Joan Morral, el decano del Barça, Espanyol y Europa

Joan Morral con la camiseta del Figueres, equipo al que defendió durante el servicio militar entre 1942 y 1945

Joan Morral con la camiseta del Figueres, equipo al que defendió durante el servicio militar entre 1942 y 1945 / Familia Morral

David Salinas

David Salinas

Han transcurrido 81 años, pero Joan Morral Tarrés (Barcelona, 29 de junio de 1921) mantiene vivo el recuerdo de aquellos tiempos heroicos. Su memoria es prodigiosa a los 97 años. Retrocede a 1938 con facilidad, resuelto.

Fue entonces, siendo jugador del Barça, cuando se enfrentó al Espanyol en la hoy olvidada Lliga Catalana. Es el decano, en competición oficial, de los tres clubs catalanes que fundaron la 1ª División. En edad lo supera Juan Bautista Llopis (102), aunque el meta, natural de Carcaixent, solo se alineó en partidos amistosos.

Joan Morral, nacido en Sarrià, empezó a jugar en el club Tres Torres del barrio a los 14 años. Corría 1935. “Nos cambiábamos en el Bar Mestres, en la calle Vergós, y de ahí subíamos andando al campo”, rememora.

Fue captado por Ramon Llorens, entonces todavía portero en activo del Barça. “Se presentó un domingo por la mañana en el campo del Tres Torres y convocó a media docena de chavales para hacer una prueba en Les Corts. Yo me quedé, aunque a mi padre no le hizo mucha gracia”, dice.

Actuó como interior en el Infantil, Juvenil, Amateur y Reserva del Barça y, tras la desintegración del equipo a raíz de la gira por México y Estados Unidos (1937), dio el último salto con solo 17 años.

De su etapa azulgrana conserva momentos inolvidables, como cuando se proclamó campeón de la Lliga Catalana en 1938: “Solo lo celebramos en el vestuario”, recuerda. Jugó 12 de los 16 partidos de esa competición y anotó 6 goles. Debutó con derrota el 17 de abril de 1938 contra el Martinenc (5-2) pero con gol. Y ganó los dos derbis: 0-4 (15 de mayo) y 6-2 (14 de agosto), su último partido como culé.

Recuerdos

De esa etapa también rememora al míster, el irlandés Patrick O’Connell: “¡Que corra el balón, usted no!, decía cuando veía a un regateador”, y al entrañable Modesto Amorós, un hombre para todo: “Lo ayudaba a hinchar balones y un día me regaló uno”.

Joan Morral, valor pujante del Barça, se libró de ser movilizado al frente del Ebro por integrar también por aquel entonces las filas del equipo del cuerpo de carabineros del Ejército Republicano, conocido como ‘Leones Rojos’ y armado en el verano de 1938 para jugar partidos benéficos en favor de hospitales y la lucha antifascista.

Finalizada la guerra, Joan Morral fue ‘invitado’ a cambiar de aires. Así, dejó el Barça por el Espanyol. “Me hicieron firmar. ¿Qué podía hacer?”, dice, para agregar que “o firmaba o no jugaba más al fútbol. Y, yo, con 18 años, lo que quería era jugar”.

Pero en el equipo blanquiazul dejó poca huella, aunque jugó dos partidos oficiales en la que sería la última edición del Campionat de Catalunya (1939-40), que ganó. En Liga y Copa, sin embargo, el técnico, Patricio Caicedo, apostó por jugadores más corpulentos (como los vascos) y no tuvo oportunidades, aunque fue suplente en varias ocasiones. Una de ellas fue en el Sevilla-Espanyol (4-0) del 10 de marzo de 1940.

Un partido en el que la expedición catalana, de regreso a Barcelona, sufrió un grave accidente. El autocar, de madrugada y bajo una intensa tormenta, patinó entre Talavera de la Reina y Santa Olalla, estrellándose contra la cuneta. Dio una vuelta de campana y el jugador Antonio Cayuela, que había debutado en Nervión y viajaba junto a Juan Morral, perdió la visión en el ojo izquierdo. No volvió a jugar al fútbol.

En la temporada siguiente, 1940-41, fue cedido al Europa, dirigido entonces por Cándido Maurici. Con el equipo escapulado inauguró el nuevo campo el 1 de diciembre de 1940 contra el Granollers (1-0). Tras su segundo curso con los de Gràcia (1941-42) fue llamado a filas y destinado a Figueres.

Hizo el servicio militar en el Castell de Sant Ferran y una gestión del alcalde le permitió jugar con el club local en calidad de cedido por el Espanyol. En la capital del Alt Empordà estuvo tres años, los del servicio (1942-45). “Entré dos o tres veces en la oficina que tenía asignada”, sonríe. Las crónicas de la época hablan en positivo de su pasado figuerense: “Morral, voluntarioso como siempre” o “en él todo es ímpetu y fogosidad”. 

El adiós

De regreso a Barcelona, volvió a militar en el Europa (1945-47), ya sin estar vinculado al Espanyol, y acabó en el Tàrrega (1947-48) y Vilanova (1948-49) reclamado por Cros, leyenda europeísta que solicitó sus servicios en estos dos últimos clubs. Una grave lesión en la rodilla derecha, jugando con el Tàrrega, precipitó su retirada poco después, con 28 años.

Fue entonces cuando se incorporó al negocio familiar, el Colmado Morral, sito en la calle Cornet i Mas 47-49, un establecimiento de ultramarinos, mayorista (abastecía a colegios) y minorista además de servir a domicilio. Es socio del FC Barcelona (2.965) y hasta hace pocos años era un habitual en el Camp Nou.

Su único hijo, Josep Maria, no siguió los pasos del padre, aunque llegó a jugar a hockey sobre patines con el Vic (1969-73). Y dirigió su vida hacia la industria farmacéutica, aventura en la que le acompañaron tres de sus cuatro hijos: ClaraMarina MarcOriol optó por el diseño. Todos ellos, nietos de Juan Morral, son grandes surfistas, destacando Oriol como el más completo.