El imperecedero clásico del 23-N

Juanito Segarra y Paco Gento poco antes de las 21 horas del miércoles 23 de noviembre de 1960. Los capitanes del Barça y del Real Madrid coparon la atención de la prensa gráfica antes del inicio de un clásico de Copa de Europa

Juanito Segarra y Paco Gento poco antes de las 21 horas del miércoles 23 de noviembre de 1960. Los capitanes del Barça y del Real Madrid coparon la atención de la prensa gráfica antes del inicio de un clásico de Copa de Europa / ANTONI CAMPAÑÁ BANDRANAS

David Salinas

David Salinas

El 23 de noviembre no es una fecha cualquiera en la historia del clásico Barça-Real Madrid. Fue en este día, de 1960, cuando el equipo azulgrana se convirtió en el primer ‘verdugo’ del cuadro blanco en competición europea. El hasta entonces imbatible pentacampeón mordió el polvo en el Camp Nou. Un KO rodeado de polémicas arbitrales, duras declaraciones y una imagen –la del vuelo de Evaristo– que dio la vuelta al mundo. 

El Barça del serbio Ljubisa Brocic obró la proeza el miércoles 23 de noviembre de 1960 en el coliseo azulgrana, en el llamado “partido del siglo”. En el primer envite, la ida de los octavos de final, en Madrid, el resultado fue de empate a dos goles y en el de vuelta, se registró una victoria local por la mínima (2-1) pero suficiente para enviar al campeón europeo (1956, 1957, 1958, 1959 y 1960) a casa a las primeras de cambio.

El equipo azulgrana, que había apeado al Lierse en la ronda previa (dieciseisavos), dio la campanada gracias a los goles de Vergés Evaristo, que remató tras un espectacular plongeon picando el balón después de  un servicio de Olivella. Se suspendió en el aire y, en posición horizontal, firmó un gol que ha pasado a la historia por su valor y belleza. El brasileño, años después, rememorando la acción para TVE en la playa de Copacabana, definió el tanto de “fantástico” y “el único que he hecho de esta manera”.

El Barça, tras esta victoria, se tomó cumplida revancha de la eliminación que había sufrido la temporada anterior (1959-60) contra el Real Madrid en semifinales tras un doble 3-1. La gesta del cuadro azulgrana fue destacada por la prensa europea por acabar el equipo de Brocic con la racha del equipo merengue: 15 eliminatorias superadas y cinco finales ganadas consecutivamente, desde la campaña 1955-56.

La osadía del Barça en hacer descarrilar al todopoderoso Madrid fue de difícil asimilación para los vencidos, que reclamaron al árbitro, el inglés Reginald Leafe, hasta cuatro goles. El primero, de Canario (minuto 26), con 0-0, por falta previa del brasileño; el segundo, de Pachín (minuto 65), con 1-0, por fuera de juego; el tercero, de Di Stéfano (minuto 68), también con 1-0, por una acción antirreglamentaria de la Saeta Rubia y el cuarto, ya con 2-0, cuando un balón de Gento al poste se paseó por la línea de gol y lo sacó Gracia con tanta urgencia que solo los jugadores de Miguel Muñoz vieron entrar el esférico.

La eliminación, desde el madridismo, se explicó inicialmente desde una sola vertiente: la pésima actuación arbitral. Análisis posteriores, así como rumorologías varias, abrieron otra vía: el temor de la UEFA a que la competición, monopolizada por el Madrid, perdiera interés por parte de los aficionados. En este sentido, el arbitraje hubiera sido pieza necesaria para desactivar al conjunto blanco de la Copa de Europa tras cinco años de total dominio. Verse fuera del torneo escoció, y mucho, al campeón. 

El 'culpable'

Santiago Bernabéu, presidente del Real Madrid, fue una de las voces más críticas: “Una desdicha de arbitraje, que ha favorecido al Barcelona”, recogió Marca, para agregar que “claro que el Barcelona no tiene la culpa de esta injusticia. Esto es para indignar al más ecuánime”. Gento tampoco se mordió la lengua: “Nos han escamoteado la victoria”.

Miguel Muñoz, entrenador madridista, dio las claves de la derrota: “El desdichado arbitraje, caprichoso y desacertado. Todavía no consigo explicarme las causas por las cuales este señor anuló, al menos, dos de los goles que marcamos”. Y dijo: “El triunfo barcelonista por dos a uno ha sido totalmente inmerecido”.

También Di Stéfano apuntó al colegiado inglés: “Hemos tenido muy mala suerte, pésima, en todos los aspectos. Yo solo le deseo al Barcelona que en los partidos que ha de jugar en la Copa de Europa no tenga la desgracia que hemos tenido nosotros esta noche. Este referee no tiene idea de lo que es el fútbol”.

En el vestuario blanco, de todas formas, hubo amnesia colectiva y selectiva. Nadie se acordó entonces que siete meses atrás el mismo árbitro, el inglés Leafe, había anulado dos goles al FC Barcelona en Chamartín, uno de Villaverde y otro, golazo, según las crónicas, de Coll. El partido, correspondiente a la ida de las semifinales de la Copa de Europa 1959-60 lo ganó el Madrid por 3-1.

Tras la campanada, el siguiente compromiso llevó al Barça a Granada, donde empató a uno. Después el equipo de Brocic regresó al Camp Nou para recibir nuevamente al Real Madrid, ahora en partido de Liga. Fue entonces cuando los discípulos de Miguel Muñoz sacaron la factura y cobraron lo que, a su juicio, les había quitado Mr. Leafe en el clásico europeo once días antes: ganaron 3-5. Con polémica. Los barcelonistas se quejaron del nefasto arbitraje de González Echevarría.

En la Copa de Europa el Barça llegó a la final después de apear al Spartak Kralové y al Hamburgo (tras desempate). El 31 de mayo de 1961, en Berna, los astros se aliaron en contra del equipo de Orizaola, en el cargo desde enero. El Barça dobló la rodilla (3-2) ante el Benfica. Otra historia.