Historia SPORT

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Lisboa, sin ambiente de fútbol a la espera de la Champions

Lisboa, vacía por la Champions

Lisboa, vacía por la Champions / Javi Giraldo / Valentí Enrich

Javier Giraldo

Javier Giraldo

El trofeo de la Champions, formato XXL, en cartón piedra y aún a medio instalar en la plaza de Rossio. Algunos bares, pocos, con bufandas de los equipos que pelearán por el trofeo. Y poco más. Lisboa vive una curiosa contradicción a la espera de la final a ocho de la Champions, que en la noche de este miércoles arranca con la disputa del Atalanta-PSG.

La contradicción de ser la ciudad privilegiada por ser la sede de la competición, pero también la de acoger a los ocho mejores equipos de Europa y no poder disfrutar del ambiente de una final de Champions.

Aunque se prevé un impacto económico de 50 millones de euros en la ciudad (según cifras del estudio publicado por el Instituto Portugués de Administración y Marketing), a Lisboa le falta la atmósfera que suele acompañar a una final europea, incluso a unas semifinales o unos cuartos de finales. No hay aficionados por las calles, más allá de un puñado de seguidores del Atalanta, la gran sorpresa del torneo, conscientes de que su equipo difícilmente volverá a disfrutar de una situación así.

SIN PRESENCIA EN LOS MEDIOS

Desde la plaza del Comercio a Marqués de Pombal, del Barrio Alto al Chiado o la Alfama, Lisboa está huérfana de fútbol: los diarios deportivos que se editan en la ciudad, A Bola y Record, empiezan a hablar de la Champions: A Bola lleva el trofeo en la portada, pero Record se centra en el posible fichaje de Pedro Gonçalves, del Famalicao, por el Sporting de Portugal. Eso sí, la contraportada de Record está dedicada a Quique Setién: '¿tendrán razón las vacas?', se pregunta el diario, haciendo referencia al vídeo que el hijo de Setién colgó en las redes sociales, preguntando a las vacas de Liencres si su padre tendría éxito en la Champions. "No hay aficionados y apenas hay turismo: el ambiente es casi nulo", lamenta Felix, taxista, que también se queja de que ningún equipo portugués haya sido capaz de meterse entre los ocho primeros.

Maria, quiosquera en la plaza del Rossio, es un poco más optimista. "Si os acercáis hacia el Tajo veréis más gente. Poco a poco nos empezamos a recuperar, aunque la cantidad de turistas no tiene nada que ver". Normalmente, el elevador de Santa Justa presentaría unas colas kilométricas a estas alturas del mes de agosto: ahora, en cambio, apenas hay diez personas en la cola. Ocurre algo similar en la plaza del Comercio o en A Brasileira, la cafetería más famosa de la ciudad: allí, la estatua de Fernando Pessoa sigue viendo pasar a lisboetas y visitantes, pero muy poca gente repara en su presencia.