Luis Suárez, de la ofuscación al premio del gol más estéril

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Toni Frieros

Toni Frieros

El FC Barcelona se jugó sus últimas opciones de ganar la Liga ante un brillante Eibar con un ojo puesto en lo que iba sucediendo en La Rosaleda de Málaga. El temprano gol de Cristiano Ronaldo ejerció una extraña influencia negativa en los jugadores azulgranas que protagonizaron un partido herrático e irregular, salvado en el tramo final del mismo gracias a dos goles de Leo Messi. La personificación de ese Barça nervioso fue el uruguayo Luis Suárez, ofuscado y protestón desde los primeros compases de la contienda.

Es cierto que Suárez casi siempre emplea la misma efusividad en cada lance de los partidos. Es su personalidad, pero ante el Eibar se mostró especialmente ansioso. Una ansiedad que fue 'in crescendo' a medida que pasaban los minutos... y erraba ocasiones clarísimas. A los ocho minutos todavía se está preguntando él mismo, y todos los barcelonistas, cómo es posible que errara lo que erró. Se plantó solo ante Yoel e inexplicablemente remató fuera con el exterior de la bota derecha. 

A partir de ahí no le salió nada de lo que intentó, pero el acabose se vivió en el minuto 35, cuando otra vez con toda la portería para él solo, definió deficientemente dándole la oportunidad a Yoel de lucirse.

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Menos mal que la espina se la pudo sacar minutos más tarde, en una acción de delantero centro puro. Un saque de esquina fue peinado hacia atrás por Paco Alcácer y llegando desde atrás, en el segundo palo, Suárez metió la planta de la bota para empatar el partido.

Sin embargo, a pesar de la trabajada victoría, seguro que con lo exigente que es Suárez no podrá quitarse de la cabeza las ocasiones que marró. La última, ya en el tiempo añadido y antes de que Messi cerrara el marcador con un gol marca de la casa. El Camp Nou bajó la persona y Luis Enrique pudo despedirse de la que ha sido su afición durante tres años con un triunfo.