Klopp, la llama de Anfield

Klopp sobre Salah: "Aceptamos la decisión de los médicos"

 Klopp habló en rueda de prensa de la lesión de Salah / PERFORM

Dídac Peyret

Dídac Peyret

"Es verdad. Me he hecho un trasplante de pelo, pero los resultados son grandiosos, ¿no creen?”. Jürgen Klopp nunca tuvo miedo de ser él mismo. Lo demuestra cada vez que convierte una rueda de prensa en lo que los americanos llaman ‘stand up comedy’. 

Klopp no está de pie en un escenario delante de centenares de personas. Pero sí recurre a su propia vida para hacer chistes y ejercer de comediante con ingenio. “Cuando dejé la escuela, el director me dijo: ‘Espero que puedas hacer algo con el fútbol porque, si no, no tengo las mejores sensaciones para tu futuro”. 

Klopp cae bien porque, pese a su posición, te habla de tú a tú. Y porque la gente que se ríe de sí misma hace la mejor comedia. De pequeño se metió en el grupo de teatro de la escuela secundaria del Black Forest. Y de adulto sigue despertando la atención del público.  “No estoy muy orgulloso cuando me expulsan. Pero sí de cómo fue la primera vez. Fui al cuarto árbitro y le dije: ‘Solo quiero preguntarte cuántos errores te permiten, porque si son 15 solo te queda uno por gastar”. 

Su padre le apretaba tanto de pequeño que potenció el lado más pasional de Klopp

THE NORMAL ONE

“¿Alguien en esta sala cree que puedo hacer milagros? Soy solo un chico normal. Mi madre no debe estar entendiendo una sola palabra ahora, pero seguro que está orgullosa. Podéis llamarme The Normal One, si queréis”. 

Así se presentó el día de su firma como entrenador del Liverpool entre carcajadas de los periodistas ingleses. Y así se ganó a la afición ‘red’ derrochando carisma. “No es muy importante lo que la gente piensa cuando llegas, lo importante es lo qué piensa cuando te vas”. Y añadió: “No soy un soñador pero sí un romántico.  Anfield es uno de los mejores sitios para disfrutar del fútbol. Soy un chico con suerte”. 

Eso ocurrió el 9 de octubre de 2015 y cuatro años después la afición ‘red’ simplemente lo adora. “Nos va a llevar a la gloria y odia el jodido sol; Jürgen Klopp  na, na, na, na ,na”, le canta Anfield. En sus gradas decenas de aficionados lucen bufandas y logos ('The Normal One', 'The Kloppfather' o 'Heavy Metal') que alimentan su leyenda.  

LAS COSTURAS DE KLOPP

El alemán ha logrado que el Liverpool vuelva a competir por ganar la Premier y que sea un aspirante en la Champions. Pero los hay, como Mourinho, que le recriminan que, a diferencia de lo que ocurrió en el Dortmund, no ha logrado títulos.

“Jürgen no gana absolutamente nada durante tres años y medio y todavía tiene la confianza y las condiciones para seguir adelante”. Las derrotas en finales  contra el Madrid (3-1) en la Champions. Y ante el Sevilla, en la Europa League (1-3), no han logrado rebajar la llama de Klopp en Liverpool. 

El alemán le ha dado al Liverpool un estilo reconocible. “A Wenger le gusta jugar al fútbol como a una orquesta silenciosa; a mí me gusta más el heavy metal”. La frase resume el interés de Klopp en el fútbol como un oleaje constante. Un ir y venir.  Puro vértigo. “Un caos controlado”, como le gusta decir a él. 

El método pasa por hacer la presión más alta que se conoce en el fútbol europeo. “No soy ese tipo de tíos que os va a decir: ‘Vamos a conquistar el mundo’. Pero os aseguro que vamos a recuperar el balón todo el tiempo, ¿sabes? Cada jodida vez”.

Una idea a la que ha ido introduciendo matices porque el Liverpool ya no es aquel equipo que solo jugaba con transiciones rápidas. Sigue siendo arrollador, pero ya no renuncia a tener fases de mayor posesión. 

A pesar de su imagen salvaje asegura que el sentido común le ha salvado en los peores momentos

Lo que no ha cambiado es la capacidad de Klopp por seducir a sus jugadores y que crean en sus posibilidades. “Tengo el síndrome de ayudar a los otros Me importa la gente”, aseguraba en una entrevista a 'The Guardian'. Y es, a partir de ese vínculo, donde crea la química con sus futbolistas. 

“Crear una situación en donde todos se sientan importantes, se diviertan, conozcan sus trabajos, se sientan respetados y se sientan necesarios. Así es como debería ser la vida”, reflexionaba en ‘Goal’. 

Para lograrlo -recuerda- siempre aplica el sentido común. “Extrañamente los jugadores más locos me adoran. No sé por qué. Siempre me ha interesado tratar con la gente”. 

UN CATÓLICO PARTICULAR

Como cualquier personaje fascinante su personalidad está llena de contradicciones. Profundamente católico, asegura que nunca ha sentido miedo.

“Lo único que me asusta es que enferme algún familiar. No hay otra cosa que no pudiese soportar perder y esa es la razón por la que no tengo miedo. Soy cristiano y veo la vida como un regalo”. 

Antes de ser futbolista quería ser doctor y ninguna otra figura le marcó tanto como su padre Norbert. Con él comenzaron los arrebatos salvajes de Jürgen.  

Sobre todo cuando se juntaban para jugar a tenis. “Me ganó 6-0 y 6-0. Me puse furioso y le grité: ¿Crees que esto es divertido para mí?. Al otro lado de la red, él me respondió aún más enfadado: ¿Y tú qué te crees, que es divertido para mí?”, ha recordado en ocasiones.

"La cerveza es importante para cualquier alemán, podría haber sido un gran barman"

Más tarde trabajaría en un bar, donde disfrutaría a lo grande de la cerveza que tanto le gusta. "La cerveza es importante para cualquier alemán. Podría haber sido un gran barman". Pero sería en el  Mainz, donde encontraría su sitio. Primero como futbolista y luego como entrenador, donde lograría el ascenso. 

A su lado sigue Ulla, con la que tuvo a su hijo Marc, aunque el propio Klopp a veces ni siquiera se lo explique. “Quiero a mi mujer más que a nada en el mundo, y no le he dado razones con otra mujer para que me dé la patada, pero tendría 1.000 razones para dejarme, porque puedo ser un poco cretino”.