Malcom se presenta a lo grande en Europa

Malcom, felicitado por sus compañeros tras marcar el 0-1

Malcom, felicitado por sus compañeros tras marcar el 0-1 / sport

Ivan San Antonio

Ivan San Antonio

El futbolista, sea quien sea, juegue donde juegue y ejerza en la categoría que ejerza, solo tiene un camino que le lleva al éxito: el fútbol. La reflexión es de una lógica es aplastante, pero no por ello debe obviarse. Malcom escuchó de su técnico que él no pidió su fichaje y, tras recibir la puñalada de palabra, la volvió a sufrir de hecho, convirtiéndose en un descarte habitual, en el último de la fila.

Ante un panorama desolador, con solo 25 minutos en LaLiga y las migajas de la Copa en León, solo existen dos formas de reaccionar: agachar la cabeza o presentarla erguida a la espera de que llegue el momento, que siempre llega. Siempre. Es en ese instante cuando el camino se bifurca y cada futbolista elige si dar la razón a quienes han dudado o apretar el puño y soltarlo con violencia sobre la mesa. Malcom hizo temblar la madera en Milán.  

dos minutos

Entró en el 81 por Dembélé y, a los dos minutos, agarró su primer balón. Encaró sin ni siquiera mirar a la cara a su defensor, se la colocó en la zurda, posicionó el cuerpo y disparó seco, duro, raso y preciso para sorprender a Handanovic, indemne pese al pelotón de fusilamiento formado por Suárez, Coutinho, Rakitic y Dembélé. Malcom solo necesitó dos minutos para presentarse oficialmente ante su entrenador, que solo le conocía del día a día, de los entrenamientos en la Ciutat Esportiva. La competición es otra cosa. No es sortear conos ni vestir petos, es ponerse la camiseta y empezar a notar ese olor a césped especial que solo aparece los días de partidos.

Malcom eligió Europa, la Champions, para entregar su carta de presentación a Ernesto Valverde, en la que, de su puño y letra, le dijo, amable pero decidido, que puede contar con él, que entiende que no lo haya hecho hasta ahora, pero que ahora ya sabe quién es Malcom Filipe Silva de Oliveira, al que había ninguneado. En Milán, pocos escenarios mejores que el Giuseppe Meazza, Malcom mandó un recado a su entrenador en forma de gol. Un gol que es solo la consecuencia de elegir el camino correcto con personalidad, fe y autoestima.