El nuevo Camp Nou, un proyecto maldito

El nuevo Camp Nou tendría capacidad para 105.000 espectadores

El nuevo Camp Nou tendría capacidad para 105.000 espectadores / sport

Javier Giraldo

Javier Giraldo

En septiembre de 2007, el presidente del Barça, Joan Laporta, desveló con orgullo una maqueta que sorprendió por su diseño y colorido: así sería el nuevo Camp Nou. La obra llevaba la firma de uno de los arquitectos más reputados del mundo, el británico Normal Foster, que se había inspirado en Antoni Gaudí para diseñar un estadio modernista y colorido. 

El calendario que manejaba el club apuntaba a que las obras empezarían en 2009. En 2010, Laporta concluía su mandato y ya no podía volver a presentarse. El presupuesto sería de 240 millones de euros

Han pasado casi trece años desde que se presentó aquel proyecto y el Camp Nou sigue exactamente igual: el proceso de remodelación parece maldito, víctima de un obstáculo tras otro. Trece años después de aquella foto de Laporta con Norman Foster, el estadio del Barça sigue pendiente de una reforma integral, a pesar de que Bartomeu tenía la intención de convocar un segundo referéndum entre los socios para revalidar su confianza en el proyecto. Ese referéndum, previsto para finales de abril, también ha sido cancelado por el coronavirus.

En realidad, los obstáculos del gran proyecto urbanístico del Barça empezaron mucho antes: en julio de 2008, apenas unos meses después de presentar el proyecto Foster, Laporta tuvo que someterse a una moción de censura.

La superó -por muy poco- y siguió en el cargo, pero la remodelación del Camp Nou dejó de ser prioritaria: era urgente reconstruir el primer equipo, que había tocado fondo tras una sonrojante derrota en el Bernabéu.

Mientras Guardiola ponía los cimientos de su plantilla, Norman Foster disolvía buena parte de su equipo: la crisis inmobiliaria le golpeó de lleno. Tuvo que despedir a 300 trabajadores y cerrar sus delegaciones en Berlín y Estambul. Lógicamente, la remodelación del Camp Nou pasaba a un segundo plano. Los colores de la maqueta que había presentado en septiembre de 2007 empezaban a convertirse en un triste blanco y negro.

Rosell noquea a Foster

Sandro Rosell ganó las elecciones a la presidencia del Barça en julio de 2010: una de sus primeras decisiones fue enterrar definitivamente el proyecto Foster. Los socios lo intuían (era inconcebible que Rosell asumiese como propio un plan trazado por Laporta, su enemigo íntimo) y el nuevo presidente lo confirmó en octubre de 2010. El club pidió a la Generalitat la “suspensión de la tramitación” de todo el proceso. 

Rosell tenía sus propios planes: un macroproyecto de remodelación del Camp Nou que incluía un nuevo Mini Estadi y un nuevo Palau Blaugrana. Se llamaría ‘Espai Barça’. El coste alcanzaría los 600 millones de euros, que se pagarían en tres partidas: la primera, gracias a un patrocinador que pondría nombre al estadio; la segunda a través de un crédito de 200 millones y la tercera -los 200 millones restantes- a través de la explotación del propio estadio.

Pero Rosell tampoco pudo ver completado su proyecto. De hecho, ni siquiera lo vio nacer. Dimitió en enero de 2014, víctima de los números del ‘caso Neymar’. 

se cumplen seis años del referéndum

Cuatro meses después, el 5 de abril de 2014, el Barça convocó un referéndum entre sus socios para someter a votación el Espai Barça. Lo resultados fueron inequívocos: el 72,3 por ciento de los socios lo aprobaron. Bartomeu, ya convertido en presidente, expresó su satisfacción y aseguró que las obras comenzarían en 2017 y podrían estar terminadas en 2021. 

Seis años después de aquel referéndum, las grúas aún no han entrado en el Camp Nou. Es cierto que el Barça ha sido capaz de cumplir una parte del Espai Barça -derruir el Mini Estadi y levantar el Estadi Johan Cruyff, inaugurado en agosto de 2019-, pero el gran proyecto del ‘nou Camp Nou’ sigue encallado.

Los plazos del Espai Barça se han ido alargando por diversos motivos: primero hubo que superar la resistencia de los vecinos del barrio de Les Corts, que al principio se opusieron totalmente a los planes del club. Después, la reticencia del ayuntamiento de Barcelona: algunos partidos, especialmente la CUP, hicieron todo lo posible por impedir el avance del proyecto, que finalmente fue aprobado por el consistorio de Ada Colau en junio de 2018. 

La luz verde del ayuntamiento parecía también la luz al final del túnel: pero tanto los vecinos de Les Corts como la CUP volvieron a impugnar el proyecto meses después, a finales de 2018.

Ahora, la gran crisis del coronavirus vuelve a frenar el inicio de las obras. Bartomeu, cuyo mandato acaba en 2021, no podrá ver concluidas las obras de remodelación del Camp Nou. Es probable que ni siquiera pueda ver cómo empiezan desde su silla de presidente, a pesar de que el ‘Espai Barça’ fue siempre su gran proyecto personal, su gran legado como presidente.