Marlon, hambre, fe y tradición

Marlon jugó unos minutos en la Champions

Marlon jugó unos minutos en la Champions / IGNASI PAREDES

Dídac Peyret

Dídac Peyret

"Estoy flipando. Estoy flipando”. Marlon Santos salió del Celtic Park exultante. Ocurrió el pasado 24 de noviembre. Ese día sustituyó a Piqué en el minuto 71 y logró algo particularmente complicado: no parecer un cuerpo extraño en el centro de la defensa del Barça. 

No es poca cosa: muchos lo han intentado y la mayoría han estado bajo sospecha desde el primer minuto. Expuestos y superados por una de las profesiones más complicadas del mundo del fútbol: ser central en este club. “Quiero pedirle a mis compañeros que me firmen la camiseta”, reconoció con la humildad que define su carácter. La misma que ha exhibido toda su carrera y que le ha hecho entrar con buen pie en el primer equipo.

Porque Marlon tiene ese talante afable de otros brasileños que han dejado un buen recuerdo en el vestuario como Adriano. También una fe que anuncia una y otra vez, como si todo se explicara a partir de la figura de Dios. Pero en el campo es un competidor.

Así lo ha demostrado esta temporada en el filial contribuyendo a la solidez del conjunto de Gerard. En su forma de jugar es reconocible la tradición de centrales del fútbol brasileño. Por condiciones físicas, por envergadura y por jerarquía. Marlon destaca por su contundencia; va bien al corte y se siente cómodo en el choque.

También es de esos jugadores que habla tanto con sus compañeros como con los rivales. Disfruta de la intensidad. Una hiperactividad que a veces le penaliza con decisiones precipitadas o momentos de desconexión

Los técnicos han trabajado con él sobre todo el lenguaje Barça. Conceptos con los que ha tenido que reciclarse tras años de aprendizaje en su país. La gestión del balón en el comienzo de la jugada o el dominio de los espacios –con muchos metros por detrás– son aspectos en los que sigue familiarizándose.

"Tiene un futuro brillante"

La frase es de Gerard López, con quien comparte semanas de trabajo en el filial. Pero seguramente el gran logro de Marlon es haber dejado muy buenas sensaciones cuando se ha ejercitado con el primer equipo. En esas sesiones de entrenamiento ha llamado la atención por su respuesta ante jugadores de élite.

 “Es un jugador más hecho de lo habitual en jugadores que vienen del filial”, aseguran en el vestuario del primer equipo. En Brasil hace años que lo comparan con compatriotas suyos como Thiago Silva (su gran referente) o Juan. 

A día de hoy  es considerado una de las grandes joyas de Xerém, la escuela de fútbol del Fluminense. Una academia con mucho prestigio en Brasil (“futebol bonito e envolvente”, es su sello) de la que han salido jugadores como el propio Thiago Silva, Marcelo, Fabinho o Rafael. 

¿Por qué era suplente en el Flu?

Su caso en el Fluminense –donde dejó de ser titular– puede sorprender a más de uno. Pero es una tendencia cada vez más habitual en Brasil (Marquinhos, ahora en el PSG, fue otro caso parecido).

Cuando empiezan a llegar ofertas, algunos jugadores salen del once a la espera de concretar un traspaso. La crisis económica ha acelerado este proceso; de ahí que algunos jugadores salgan por precios más económicos que en otros tiempos. Se impone la urgencia.

Fue el caso de Marlon que, curiosamente, dejó de ser un fijo y su lugar en el once lo empezó a ocupar Henrique. Sí, el mismo central, que Guardiola descartó tras varios entrenamientos. Marlon espera escribir una historia bien diferente en el Barça