Mapi León se equivoca, nosotros también

Vivimos en tiempos en que todo lo que ocurre se convierte en un circo mediático, dónde importa más la polémica que la realidad y se le da más importancia al ruido que al debate reflexivo para encontrar soluciones. Una nueva semana, una nueva controversia. Y el tema es grave porque la discusión de hoy está relacionada con la dignidad personal y nada tiene que ver con la riña entretenida y divertida de lo puramente deportivo.

Mapi León se equivoca haciendo lo que hizo y se vuelve a equivocar en su comunicado: lo sano y lógico hubiese sido pedir perdón y explicar lo que realmente sucedió. En un lance del juego, tras varios empujones, hace un gesto, tocando las partes íntimas de otra jugadora -intencionadamente o no- y sigue el partido sin protesta alguna. Vejatorio y sancionable sin lugar a dudas, creo que en esto no hay discusión. Lo que sucede es que, tras este hecho, sin que Daniela Caracas hay denunciado sentirse agredida, empiezan a salir una manada de personas diciéndole como debe sentirse.

¿Acaso no es la jugadora quien debe exponer como se siente y lo que piensa de la acción antes que los demás saquemos conclusiones? Somos tan soberbios que juzgamos y sacamos conclusiones en nombre de otras personas, obligando mediáticamente, tanto en redes como en los medios, a que los implicados actúen como nosotros creemos que deben actuar. Y tras opinión y opinión, encendiéndose el debate con más ganas de espectáculo que otra cosa, algunos piden llevar esto por lo penal. La absurdidad de lo absurdo. ¡Colguemos en medio de la plaza a todo aquel que tenga un comportamiento inapropiado! Sin medir si este comportamiento es poco, bastante o muy denunciable. Todo al mismo saco. Esto que provoca una amalgama entre casos serios y casos residuales

. Las opiniones que se salen de cierta línea son ultrajadas por esos que abanderan la libertad de expresión; pero es lo que pienso sobre este caso y otros que han sucedido en el mundo del fútbol estos últimos años. Acciones y hechos denunciables y sancionables, que merecen dimisiones, castigos deportivos y reproches sociales, pero que acaban en los banquillos de los juzgados alimentados por el apetito periodístico más que por la búsqueda de la justicia. Mapi León se equivoca, las vejaciones sean por un momento de exaltación en un lance del juego o por otro motivo deben ser sancionados siempre, pero antes de sacar conclusiones y ponerle la etiqueta que queremos o creemos, es importante escuchar a quien sufre la acción. Escuchemos lo que opina y siente Daniela Caracas, que es la opinión y el sentimiento que realmente importa. O más bien el único.