Jaap de Groot: "Abrí un vino y el número 14 apareció en el corcho"

Jaap de Groot, frente al rotativo holandés 'De Telegraaf' en Amsterdam

Jaap de Groot, frente al rotativo holandés 'De Telegraaf' en Amsterdam / sport

Ivan San Antonio

Ivan San Antonio

Johan Cruyff publicó durante muchos años una columna de opinión cada semana en el rotativo neerlandés 'De Telegraaf'. El mito transmitía su mensaje a través de la redacción de su íntimo amigo, Jaap de Groot, jefe de Deportes del diario. El veterano periodista, referencia del oficio en Holanda, atendió a SPORT en la redacción del periódico en Amsterdam para hablar de su relación con Cruyff, cuyo último fruto fue '14. La autobiografía', escrito con el mismo sistema que los artículos periodísticos. 

¿Cómo conoció a Johan?

Déjeme pensar… Creo que… Al principio trabajando, una relación normal. Luego, en 1979, fui un mes de vacaciones a Los Ángeles y Johan jugaba para los Angeles Aztecs. Había dejado Europa por problemas económicos y tuvo que empezar una nueva vida, una nueva carrera. Empezamos a charlar después de los partidos, tomábamos algo… Empezamos algo así como una relación sincera. Años más tarde, cuando en los 80 volvió al Ajax, tuvo un conflicto con el club. Desde la directiva le trataron muy, muy mal. No me gustó lo que vi. Fuimos a la guerra, por justicia, una gran guerra. Y nos unimos más.

Estar en el mismo bando une.

Tenía la imagen de una persona muy calculadora, y por supuesto que lo era, pero no en un sentido negativo. Descubrí que era muy idealista, que era muy honesto. Y eso me gustó, así que nos fuimos acercando más y más.

¿Incluso estando en Barcelona?

De hecho, cuando se fue del Barcelona, en 1996, y ya estaba fuera del fútbol, nos hicimos aún más amigos. Y empezamos a hacer cosas juntos.

¿Qué cosas?

Yo tenía un sueño, organizar el primer partido de fútbol disputado en un teatro. Y lo hicimos a lo grande, con Ronaldo, Seedorf, Gascoine, Van der Sar... En el Teatro de la Ópera Nacional. Lleno de fans, fue algo muy, muy grande. Después del evento decidimos crear la primera ‘Cruyff Court’. Fue el inicio de muchas cosas. En los últimos veinte años la relación se hizo muy íntima.

No tenía móvil. Debe ayudar.

Era muy auténtico en ese sentido. Tampoco tenía ordenador. Incluso con los coches, cualquier cosa moderna… Recuerdo una historia, cuando él era joven. Le dejaron un ‘Porsche’ con cinco marchas, cuando entonces la mayoría tenían cuatro. En lugar de poner la cuarta, puso la segunda y el motor explotó. Como decimos en Holanda, tenía dos manos zurdas. Con la cabeza y con los pies era impresionante, pero con las manos… Si hubiera taladrado una pared, habría caído. Pero era tremendamente creativo. Siempre llegaba con alguna idea nueva.

¿Como la de marcharse a Barcelona en 1973?

Él era un hombre de Amsterdam, un hombre del Ajax, que era como una familia, no un club. Su padre murió cuando él tenía doce años y desde el club cuidaron de ellos, de su madre, y si tenía que ir al dentista, Rinus Michels lo llevaba al dentista. Como un hermano mayor.

¿Qué quiere decir?

Que tenía firmados siete años de contrato y que nunca quiso irse del Ajax, pero empezaron a creerse que eran los amos del mundo, que no necesitaban a Johan. Y eligieron a otro capitán. Y Johan dijo: “Ahora me voy”. Fue como un insulto para él. “Tengo que tomar la responsabilidad, todo, y ahora me hacen esto…”. Los celos. El Barça le había contactado y se hizo muy rápido, en una semana.

Una historia de amor que empezó con un flechazo.

Sí. Primero, Johan era el típico hombre tradicional y, segundo, era un hombre de Amsterdam, sin miedo a nada, con mucha confianza en sí mismo, algo bocazas, creativo, como la ciudad de Amsterdam, donde inventamos el mundo (ríe).

Y el Fútbol Total.

Fue un producto de esa mentalidad. Era un hombre tradicional, que creció en Amsterdam y el Ajax estaba en su corazón, pero cuando se fue al Barcelona y fue aceptado como le aceptaron, el Barcelona entró en su corazón. Cuando era entrenador, recuerdo que Berlusconi le dio un cheque en blanco, pero él era un hombre del Ajax y del Barcelona, necesitaba sentir su alma. En Catalunya empezó a amarlo todo: la cultura, la gente, el club… Además, cuando llegó como jugador Catalunya estaba dominada, eso también le impactó.

Pero nunca habló catalán...

Porque en Catalunya habláis dos lenguas y todo el mundo le entendía en castellano. Le disteis esa oportunidad y no lo necesitó. Era un hombre práctico.

¿Fue Johan el creador del Fútbol Total o quien sublimó la idea?

Él es absolutamente el inicio de todo. Te diré por qué. Cuando jugaba y era un chico joven, le decía a los más veteranos cómo jugar. Y, por supuesto, Michels recibía instrucciones de Johan desde el campo. También es muy importante que fuera un jugador tan polivalente. ¡Era muy bueno de portero! Tanto que era el segundo del Ajax.

¿Cómo dice?

Entonces, en las competiciones europeas no permitían tener a dos porteros y, si se lesionaba el titular, un jugador de campo tenía que ponerse en la portería. Y él era el recambio. Pero podía jugar también de delantero, donde quisiera. El Fútbol Total era una extensión de la clase de futbolista que era.

Entendía el juego al completo.

Para él, el fútbol tenía que ver con el espacio, no con ser portero o delantero, sino con los espacios… Y la técnica para hacer lo que tu mente ve. Técnica simple. También tenía un gran compromiso con el público.

Incluso desde la columna que usted escribía en De Telegraaf.

No olvide que nuestra amistad se hizo más intensa cuando dejó el fútbol y se liberó. Tuve muy claro que debía ser objetivo. De hecho, puedes preguntar a mis reporteros… Nunca les he dicho que escriban en un sentido u otro. Porque a mí tampoco podían decírmelo cuando empecé. Fuimos claros.

¿Nunca se enfadaron?

Pasó algo divertido. En 1999 o 2000 tuvo una oferta de ‘Voetbal International’. Le ofrecieron tres veces más, pero le dije: “No voy a pagarte más. Sin mí no eres nadie y sin ti yo no soy nadie. Este es el precio, te doy lo máximo que puedo darte de forma responsable”.

¿Y?

Fue un desastre. No sé qué hicieron, pero la columna fue para abajo. No sacaron lo mejor de Johan y, en diciembre de 2002, me dijo: “¿Puedo volver?”. No le gustaba cómo iba, siempre quiso ser el mejor y le respondí que por supuesto. Cuando volvió estaba muy motivado, con ganas de demostrar quién era. Incluso cambiamos dos leyes.

¡Qué envidia!

La selección nacional dio dinero para su Fundación. Y Johan vio que tenían que pagar un 45% de impuestos. Pensó que no podía ser. Y lo expuso así, tal cual, dirigiéndose al primer ministro. Al día siguiente, el primer ministro dijo que tenían que cambiar esa ley. En un mes esas donaciones quedaron libres de impuestos. Fue fantástico.

Ahora les llaman ‘influencers’.

Mi padre siempre me decía una cosa: “Si quieres mantener la amistad con alguien, no vayas con él de vacaciones y no hagas negocios. Y es lo que hicimos, ni fuimos de vacaciones ni hicimos negocios.

¿Le echa de menos?

Pienso en él cada día. En mi ordenador tengo las grabaciones de cuando hicimos el libro. A menudo las pongo y vuelvo a escucharle. Cuando murió, me fui solo, durante dos días, a escribir. Pero tuve que parar y volver a casa.

Necesitaba distancia.

Volviendo a escuchar las cintas otra vez fue como si Johan estuviera en la habitación otra vez. Y decidí escribir de forma totalmente distinta. Pensé, ok, no va a ser una gran obra literaria, pero debo escribir como si fuera Johan, en primera persona, lo más auténtico posible.

¿Lo logró?

Es como una terapia, que es lo que quería. Que cuando alguien leyera el libro, sintiese que Johan estaba ahí. Y es exactamente lo que ha pasado. Lo leímos y… ¡Jesús! Lo parecía. Conozco a gente muy cercana a él que aún no ha podido leerlo.

¿Quién?

No puedo decirlo, pero no pueden porque es demasiado cercano. Por eso estoy tan contento. Es lo que quería. No escribir literatura, sino algo que fuera Cruyff. Personalidades como Max Verstappen me han dicho que lo han leído dos veces.

Se conocieron en Montmeló.

Tres semanas antes de su muerte, llame a Max y quedamos con Johan en Barcelona. Dos meses después, Max ganó su primer Gran Premio de Fórmula 1. Empezó el cuatro y acabó el uno. Con un tiempo de 1:41:41. Todo 14. Max me dijo: “No puede ser”.

Gallina de piel. El Barça ganó su segunda Copa de Europa 14 años después de la primera.

Siempre el 14. Es increíble. Cuando fui a la presentación del libro en Londres embarqué por la puerta D14. Llegué al hotel y a Danny (esposa de Johan) le habían dado la habitación número 14. Al día siguiente, de regreso a Amsterdam, llegué a casa y elegí una botella de vino. La abrí y ¿sabes qué pasó? Que el corcho llevaba escrito el número 14. ¿Has visto alguna vez un número en un corcho? Le dije: “Vale, para ya”.

¿Cómo se lo explica?

Tengo que reírme.

¿Casualidades?

Cosas que pasan, pero es fantástico que pasen.