Mourinho maltrató el césped del Bernabéu para frenar al Barça

Las sucias estrategias del técnico madridista no le dieron resultado y el Real Madrid dijo adiós al título de Liga

Ivan San Antonio

Bojan Krkic hizo broma al inicio del encuentro al echar un poco de agua sobre el césped del Santiago Bernabéu. El de Linyola, que acompañó al equipo junto a Mascherano y Abidal, también ausentes, se rió de esta manera de la estrategia de José Mourinho para frenar al Barça. Consciente el portugués de que el fútbol de su equipo no daba para más ante un rival muy superior, utilizó todo lo que tuvo en su mano para evitar otro ridículo como el 5-0 de la ida.

Y lo logró, aunque no fue suficiente para seguir luchando por la Liga. El técnico portugués, además de quejarse hasta del apuntador y de dejar a los vendedores de pañuelos de los semáforos sin existencias, prohibió al club que presentara un césped en condiciones para un partido de estas características. Los millones de espectadores mundiales pudieron ver cómo el tapete del Santiago Bernabéu se parecía más a un parque malcuidado de la capital española que al de un campo de fútbol de prestigio. Así lo quiso Mourinho y lo que dice Mourinho en Madrid es ley. No es la primera vez que el portugués usa esta sucia estrategia para intentar superar al Barça. De hecho, Mou ya hizo famoso en su día el `Stamford Beach¿ de Londres, al convertir un estadio extraordinario en un campo de patatas.

Y tampoco en aquella ocasión le surgió efecto. Más bien todo lo contrario. El Barça se impuso 1-2 y el Chelsea quedó eliminado a manos de un conjunto blaugrana que se ha acostumbrado a jugar allí donde le digan sin perder nunca su esencia.

Ayer no fue una excepción. Le costó entrar en el partido y falló más pases de lo normal. Algo lógico teniendo en cuenta que entre las órdenes del todopoderoso Mourinho estaba la de no echar ni una gota de agua sobre el césped. Seco y largo, el campo se convirtió en un aliado del Real Madrid y en un enemigo del fútbol fluido y vistoso del Barça. Pero los blaugrana, capitaneados por Xavi, curtido en mil batallas, se acostumbraron con el paso de los minutos. Ayudó el hecho de llegar, cuando aún no se había alcanzado la mitad del primer tiempo, al 80% de posesión. El balón, se moviese veloz o lento, era del Barça. Y ante algo así poco puede hacer el estratega portugués.

El entrenador del Real Madrid evidenció que no las tenía todas consigo no solo con el trato que dio al césped del Santiago Bernabéu, sino también dando precisas instrucciones a los recogepelotas según transcurría el partido. Los habitantes de la banda no hartaron de correr y de entregar balones a los futbolistas de uno y otro equipo de forma veloz. Nunca tuvieron la oportunidad de hacerlo con calma y sosiego. Todo lo contrario. El gol de penalty de Leo Messi, al que le atacaron los láseres verdes procedentes de la grada como a su entrenador excitó a los recogepelotas, que se multiplicaron para intentar que el tiempo no corriera. Las prisas no son buenas y, cuando se debe correr, es recomendable que el césped esté en buenas condiciones. No fue así porque Mourinho lo quiso, dando, otra vez, imagen de club pequeño, minúsculo, y sus jugadores también lo sufrieron, no solo los del Barça. El portugués no ha inventado nada nuevo en el Real Madrid. Ni el césped largo y seco, ni los lloros continuados ni nada de nada. Pero, sobre todo, ha convertido a la entidad blanca en un club pequeño, que se queja como un club pequeño, que juega como un club pequeño y que tiene a un entrenador que muchos clubs pequeños no querrían. Los aspersores aparecieron con los equipos en la ducha. Triste.