y también le sirvió para que el entorno y muchos socios le pidieran que siguiera”. 

Ganar la final a la Sampdoria supuso un paréntesis en la guerra fría entre Cruyff y Núñez. El club necesitaba ganar su primera Copa de Europa para curar viejas heridas como Sevilla y aquel gol de Koeman dio otra dimensión a Johan. “Si no se hubiera ganado en Wembley, las consecuencias hubieran sido imprevisibles. A lo mejor Cruyff no hubiera seguido. Con Núñez eran un matrimonio y, como todos los matrimonios, se tiraban los trastos a la cabeza. Si hubieran perdido, el Barça hubiera sido Troya”.

Canut vio aquella final en las gradas de Wembley gracias a Ricard Maxenchs, el entonces jefe de prensa, que le cedió una entrada. Aquel día fue como aficionado, porque TV3 no tenía los derechos de la final. Otro periodista, Pitu Abril, fue el encargado de cantar el gol de Koeman en catalán para La 2 de TVE. Lo hizo acompañado por el Señor Casamajor, un personaje que interpretaba Xavier Sardà, aunque en su caso desde los estudios de Barcelona.

Aquella transmisión fue menos preparada de lo que podía imaginarse. Lo explica Pitu Abril: “Fue bastante improvisado. Con Sardà no habíamos trabajado nunca antes, pero sí que nos conocíamos. Había una simpatía mutua. Aunque a veces parezca que tiene una imagen dura, es muy buen tío”. Aquella final es recordada por el gol de Koeman y por ver a Cruyff perder la compostura en la celebración por primera y última vez. Pitu tiene todavía una imagen grabada en la memoria. 

“La primera imagen que me viene a la cabeza es la de Vialli en el banquillo tapándose la cara con la toalla y pensando ‘hostia, falta peligrosa y la chuta este cabrón, que las mete dentro’. La segunda imagen son las caras de los aficionados del Barça antes de empezar la prórroga. Podías ver el fantasma de Sevilla. Mucha gente pensó ‘ja hi som, una atra vegada als penals”. Todo lo contrario que los futbolistas -asegura- a los que siempre vio confiados. “Yo era muy amigo de Bakero y los jugadores viajaron a Londres con mucha confianza. Para ellos la final había sido el partido de Kaiserslautern. El equipo cogió mucha confianza y creo que Salinas era el jugador que estaba más nervioso”. La realidad es que lo estaba, seguramente por culpa de Johan. 

Lo recuerda Canut: “Julio no estaba jugando en la Liga y una semana antes de la final Johan lo llamó al despacho. Él no se lo esperaba y le dijo: ‘esta semana no salgas una sola noche que juegas la final’”. Otro que tenía que ser titular era Richard Witschge, que tenía la misión de estar encima de Lombardo. Sobre por qué se cayó de la alineación, el mensaje oficial fue que tuvo una lesión muscular, pero Canut sospecha que tuvo ‘cagarrinas’”.  

“Tocarà Stoichkov, pararà Bakero i xutarà Koeman”

La catarsis llegó en el minuto 111 y Puyal dejó una de esas frases que, con el tiempo, se vuelve una coletilla nostálgica. “Tocarà Stoichkov, pararà Bakero i xutarà Koeman”, se escuchó en Catalunya Ràdio. Ese día Puyal comió con Josep Cuní y llegó por los pelos a la hora del partido tras un viaje tenso con el taxi. Pitu Abril también cantó el gol como en los días señalados y se acordó de los que ya no estaban para poder disfrutarlo y de los que habían estado en Sevilla.

“Me acordé de una persona que había vivido la final de Sevilla y que quedó muy tocada. Tuve un recuerdo para esa persona, que era el sentimiento de muchísimos culés”. Canut se abrazó a una joven desconocida que tenía al lado en las gradas. “Cuando marcó Koeman, nos abrazamos. Al cabo de 20 años, un día en Sant Just, estaba entrando en casa y pasó por delante un matrimonio joven y ella me dijo: ‘No sé si te acordarás, pero soy la joven con la que te abrazaste en Wembley’. Aún se me pone la piel de gallina cuando lo pienso”. 

Aquel gol de Koeman cambió la historia del Barça y sublimó la obra de Cruyff, convertido en ideólogo de un estilo y líder espiritual del Barça. Todos los de su generación querían parecerse a él. Querían su peinado. Querían su éxito. Y sobre todo querían no tener miedo como él. A nadie le quedaba mejor la gabardina. Para Canut, aquella final cambia la mentalidad del barcelonismo. “Es obvio que hay un antes y un después con Wembley. Se acabó el complejo de perdedor. Ganar el minuto 111 cambió el signo de la historia del club. Una de las grandes aportaciones de Cruyff, más allá del estilo, fue la mentalidad ganadora, como se vio en las ligas de Tenerife”. Pero… ¿logró Johan cambiar la mentalidad del Barça para siempre?  

Pitu Abril se muestra más prudente con el diagnóstico. “Lo resumiría con lo que me dijeron Bakero y Juan Carlos después de la final. Bakero pensaba que esta final cambiaría la mentalidad perdedora del culé. Pero también es significativa la anécdota de Juan Carlos, que siempre decía: “Tengo un vecino que antes de jugar los octavos me vino y me dijo: ‘mira que si no pasáis de octavos’…. Pasamos de octavos y me dijo: ‘mira que si no pasáis la liguilla de cuartos’…. Total, que llegamos a la final, me lo vuelvo a encontrar y otra vez: ‘mira que si no ganáis la final’. Ganamos la final, me lo vuelvo a encontrar y pienso: ‘bueno, ahora me va a felicitar’. Y en lugar de eso, el tío me dice: ‘mira que si no llegáis a ganar la final’…. [sonríe]. Creo que este aficionado refleja muy bien la mentalidad del culé, que desafortunadamente no ha cambiado mucho”.