La llamada que frustró un Barça con Messi y Cristiano

Messi, encantado de aceptar la invitación a cenar de Cristiano Ronaldo

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Guillem Balagué

Guillem Balagué

Desde el mismo día de su llegada a la presidencia, Ramón Calderón supo que debía lidiar con un fantasma: Florentino Pérez, que estaba y no estaba. Florentino había iniciado discretamente su imparable proyecto de regresar al Santiago Bernabéu.

Calderón llegó al final de su segundo año de mandato gastando tantas energías en defenderse de los continuos ataques a la institución como en celebrar las dos ligas consecutivas que había conseguido, una con Fabio Capello y otra con Bernd Schuster.

Hablaba de manos negras y satélites que inundaban el entorno y le querían empujar al precipicio. Su mandato sufrió sospechas, insinuaciones y acusaciones de supuestas gestiones irregulares. 

Harto de la presión mediática, con un club ingobernable, el 16 de enero de 2009 Ramón Calderón anunció su dimisión de la presidencia del Madrid. Se marchaba “con la cabeza muy alta”. En los meses siguientes recibió peticiones para cinco causas judiciales supuestamente relacionadas con su gestión en el club. 

(…)

No fue nunca condenado por ninguna causa. Ni siquiera se le abrió juicio.  

Justo antes de su dimisión se produjo la primera de las dos crisis que pudieron acabar con Ronaldo en el FC Barcelona o en el Manchester City.

El programa de radio El Larguero confirmó que Cristiano tenía un acuerdo con el Manchester United por el que le dejaban marchar al final de aquella temporada “por una cantidad razonable”. 

El conductor del programa, José Ramón de la Morena, reveló que existía un contrato con el portugués y que éste incluía una cláusula de confidencialidad que, de romperse, podría invalidar el acuerdo.  

Claramente, alguien la había ignorado al contarle detalles al periodista. Jorge Mendes, Ramón Calderón y José Ángel Sánchez tuvieron que realizar llamadas urgentes para calmar la furia de Ferguson que volvió a insistir a la prensa inglesa que Ronaldo no se iba a marchar. 

La segunda crisis fue mucho más seria. Tuvo lugar mientras ejercía de presidente Vicente Boluda, poderoso empresario y encargado de supervisar el proceso de elecciones para, como muy tarde, el 14 de junio. 

El jueves 18 de marzo se presentaba en el Foro As Ferrándiz a Eduardo Fernández de Blas, presidente de Ética Madridista. Su análisis de la situación del Real Madrid le llevó a Ronaldo y la escasez de jugadores nacionales en el club blanco. “En el Liverpool hay más españoles que en el Real Madrid”, dijo. 

Y añadió: “Cristiano es uno de los mejores jugadores del mundo, pero el Manchester pide mucho por él y con ese dinero se pueden fichar a dos jugadores de la selección española. Habrá que ver cómo está eso atado y qué es lo que quiere el entrenador. También hay que valorar la responsabilidad de quién ha cometido una inversión que puede poner en riesgo la solvencia del club. Tal vez sea más interesante invertir cien millones en varios jugadores que en uno solo. Y a ser posible, españoles”.

Fernández de Blas era supuestamente independiente, pero no era del todo inocente cuando decía cosas parecidas en corrillos de periodistas y socios del club: en realidad se trataba del hombre de Florentino para iniciar la campana electoral y acabó de vicepresidente en la junta de Pérez unos meses después. 

Al dar De Blas una especie de pistoletazo de salida, Pérez (pendiente también de la salud de su mujer) podía decidir finalmente cuándo se presentaba y averiguaría quiénes eran sus posibles rivales según cómo se posicionaban en asuntos tan delicados como el coste de Ronaldo. 

Vicente Boluda escuchó la acusación sobresaltado: no podía consentir tal mancha a su prestigio ni que le acusaran de malgastar el patrimonio del club. Era muy grave oír decirle a De Blas que se ponía en peligro la economía del club cuando en caja había casi 100 millones de euros y la operación financiera se había organizado con escaso riesgo.

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‘¿Ah sí?’, pensó Vicente Boluda, ‘pues hasta aquí hemos llegado’. Y decidió dar un giro de timón que le liberara de esas acusaciones. Como había sido establecido, la finalización del acuerdo le costaba al Real Madrid 30 millones de euros, así que llamó personalmente a Jorge Mendes y le ofreció romper el contrato entre Ronaldo y el club, el de la penalización. 

Al ser un contrato privado, había otra posibilidad: si las dos partes estaban de acuerdo en la anulación no habría nada que pagar. El Madrid se liberaba de ‘tirar por la ventana’ 94 millones de euros y Ronaldo, según el acuerdo que tenía con Ferguson, podía firmar por cualquier otro club del mundo. 

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La reacción de Jorge Mendes fue sorprendente. Aceptó la ruptura del acuerdo sin coste para el Real Madrid y decidió enviar a su abogado, Osorio de Castro, a Madrid, para que estuviera allí al día siguiente por la mañana. Cuando Boluda le comunicó lo ocurrido a José Ángel Sánchez, el director general no se lo podía creer. 

En ese momento se inició una jornada de locos. ¿A qué se debía la reacción de Mendes? El representante de Ronaldo tenía dos ofertas más por el jugador, ambas de una cuantía superior a la del Madrid. Una del FC Barcelona de 105 millones de euros y otra del Manchester City que algunas fuentes sugieren que podrían haber llegado a 150 millones. 

Leo Messi de 21 años, en la que sería su segunda temporada con Pep Guardiola, podría haber compartido vestuario con Cristiano Ronaldo

José Ángel Sánchez y otros altos directivos del Madrid temían que perder al portugués pudiera suponer una larga época de infortunios. “Si le ficha el Barça, estaremos 10 años sin ganar un título”, dijo un alto dirigente del club. Ronaldo debía ir al Madrid. 

José Ángel Sánchez pidió ayuda a las personas de confianza de Boluda para que le hicieran cambiar de opinión. Era una locura dar marchar atrás, se le decía. Pero Boluda insistía en que él no iba a ser el “gilipollas” que pusiera la economía del club en peligro con un gasto tan fuera de órbita. 

La tensión estaba al punto de ebullición, cuando, finalmente, la crisis se resolvió del modo más insólito. Sánchez convenció a Boluda para que llamara a Florentino Pérez. La sugerencia podía sonar extraña porque el expresidente no había confirmado su candidatura, ni estaba dentro del club, ni en teoría tenía influencia de ningún tipo. Pero nadie dudaba que estaba detrás de las declaraciones de Fernández de Blas. 

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Fue una conversación corta. Boluda expuso que estaba harto de los mensajes de Fernández de Blas sobre Cristiano, la conveniencia de su fichaje, lo caro que era y la falsedad de que ponía en peligro la economía del club. 

Florentino contestó con rapidez: “De Blas no hablará más de este tema”. Pese a que había sido un fichaje “del enemigo”, Pérez no podía concebir llegar al club y tener que enfrentarse a un Barcelona con Leo y Cristiano.

Así que a continuación Florentino le pidió que no rompiera el contrato y que el fichaje de Cristiano siguiera su marcha

Mendes recibió una llamada esa misma noche y su abogado no llegó a viajar a Madrid. 

La crisis fue abortada. Unos días después Florentino Pérez anunció su esperada candidatura. Era el gran favorito.

Este texto está extraído del libro Cristiano de Guillem Balagué.