Los Messi, los 'leprosos' y los 'canallas'

Los Messi se dividen en el derbi de Rosario

Los Messi se dividen en el derbi de Rosario / sport

Vero Brunati

Cuando Central y Newell’s se enfrentan en Rosario, se paraliza la ciudad. Y la familia Messi... se divide. Es curioso, sin duda. Celia, la mamá del crack y Matías, el tercero de sus hijos, son hinchas de Rosario Central. Mientras que Jorge, su padre, y Rodrigo su hermano mayor son hinchas de Newell’s como La Pulga, que comenzó a jugar en las inferiores del club rojinegro. El blaugrana, no podía ser de otra forma, ha convertido en hinchas de Newell’s Old Boys a sus dos hijos, Thiago y Mateo. 

En Rosario, en cada barrio hay paredones, columnas de alumbrado y hasta frentes de viviendas pintadas con los colores azul y amarillo, representando a Rosario Central, y rojo y negro, por Newell’s Old Boys.

La ciudad de Rosario es de las pocas de Argentina en la que sus equipos superan en popularidad a los gigantes River Plate y Boca Juniors, los equipos más importantes del país. Y uno y otro equipo cuentan con hinchas legendarios. 

Por el lado de Central, el Ché Guevara, el dibujante y escritor Roberto Fontanarrosa, Cesar Luis Menotti, Mario Alberto Kempes, Aldo Poy y Edgardo Bauza, actual seleccionador argentino. Newell¿s es un equipo identificado con la figura de Marcelo Bielsa, el Tata Martino, Diego Maradona, y hoy es reconocible por su hincha más famoso, Lionel Messi, quien sueña con retirarse vistiendo la camiseta rojinegra. 

SON HISTORIA

El clásico entre ‘canallas’ y ‘leprosos’ cuenta con rica historia. Comenzó a disputarse en 1905 (victoria de Newell’s Old Boys 1-0, con gol de Faustino González) y es el clásico más antiguo de Argentina. Se han enfrentado 333 veces, de las cuales Rosario Central ganó en 110 oportunidades, y Newell¿s en 103, y empataron en 118 partidos. 

Como Capulettos y Montescos, los hinchas de Central y de Newell¿s son acérrimos enemigos, y sus enfrentamientos se viven con la pasión de una final de campeonato. 

Hoy día no sólo es uno de los clásicos más apasionantes del país, sino también, y lamentablemente, de los más peligrosos. Los violentos enfrentamientos que se produjeron entre las barras bravas de uno y otro equipo en varias oportunidades han terminado con heridos y muertos.

Así se juegue en El Coloso del Parque (el estadio de Newell’s) o en El Gigante de Arroyito (el estadio de Central), la rivalidad entre ‘canallas’ y ‘leprosos’ llena las 40.000 plazas de cualquiera de las dos canchas.

Los inicios La leyenda sobre el nacimiento del enfrentamiento nace de una invitación a un ‘amistoso’ entre los dos equipos organizado en favor de los enfermos de lepra de un hospital de Rosario. 

Cuentan que Central rechazó la invitación, y así se ganó el apodo de “canallas de la ciudad”. Para vengar la burla, los seguidores de Central lanzaron a sus rivales el contra-insulto de ‘leprosos’, ridiculizando su interés por jugar ese partido a favor del hospital.

Con el tiempo, los hinchas de cada equipo se apropiaron de sus apodos al punto de convertirlos en símbolos de sus equipos, y en banderas. Es tan particular la rivalidad que unos y otros festejan las desgracias del rival, como ocurrió el jueves pasado. Rivel Plate derrotó por la Copa Argentina a Rosario Central en la final (4-2) y los hinchas de Newell’s celebraron la derrota de los Canallas. 

la palomita de Pedro Poy Un suceso memorable es la ‘palomita de Poy’. El vuelo con el que el jugador Aldo Pedro Poy cabeceó un centro que terminaría en gol y marcaría la victoria de Central por 1 a 0 en las semifinales de 1971. Esa ‘palomita’ quedó grabada en el sentimiento de los hinchas, hasta el punto de que cada 19 de diciembre se juntan a gritar de nuevo el gol que les despejó el camino del campeonato, y convocan al ex futbolista a que repita la maniobra para ellos. 

“El gol de Poy lo vi por la tele, pasaron el partido en directo. Uno se acuerda siempre de lo que estaba haciendo cuando ocurren ese tipo de cosas, como el día que mataron a Kennedy”, dijo Fontanarrosa para expresar lo que significó para los ‘canallas’ ese gol.

Otra muestra de la pasión por este clásico con un fragmento de ‘La observación de los pájaros’, un cuento que Roberto Fontanarrosa escribió sobre el clásico rosarino. “...Se acabó el clásico y nos ganaron. La reputísima madre que lo reparió. Y bueno, ya pasó. Hay cosas peores. Seguimos arriba, de todos modos, en la estadística. Se oscureció la tarde, está nublado. Ojalá que llueva y se arruine todo. Que nadie ande por la calle. Sale un chico de una casa y después otro. El primero, en cueros grita “¡Vamos Central, todavía!”. Un relampagueo de flash lo ilumina a uno por dentro. Se le seca la garganta. Balbuceante alcanza a preguntar, “¿Terminó?”. “Uno a uno” dice el chico, “empató Central sobre la hora”. Uno camina, ahora aterido, por inercia, por instrumental. ¡Central sobre la hora, carajo! ¡Central sobre la hora!...”.