Johan Cruyff y la inmortalidad

Johan, entre dos imágenes suyas, como jugador del Ajax y presidente de su Fundación

Johan, entre dos imágenes suyas, como jugador del Ajax y presidente de su Fundación / sport

Xavi Torres

Xavi Torres

Arnau está feliz. Una promesa le ha llevado a tocar el cielo. No ha sido fácil pero la gente de Rodamunt le ha echado una mano. O mejor dicho, muchas manos. Son unos ángeles. Ayudan a subir montañas a personas con movilidad reducida a partir de la generosidad de los voluntarios y de una Joëlette, una silla adaptada para hacer senderismo.

Joel Claudel, guía de montaña francés, tenía un sobrino aquejado de miopatía, una enfermedad que afecta a los músculos. Mientras era un niño, Stéphane -que así se llamaba- viajaba dentro de la mochila de su tío pero con la edad llegaron los quilos y también la imposibilidad de subir a las cimas con facilidad. Por eso monssieur Claudel inventó ese artilugio. Y por eso Arnau es feliz.

Desde Vilanova i la Geltrú y acompañado por su padre, Arnau llega a todas partes. No tiene miedo aunque su discapacidad pudiera confundir a más de uno. Los límites se los pone cada uno. Eso lo aprendió una mañana de mayo de Johan Cruyff. Arnau coincidió con aquel señor tan simpático que había sido futbolista y entrenador del Barça en una fiesta. Ambos se conocieron en la pista polideportiva de la Mar Bella, en Barcelona.

Allí, cada año, la Fundación Johan Cruyff concentra a casi mil niños y niñas discapacitados físicos o psíquicos que practican deporte extraescolar gracias a su ayuda en proyectos maravillosos. Baloncesto, hockey, natación, fútbol, escuela multideportiva, hípica, escalada, goalball, vela, esquí, pádel... ¿Se os ocurre algo más? Atletismo, sí, atletismo.

Arnau, un día, le echó una carrera a aquel señor de las canas. Silla de ruedas contra silla de ruedas. De aquí hasta la raya. Y ganó. Y Johan, que siempre fue de mal perder, aceptó las bromas de Arnau y sus amigos. Jamás olvida sus palabras: “¿Has visto? ¿Quién es el discapacitado, tú o yo? No te rindas, chaval, que quien quiere, puede. Y te aviso: trabaja mucho porque el año que viene te ganaré”. ¡Y por supuesto que trabajó! Pero Johan se fue el 24 de marzo del año pasado, apenas un par de meses antes del día de la revancha. ¿No va a haber carrera? Pues no. Contra Johan, no. ¿Y entonces?

Pues habrá que buscar un nuevo reto, más grande si cabe. Arnau le preguntó a su padre cómo podía homenajear a Johan Cruyff. Gracias a él había podido practicar deportes y esta experiencia, además de amigos y felicidad, le había comportado seguridad en sí mismo. Se sentía preparado para ganarle a la vida todos los retos que quisiese lanzarle. Incluso el de subir al Turó de l’Home, la cima más alta del Montseny. Una locura. Para todos excepto para Arnau. Los límites se los pone cada uno, ¿verdad? Y subió.

En junio del año pasado. Con su gorra amarilla de la Fundación Johan Cruyff. Y ya arriba, bajo el sol, aliviado por la brisa, emocionado por la gesta y rodeado de sus ángeles y de su padre, dejó ir un enorme “¡Gracias, Johan!” que todavía retumba por los valles. Sentimiento puro. Del de verdad. El más sentido agradecimiento. “¡Gracias, Johan!”.

Inmortal

El próximo 25 de mayo vuelve a haber fiesta en la Mar Bella. Arnau y sus colegas estarán allí. Y se acordarán de su amigo Johan. Lo sentirán como si estuviera allí porque su espíritu no ha desaparecido. En este año después de Cruyff han seguido practicando deporte gracias a los proyectos que ahora lidera su hija Susila desde la presidencia de la Fundación, Pati Roura desde la dirección y Cristina Bandrés, Janaina Dolzan, Esther Eroles, Joaquín Muñoz, Albert Sala y Sander Waare desde el día a día. Y gracias a esos 150 maravillosos voluntarios sin horas en su reloj. 8.000 niños y niñas en Catalunya y 25.000 en el mundo.

Esta es la grandeza. Unos 1.000 los representarán a todos en la Mar Bella. A ti, sin embargo, nadie puede sustituirte. Apúntatelo en la agenda y no falles. Y estando ahí pregunta por los Patio 14 (ya en 350 escuelas), los Cruyff Court (221 en 20 países) y el Cruyff Institute (gestión deportiva on line). Comprobarás por qué Johan Cruyff es inmortal.

Pero, ¿Johan Cruyff no era inmortal por el fútbol? También. Sin duda, la persona más influyente en la historia de este deporte. Como jugador y como entrenador. Con el balón y la táctica. Apenas un mes antes del fatal desenlace Johan se dio un paseo por la Carretera de les Aïgues, popular escenario para deportistas como él en la sierra de Collserola, Barcelona.

El médico le había aconsejado que caminara. Y Johan caminó. Y habló. Porque hablar era algo que le apasionaba. Tanto como escuchar, porque le gustaba aprender. Habló de muchas cosas porque la vida, a Johan, le había enseñado muchas cosas. Y se reía de sus equivocaciones. “Si quieres una cosa, ¡hágala!”. Otra manera de decir aquello tan clásico de “menos hablar y más trabajar”. 

Y si vivías cerca y no atacabas el problema, Johan sacaba el látigo y te apretaba. ¡Hágalo! Toda la vida vivió sin miedo y sin entender la posición contraria. Aun a riesgo de equivocarse. “¡Pues rectificas!”. Quien no camina, no tropieza, pero quien no camina no llega a ninguna parte. ¡Y cuidado! Al final, unas veces yendo por la derecha y otras por la izquierda, a conveniencia, siempre acababa teniendo razón (maravillosas cruyffadas...).

El Camp Nou

Y Johan siguió andando mientras saludaba y se hacía fotos. ¿Hay alguien en este mundo que no tenga una foto con Johan Cruyff? Como otras tantas veces, a sus pies la ciudad. Ahí estaba, a su derecha. Pletórica, Barcelona. Llegó en 1973 y la ha querido mucho. Fue muy emocionante la entrega de la Medalla de Oro al Mérito Deportivo que el Ayuntamiento de la ciudad le concedió en noviembre.

Lágrimas y agradecimiento. Johan, que convirtió en arte el fútbol, paseó el nombre de Barcelona por el mundo con extraordinaria dignidad. “¿Ha ido bien todo, verdad?”, preguntó en el paseo, como si estuviera repasando su trayecto. ¿Bien? ¿Dónde estaba el Barça cuando él llegó y dónde está hoy? El legado. 25 años (casi) de sonrisas azulgranas para una constatación: el Barça ha sido el club más ganador del último cuarto de siglo y, además, el más admirado. Ganar divirtiéndose y divirtiendo. ¿Si ha ido bien? ¡Por favor!

Hacía calor y se cansaba. Y se paraba. De caminar. De hablar, no. Y por supuesto habló del Barça. De su Dream Team, con orgullo y admiración. Consciente de que aquello había sido el principio de todo y satisfecho de ver a tantos de sus discípulos paseando su fútbol por el mundo. “Son buenos chavales, ¡eh! Estos días me han llamado todos”. O casi, pero él los quiso poner a todos en el mismo saco. Johan sentía tanta admiración por sus futbolistas como la que ellos tenían por él.

Habló de Pep Guardiola, cómo no. Y se rió mucho ante los que querían enemistarlos comparando currículums. “¡Gracias, Pep!”, decía una y mil veces. Gracias al de Santpedor, el cruyffismo siguió extendiéndose por el mundo. “¡Son mediocres y con los mediocres no hay que perder el tiempo porque la envidia se los come por dentro. Hay que dedicarse en cuerpo y alma a los inteligentes!”. Como Messi.

Acababa de darle a Johan un regalo en forma de penalti indirecto ante el Celta. Y estaba muy contento. Cruyff disfrutaba con las genialidades y, gracias a la de Leo, su inmensa figura volvió a erigirse protagonista. El penalti de Cruyff repetido por Leo Messi. “Un honor”, dijo el holandés.

Y de repente levantó la vista, se detuvo y dejó de hablar. Allí a lo lejos, bajo un cielo azul sin nubes, señorial, imponente, vio el Camp Nou. Azul y grana. “¡Es bonito, eh!”. ¡Caray! ¡Llevaba media vida viviendo en sus entrañas y no se había dado cuenta de su belleza! “Jamás lo había visto desde aquí”. Se hizo el silencio y se mantuvo hasta un espontáneo “¡Vamos Johan!” de una pareja de corredores. El Camp Nou, sede de su Barça, el que cambió la mentalidad de todos, del país y sus ciudadanos, de la afición y del Club, de los propios jugadores y de los periodistas...

Una nueva manera de entender el fútbol y la vida. Con optimismo, con alegría, con pasión; sin miedo, sin vergüenza, sin complejos. Johan ya no vio el último milagro azulgrana, el 6-1 ante el PSG, pero todos nos acordamos de él. Porque Luis Enrique se atrevió con el 3-4-3 tan de Cruyff y porque el barcelonismo creyó cuando era realmente difícil hacerlo. Como en las gloriosas tardes de Tenerife o La Coruña.

Ciertamente, inmortal.

Y alegre. Artista. Atrevido. Carismático. Comprometido. Demócrata. Desacomplejado. Divertido. Elegante. Eterno. Ganador. Generoso. Genio. Ídolo. Innovador. Intuitivo. Leal. Libre. Líder. Listo. Maestro. Optimista. Perfeccionista. Provocador. Rebelde. Revolucionario. Sabio. Símbolo. Sonriente. Travieso. Único. Valiente. Visionario. Vital. Johan Cruyff. Un honor haber estado ahí.