La 'noche de cuchillos largos' devolvió la frustración a Griezmann

Griezmann volvió al Metropolitano. Así fue el partido del francés ante su exequipo

German Bona

German Bona

Llegó al Wanda Metropolitano con su inseparable mate y al pasar por delante de una fotografía gigante del ‘Cholo’ Simeone hizo un ademán de tocarla con la mano. Mientras, en los aledaños del estadio, los gritos de “Griezmann, muérete’ empezaban a resonar y su placa en el Paseo de la Fama colchonera era vejada con ratas, latas de cerveza y una gran ‘equis’ roja. Antoine Griezmann sabía que el reencuentro con su antigua afición no iba a ser de color rosa. Todo lo contrario, así que trató de abstraerse de la situación.

No le fue fácil, ya sobre el césped. Abucheado en el calentamiento, cuando su nombre sonó por megafonía y cada vez que tocó el balón, le costó entrar en juego. Tuvo poca participación en la primera mitad, arrancando como es habitual desde el extremo izquierdo. No olvidó su responsabilidad defensiva y las subidas de Trippier, añadidas a las dudas de un Junior Firpo faltó de confianza, le hicieron multiplicarse en las labores de contención.

Cuando se fue a la derecha, conectó con Messi y su visión de juego le permitió darle un gran pase al argentino. Pero poco más. Un tacón estético, pero sin resultado práctico, un pase en corto a Luis Suárez en un espléndido chut del charrúa y los lógicos lamentos cuando el ínclito Mateu no señaló una falta clarísima sobre el francés cometida por Koke. El sonido de viento se intensificó.

Pancarta y ocasión

Arrancó la segunda parte y tuvo la primera ocasión del equipo. Un derechazo que atajó Oblak. Un espejismo. Minutos después, De Jong tardó en pasarle cuando estaba en posición inmejorable y el francés ya dio síntomas de frustración. "Antes, antes", le dijo a su compañero. A la hora de partido, desde la zona del Frente Atlético se desplegó una pancarta con un claro destinatario: "Querías tener un nombre y se te olvidó ser hombre". Muy duro.

Llegó su oportunidad... pero no la aprovechó. En una rápida contra iniciada por Messi, asistió Luis Suárez y se precipitó en un acrobática volea que se fue muy alta. 

El Barça ganó, una nueva genialidad de Messi lo hizo posible. Antoine se abrazó a Leo al acabar el partido. El francés no fue el de solo unos días antes contra el Borussia Dortmund. Sin desparpajo, superado por la situación, el mal trago fue importante. Lo mejor es que ya ha pasado.