Messi, entre Ansu y Pedri

No podía ser otro: Messi marcó el primer gol de esta Champions de penalti

No podía ser otro: Messi marcó el primer gol de esta Champions de penalti / MEDIAPRO

Dídac Peyret

Dídac Peyret

La pandemia está teniendo un impacto imprevisible en el fútbol. Sin la fiebre de las gradas, sin el miedo escénico que infunden los grandes estadios, el juego se está igualando por abajo. A muchos partidos les falta alma. Empiezan perezosos. Y se pierden en la calma chicha hasta que llega el oleaje como ayer. 

El de un Barça coral, que en la inmensidad del vacío, terminó despachando al Ferencvaros con cinco goles y los más jóvenes sacando la cabeza.

Lo reconoció Koeman: a los grandes les cuesta aclarar los partidos; asustan menos con las gradas vacías. También al Barça que fue de menos a más en su presentación en la Champions. Los goles salvaron al equipo tras un inicio inquietante. 

El conjunto azulgrana terminó goleando. Pero, por momentos, se pareció demasiado al Barça de Setién o al de Valverde. Tanto se le pareció que tuvo que aparecer al rescate Messi, que de vez en cuando llama a la nostalgia con acciones de otra época. Esa en la que sorteaba rivales como si fuera un juego de niños. Esa en la que parecía jugar a cámara lenta. El Messi, que cómo dijo Rio Ferdinand, mira y piensa cuando todo el mundo corre y se equivoca

El argentino se fabricó el primer gol. Marcó de penalti pero lo que valió la pena fue la jugada. Una jugada con marca registrada. La ha hecho tantas veces -y ha repetido ese final en tantas ocasiones- que llegó un momento que dejó de sorprendernos.

No deberíamos, porque está al alcance de muy pocos. Y porque, puede que dentro de poco, dejemos de verlo tan de cerca. El gol de Messi desatascó al Barça, que se fue entonando y encontró en Ansu la contundencia que necesitaba

Recital de Ansu

Marcó y asistió de tacón a Coutinho en el tercer gol del Barcelona. Pero, sobre todo, jugó con el empaque de un veterano. No debería dejar de ser noticia verle jugar con esta naturalidad aunque se esté volviendo normal.

Con 17 años asombra su toma de decisiones y la tranquilidad con la juega. Tiene el gol entre ceja y ceja pero el fútbol en la cabeza. Es un jugador que comete pocos errores y que no necesita hacer mucho ruido para matar al rival.

Le bastan pocos toques para ser decisivo. No se recrea en la filigrana. Y le acompaña la buena estrella. Ayer marcó con la tibia y asistió de tacón. Que a estas alturas ya nadie discuta su titularidad habla de lo especial que es este chico de 17 años.

Ansu volvió a la titularidad y en la otra banda debutó como titular Trincao. El portugués merodeó el gol y le sentó bien al equipo. Nada raro: que un extremo juegue de extremo acostumbra a dar soluciones a cualquier equipo. 

El portugués es un jugador más ordenado que Dembélé y con más talento para el uno contra uno que Griezmann. Koeman dio descanso al francés y a Busquets pensando en el clásico. Y jugó Pjanic, que dejó algunos detalles interesantes. Sobre todo la buena sintonía con Messi.

Al bosnio le faltó algo de ritmo, sigue corto de preparación tras superar el covid, pero dejó buenas sensaciones. Es un jugador que siempre mira hacia adelante, con buen pie, y las ideas claras en el juego de asociación.

Pjanic terminó siendo sustituido en un final de partido atropellado. Con una expulsión de Piqué y otro oleaje del Barça. De nuevo con los jóvenes como protagonistas.

Marcaron Pedri y Dembélé, dos talentos muy diferentes. El primero juega como un veterano, el segundo no tiene prisa por crecer. Pedri ocupó esta vez la banda izquierda y aprovechó una asistencia del francés para marcar con un disparo en el área.

Dembélé salió enchufado y mejoró en la banda derecha. Asistió, marcó y se reivindicó como el resto de los jóvenes. El Barça se rejuvence y ya espera al Madrid