Leo Messi no puede con todo

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Tal vez fue una premonición. O pájaro de mal agüero. Cuando David Bisbal amenizó la previa de la final, cantó uno de sus últimos hits: ‘Quiero pedirte perdón’.  Y eso deberá hacer el FC Barcelona con sus socios y seguidores después de las dos últimas decepciones sufridas en este infausto mes de mayo que quedará para siempre grabado como una de las páginas negras en la historia reciente de la entidad azulgrana.

La Copa del Rey de Sevilla se presentaba como la ocasión perfecta para quitarse la espina de Liverpool. Había que cerrar esa herida por la que todavía supuraba dolor. Y no pudo ser. Y es en este punto donde nos tenemos que preguntar con urgencia: ¿Por qué? ¿Qué le ha pasado a este Barça? ¿Por qué se ha caído en el tramo final de la carrera? ¿Dónde está ese equipo que fue dos veces consecutivas al Santiago Bernabéu y puso de rodillas al Real Madrid?

¿Y además de messi, quién? El Barça perdió anoche en el Benito Villamarín algo más que una final. Prestigio, desde luego. Primero, se quedó sin doblete. Y segundo, sin poder convertirse en el primer equipo español que conquista cinco copas consecutivas. A nivel estadístico, es así de crudo. Lo que tenía  que haber sido una temporada histórica se quedó, solo, en la alegría de ganar la Liga. ¿Es suficiente para una plantilla diseñada, y pagada a precio de oro, para lograr el triplete?

Ni quiera le hizo falta al Valencia dominar el partido o firmar una actuación sobresaliente. Tampoco fue tan superior. Eso fue lo peor. Le bastaron dos fogonazos para fundirle los plomos al Barça.

Urge, desde luego, que Josep María Bartomeu y su junta directiva se reúnan con los máximos responsables deportivos del club, Ernesto Valverde y Pep Segura, y analizar conjuntamente las causas de esta pérdida de potencial deportivo. Porque la lección que nos han dejado estos dos varapalos consecutivos hay sido muy clara: ¿Y además de Leo Messi, qué, quién? No puede ser que el presente y el futuro de este equipo recaiga siempre en las espaldas de Messi. ¿Dónde están los demás? ¿Quién marca diferencias?¿Quién le acompaña?¿Quién hace goles? ¿Quién crea ocasiones?

Solo épica. Evidentemente seríamos injustos si no reconociéramos el gran esfuerzo que el equipo hizo en el segundo tiempo. Se dejó la vida y hubiera sido justo que alcanzara el empate. Después, que hubiera sido lo que Dios quisiera. Toda la intensidad y coraje que le faltó en el primer tiempo, lo mostró a raudales en una segunda mitad donde hubo más corazón que cabeza.

Pero el fútbol de los grandes campeones, amigos míos, es otra cosa. No depende de la épica ni de echarle cojones. Tiene que ver con la capacidad de controlar los partidos, de dominar con sentido común al contrario, de hacer daño con la pelota... y también sin ella. 

Y este Barça de Valverde adolece de recursos, más allá de colocar a Piqué de delantero centro. Faltaban Luis Suárez y Dembélé, sí, pero una vez más todo el barcelonismo tuvo la sensación de que si no aparecía Messi, no se obraba milagro alguno. Él provoca las faltas,  él  mete miedo a los rivales, él... 

Messi está muy solo y si encima no tiene la inspiración o acierto de otras veces, el panorama se torna apocalíptico.

La imagen del Barça triste, derrotado, sin alma es, desgraciadamente, la que nos queda en la mente una vez  ha bajado la persiana de la temporada. 

El Valencia, en el año de su Centenario, se reencuentra con la gloria. Felicidades. Creyó y lo consiguió.