Iraola, el discípulo de Valverde que ha ‘electrizado’ al Rayo

El técnico vasco ha construido un equipo de autor en Vallecas que ha irrumpido en la élite con autoridad y un fútbol desacomplejado

Como tampoco lo hacía el Athletic de Ernesto, el conjunto madrileño no negocia la intensidad, el ritmo, los ataques rápidos y el buen trato del balón

Iraola: "Pertenecer a este club siempre me ha hecho una ilusión tremenda"

Iraola: "Pertenecer a este club siempre me ha hecho una ilusión tremenda" / Efe

Jordi Carné

Jordi Carné

Antes de cada partido, Andoni Iraola (Usúrbil, 1982) desarrolla un ritual peculiar. Entra al vestuario, ‘roba’ un poco de esparadrapo al fisioterapeuta y lo enrolla en un dedo de cada mano. Niega ser “excesivamente supersticioso” y sabe que “esto no vale para nada”, pero nunca falla a su cita “por si acaso”. Y porque “me ha ido bien hasta ahora”, confiesa en ‘La Pizarra de Quintana’ de ‘Radio MARCA’. Lo hacía como jugador, desde la etapa juvenil –cuando conoció a un Ernesto Valverde que primero le abrió las puertas del filial y, en 2003, las de San Mamés–. Y lo hace, evidentemente, ahora que es entrenador. Cambiar lo que funciona nunca entra en sus planes.

Más allá del afecto que le tiene por haber sido su ángel de la guarda en La Catedral, el Txingurri es una persona fundamental para ‘entender’ a Iraola. Se construyó como jugador y entrenador alrededor de su figura. Otros técnicos como Marcelo Bielsa le marcaron pero con ninguno cimentó una relación tan estrecha y especial a todos los niveles como con Valverde. Y el cariño suele llevar a la referencia. El estilo ofensivo que aprecia y defiende ahora Andoni es identificable e indisociable al que proponía el Athletic de Ernesto. No negocia la intensidad, el ritmo, los ataques rápidos ni el buen trato del balón. Tampoco la flexibilidad cuando las circunstancias exigen adaptación. La base es inmutable. Las ideas, muy claras.

Su filosofía no ha variado desde que, en 2017, dio sus primeros pasos como entrenador en el fútbol formativo del Antiguoko, el mismo club que lo instruyó como futbolista. De allí voló al AEK Larnaca (2018), al que clasificó para la Europa League y con el que ganó la Supercopa chipriota, y después regresó al fútbol español de la mano del Mirandés, entonces recién ascendido a Segunda (2019). Con el equipo rojillo, que atesoraba uno de los presupuestos más humildes del fútbol profesional estatal, ‘explotó’ como técnico de primer nivel: salvó la categoría holgadamente y llevó al conjunto castellanoleonés a las semifinales de la Copa del Rey tras eliminar a Celta, Sevilla y Villarreal. La carrera para obtener sus servicios sumó cuantiosos participantes. El Rayo Vallecano fue el vencedor de la contienda.

Su primera temporada en Madrid no fue fácil. En el mundo del deporte, como en la vida, nada es idílico ni perfecto; en algunos momentos de la campaña 2020/21 estuvo discutido entre la exigente afición de Vallecas. Cuando las cosas vienen mal dadas, no obstante, es más importante que nunca ser fiel a uno mismo. Y él solo entiende el fútbol de la forma que acabaría permitiendo a los ‘franjirrojos’ regresar a Primera División tras un luchado y sufrido ascenso en Montilivi. La misma forma que ahora, a pesar de la ajustada derrota (3-2) contra el Real Betis –en la que, por cierto, se transparentaron todas las virtudes de un equipo que nunca se rinde ni renuncia a lo que sabe hacer–, tiene alojado al Rayo en posiciones de privilegio de la Liga, con un punto más que el Barça (pendiente de disputar un compromiso aplazado) y 17 tantos marcados en 10 jornadas, solo superado por el Real Madrid.

¿Su pequeña venganza?

Si Iraola no levantó ningún trofeo durante su carrera en los terrenos de juego fue, en buena medida, por culpa del Barça. El equipo azulgrana ganó a ‘su’ Athletic tres finales de la Copa del Rey –2009, 2012 y 2015, las dos últimas como capitán– y una de la Supercopa de España (2009). Y justo cuando los leones pudieron por fin celebrar su primer título en 31 años, la Supercopa de 2015 precisamente ante el conjunto blaugrana, Iraola ya no estaba. Había abandonado San Mamés unos meses antes para emprender su aventura en el New York City y vivir la experiencia de jugar en la MLS de los Estados Unidos. Después de unos años, ya en los banquillos, Andoni tiene la oportunidad de escribir su pequeña venganza. Como decía Ernesto Valverde, "el fútbol siempre ofrece oportunidades para redimirse".