La hora de la verdad

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Xavi Torres

A los 16 años llega la edad del conflicto, cuando los jóvenes acaban su etapa como jugadores cadetes, cuando el crecimiento físico se da casi por finalizado y cuando la ley permite al futbolista firmar su primer contrato laboral. En resumen, es el momento de la verdad. Es la hora de los representantes, del club, de la toma de decisiones, del principio o el final de tantas carreras futbolísticas. También en el Barça. Y como se ha comprobado, para los directivos y ejecutivos azulgrana este paso se ha convertido en un gran dolor de cabeza.

Hay dos cuestiones a tener en cuenta: a esa edad el jugador queda libre y puede decidir irse o permanecer en el Barça. Puede seguir persiguiendo su sueño de llegar al Camp Nou o, en algunos casos -para los mejores jugadores-, aceptar las ofertas que llegan del extranjero. En ese instante, el futbolista y su entorno se hacen una pregunta: ¿cual es el proyecto deportivo que el Barcelona nos ofrece para el futuro? En caso de que guste, adelante. Firmará un contrato para defender la elástica azulgrana durante las tres temporadas de juvenil (16-17-18 años) a razón de 15.000, 18.000 y 21.000 € por ejercicio (salvo contadas excepciones), con una cláusula de rescisión de 6 millones de euros (todas las cifras han sido renovadas, al alza, esta misma temporada). Si no acepta la propuesta del club se irá a Alemania, Inglaterra o Francia (normalmente) ganando, como mínimo, diez veces más.

Las versiones del Barcelona y de los futbolistas, en este punto, son diferentes. El responsable del área de juveniles, Guillermo Amor, pide paciencia a los jóvenes y a sus entornos. Quiere que entiendan que ir paso a paso es lo mejor, sin prisas, madurando cada instante y aceptando que sea el club quien controle los tiempos de su progresión. Hasta este momento, Amor, Bakero y Segura habían preferido tratar a todos los jugadores por igual y no hacer distinciones, ni deportivas ni económicas, para encarar el futuro.

La fórmula, sin embargo, creó un problema en el Barcelona ya que algunos de los jugadores con más talento  han optado -o lo están haciendo durante estos días- por abandonar el Barcelona. Tras observar la política del Barcelona B  y tras escuchar el plan del club para su carrera en edad juvenil, los jugadores más optimistas intuyen un mínimo de 5-6 años para llegar al primer equipo. Los más pesimistas ya dudan, incluso, de poder llegar al Miniestadi. En definitiva, poca capacidad de seducción para convencer a los jugadores especiales de que vale la pena quedarse, de que les van a preparar un traje a medida con retos individuales (tecnificación para mejorar sus fundamentos, por ejemplo) y colectivos (jugar en categorias superiores a la de su año natural) y, por supuesto, un trato económico preferencial (aunque lejano a las millonarias ofertas que llegan de Europa). Nada de eso ha estado ocurriendo.

En realidad son pocos los jugadores que se van. El problema es que son los mejores. El año pasado Jordi Mboula (19 años) se fue al Mónaco y ya ha debutado en el primer equipo, y Eric Garcia (17), al Manchester City, siendo juvenil de primer año pero jugando con el A e incluso entrenando alguna vez con Guardiola. En enero se fue Sergio Gómez (17), segundo mejor jugador del último Mundial juvenil. Se fue al Borussia de Dortmund y ya ha debutado en la Bundesliga. En el Barça jugaba en el juvenil y apenas disputó 24 minutos en el segundo equipo (justo cuando se negociaba su continuidad). Lo que viene ahora es que la joya de la corona, Robert Navarro (16) se va a ir al Mónaco; Adrià Bernabé (17), otro futbolista diferente, ya ha firmado por el Manchester City, Pablo Moreno (16), por la Juventus y Joel López (16), por el Arsenal. Salvo este último, los otros futbolistas eran considerados apuestas del Barça, todos internacionales con la selección española en categories inferiores. 

Según el club, estos chicos y su entorno priorizan el dinero en un 75% de la toma de su decisión. Según sus representantes, en un 25%. Con proyecto deportivo, cuentan éstos, no habría dudas. Para nadie es fácil cambiar de club, de país, de idioma, de casa... y menos para un chico de 16 años. Todos ellos jugadores especiales, insistimos, sienten que el Barcelona ha equivocado su estrategia. Tratar a todos los jugadores por igual no parece una buena idea viendo la reacción generalizada de los chavales. Si hace cinco años que nadie sigue los pasos de Sergi Roberto y el mayor talento juvenil se marcha, ¿cuántos años más de sequía va a tener que soportar el club (con el problema de equilibrio económico que eso comporta en cuanto a sueldos del primer equipo)? Y un detalle más: ¿no será mejor apostar también en lo económico por los jugadores señalados por el club antes de gastarse, poco después, el dinero en futbolistas mediocres pagados como cracks? En este sentido, no hace falta poner ejemplos...

Ha faltado valentía en la toma de decisiones. Y mensajes más claros. Ante esta situación, sin embargo, Pep Segura acusó a los representantes de pedir de uno a dos millones de euros de comisión para no llevarse a las promesas del Barça. Paralelamente, autocrítica cero. Segura, Bakero y Amor, eso sí, se han apresurado a recordar a los jugadores de la base del Barcelona que aquellos que se vayan ahora no van a volver nunca. Incluso algunos de ellos, tras avisar de que no aceptarían la oferta del club para seguir, han sido castigados sin poder jugar los últimos partidos de la temporada. Sin embargo, esta actitud no se ha aplicado en todos los casos. Curiosamente, el castigo o la vista gorda se ha aplicado dependiendo de si su equipo se jugaba cosas o no.