La metamorfosis exprés del 'capitán Messi'

Toni Juanmartí

Toni Juanmartí

Mucho se está hablando de la enésima exhibición futbolística de Messi. Con un recital que asombró a Wembley –doblete de goles y postes inlcuido-, el argentino lideró la reacción de un Barça que llegaba a Londres generando dudas. Leo tiene esta Champions entre ceja y ceja y ante el Tottenham volvió a dejarlo claro.

Lo hizo a través de su magia, pero también a base de carácter y liderazgo. La marcha de Iniesta le ha dejado responsabilidades de las que antes huía. Son aquellas que poco o nada tienen que ver con el cuero. Son aquellas que no van, o mejor dicho, no iban, con el idioma futbolístico del ‘10’, desde siempre más centrado en recibir, decidir y callar.

Pero el argentino nunca deja de crecer. Y es verdad, con el balón en los pies no le queda nada por hacer. No puede mejorar. Ser capaz de asombrar al mundo cada tres días durante ya casi 15 años es algo único e irrepetible, lo dice todo del Messi futbolista.

El Messi capitán, en cambio, se explica desde la salida de Andrés. El rosarino siempre ha sido un líder, pero silencioso. Ahora que el brazalete lleva su nombre y apellido, Leo ha dado un paso adelante. Y ha alzado la voz, consciente de que una frase suya encandila más que una rueda de prensa entera de cualquier compañero.

El ‘10’ no solo acepta su nuevo rol, sino que lo abraza. De ahí que en lo que va de curso haya comparecido ante la prensa  de Barcelona más que en los últimos tres años juntos. “Queremos ganar la Champions”, aseguraba hace un mes en Catalunya Ràdio. También tomó la palabra tras empatar ante el Athletic, repitiendo gesto este miércoles en Londres.

Si se lo propone, Messi también puede ser el mejor portavoz del mundo. Así lo demostró en Wembley. No solo ante los micrófonos, sino también sobre el césped. El argentino, más ‘enchufado’ que nunca, aprovechó los parones del juego para acercarse a hablar con Piqué y corregir desajustes. En el tramo final, con los locales en busca del 3-3, Leo dirigió la resistencia azulgrana ordenando una y otra vez a sus compañeros que subieran líneas.

Conocedor de la importancia del duelo para la moral del barcelonismo, Leo fue más que nunca el jugador total: se exhibió con el cuero y se preocupó de que el equipo no perdiera la compostura en ningún momento. El rosarino es un hombre de retos y el que tiene ahora es convertirse en un líder proactivo. Y si para ello tiene que dar instrucciones a los suyos o quejarse enérgicamente al árbitro, lo hace sin ningún reparo.

Poseedor de la humildad de Iniesta y la elegancia de Xavi, el nuevo Messi va ahora a por el liderazgo de Puyol. A sus 31 años, el mejor de la historia ya no se conforma con eso. También busca ser un capitán ejemplar.