Messi, el discurso del Rey

Messi: "Esto lo tenemos que conseguir juntos"

 El astro argentino analizó la importante victoria ante el Liverpool tras el encuentro / La casa del fútbol

Dídac Peyret

Dídac Peyret

"Es inútil querer hacer caudillo a alguien que va 20 veces al baño antes del partido […] Es un grandísimo jugador, pero antes de hablar se va a jugar a la PlayStation” (Maradona, 13-10-2018). Hubo un día en el que Diego pasó a convertirse en la medida de Messi. Fue mucho antes de lanzar puñales por la espalda como éste al ‘10’ del Barça.

La comparación, la nostálgica coletilla del ‘nuevo Maradona’, era tratada con una actitud condescendiente por El Pelusa. Después de todo, ¿quién era ese pibe medio catalán que había decidido cambiar Argentina por Barcelona? ¿A caso era lo mismo marcar en unos cuartos de un Mundial ante Inglaterra que hacerlo contra el Getafe? 

En las palabras de Maradona, en su tono agrio, había el reconocimiento implícito de que, efectivamente, alguien amenazaba su posición en el imaginario argentino. Y es a partir de esa comparación donde nacen los fantasmas que acompañan la carrera de Messi.

Por una parte, lo que Valdano llamó ‘la deuda del exiliado’ (su país lo trata como a un hijo que descubre cuando ya es un adulto). Y por otra la etiqueta de no ser un líder. 

UN PIBE TÍMIDO

Leo (se dijo durante muchos años) había que interpretarlo más por sus silencios que por sus palabras. “Messi deslumbró el juego durante una docena de años con una constancia infernal, pero su aura se vio afectada por su carácter introvertido”, recordaba ‘France Football’ ayer sobre su trayectoria.

Pero algo ha cambiado en Messi; ese carácter reservado, esa timidez tan suya, ha virado hacia una versión mucho más explosiva y proactiva de su personalidad. Si antes todas las miradas apuntaban a sus pies, ahora también se impone su discurso.

Frente al Liverpool, en una de esas noches salvajes de la Champions, se vio como pocas veces esta conjunción de liderazgo  y fútbol. De intangibles y goles fulminantes.

Fue un Messi al límite como todo el Barça.  Discutió con el árbitro. Animó las acciones de sus compañeros. Les recriminó otras. Fue golpeado y dio cera. Marcó dos goles.  Sumó el 600. Fue tan pasional como el más argentino de los argentinos. Y dejó algunas de esas imágenes que construyen el relato de su temporada.

El que comenzó en el Gamper cuando prometió que irían a por esa copa “tan linda”  para sacarse “la espina” de Roma. Y el que continuó minutos antes de comenzar el partido.

En la rueda de calentamiento. En un círculo en el que, abrazado junto a todo el equipo, arenga a los suyos. Una imagen para el recuerdo. Icónica, como en su día lo fue la celebración del pase ante el PSG, colgado en las vallas del Camp Nou, rodeado de brazos en alto.

El miércoles se hizo grande en medio de la angustia.  En plena batalla se se agarró a sus rodillas, miró el césped y buscó un oxígeno que no llegaba. A pocos metros, su amigo del alma, Luis Suárez, hacía lo mismo, literalmente fuera de juego.  

Era solo la primera parte pero el Liverpool había impuesto el heavy metal de Klopp, las guitarras ruidosas , y el Barça se defendía como podía. Presión altísima del Liverpool. Transiciones rapidísimas. Y el Barça se encerraba tanto que Messi y Suárez parecían completamente aislados, a la espera de algún milagro del 10.

Y así  fue como, en un día en el que durante muchos minutos el Liverpool humanizó al argentino, apareció la bestia“Un Messi diabólico”, como lo definió ayer L’Equipe. “Un oxímoron viviente que se ha convertido en un genio ordinario, extraterrestre todos los días”, como apuntó ‘France Football’. 

PURE GENIUS

La jugada, la que animó el juego de los adjetivos entre los periodistas, fue la del tercer gol. La de una falta lanzada con una precisión ridícula. Completamente irreal. “Pure genius (puro genio)”, tituló el ‘Daily Express’. “Messi superstar, John Leonnon”, tiró Olé, con un guiño a los Beatles.  

En las Redes no tardó en convertirse en tranding topic. Y en twitter algunos ingleses recordaban con sorna la frase de algún comentarista:  “Messi’s hardly been seen this half” (apenas se ha visto a Messi en esta segunda parte). Otros lo comparaban con el creador de la serie Los Soprano. 

“Lo siento por el Liverpool, pero Messi es en los lanzamientos de falta lo que David Chase entre los guionistas de televisión”. Fue el gol de falta número 48 de Messi. 42 con el Barça. Seis con Argentina.

Una jugada que fue cantada por Lluís Flaquer en la SER como “la parábola de Dios”. Un gol que llegó 14 años después del debut goleador de Messi en el Camp Nou. Un tanto que dejó una celebración especial con Leo deslizándose por el césped con las piernas abiertas y los brazos en cruz.

“Lo busqué, entró espectacular, tuve la suerte que entrara por ahí”, dijo tras el partido. Volvió a hablar el 10, que también apretó a la afición. “Es feo despedir así a Coutinho, es el momento de estar todos juntos”. 

La suya fue la exhibición de un líder. Desde Maradona en el Mundial 86 cuesta encontrar un jugador que por sí mismo haya sido tan determinante para poder ganar un título como Messi en esta Champions.