Historia SPORT

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Henrik Larsson, un regreso a la esencia

Henrik Larsson celebró feliz la conquista de la Champions en París; la imagen lo dice todo

Henrik Larsson celebró feliz la conquista de la Champions en París; la imagen lo dice todo / VALENTÍ ENRICH

German Bona

German Bona

Henrik Larsson fue presentado como jugador del Barça un 30 de junio de 2004. El delantero sueco tenía 32 años y ya era una leyenda en activo cuando se enfundó por primera vez la camiseta azulgrana. Venía de marcar 242 goles en 313 partidos con el Celtic de Glasgow. Se dice pronto.

Pero nadie pudo descubrir en Larsson el menor gesto de divinidad durante su etapa en el Barça. Aceptó de buen grado su rol de suplente de Samuel Eto’o, fichado a bombo y platillo unas semanas después, y pese a ser un recién llegado hizo más vestuario que otros que llevaban mucho más tiempo. Tampoco se inmutó ni se le subieron los humos a la cabeza cuando todo un Ronaldinho le confesó que era su ídolo tras su actuación en el Mundial  1994 con la selección sueca. Al revés, pensaba que el siempre divertido ‘Ronnie’ le estaba tomando el pelo.

Larsson se ganó el respeto de todos ya desde el primer día, cuando entró en el vestuario y espetó a sus nuevos compañeros que por muy buenos que fueran, nunca debían dejar de serlo o llegaría la caída. Pero sobre todo cautivó a una afición tan exigente como la del Camp Nou, que coreaba su nombre y rugía cada vez que salía al terreno de juego. 

La gran final

Henrik jugó 17 partidos en su primera temporada y de ellos solo ocho fueron como titular. Se rompió el menisco y los cruzados en el clásico ante el Real Madrid y siguió sobre el terreno de juego, todo pundonor, hasta que no aguantó más. Se perdió prácticamente lo que restaba de campaña y se quedó en cuatro goles. Mejoró los números en su segundo año, 15 goles en 42 partidos de los que justo la mitad, 21, arrancó desde el banquillo.

Como el 17 de mayo del 2006 que pasó a la historia del barcelonismo. Aquella noche parisina, Frank Rijkaard lo había vuelto a dejar fuera del once. Era su primera final de Champions y sabía que también su último tren, pero ni por esas cambió su manera de ser. Animó a los suyos y cuando le tocó salir por Van Bommel en la última media hora de partido porque el Arsenal iba por delante, el delantero de los 400 goles se vistió de asistente y se los ‘regaló’ a Eto’o y Belletti. Para ellos los honores.

Terrenal en el dolor y la gloria

Larsson había llegado al Barça libre y así se marchó, pese a la oferta de renovación de Laporta. Siempre antepuso a su familia y regresó al Helsinborgs. Su mejor gol fue la sencillez, un perfil bajo aunque seas investido doctor Honoris Causa o recibas la Orden del Imperio Británico. El mismo a quien no le costó reconocer que necesitó ayuda profesional para sobrellevar la muerte de su hermano por una sobredosis.

Personas como Henrik Larsson son las que necesita el barcelonismo y que Koeman haya propiciado su regreso para ejercer de tercer entrenador a buen seguro que no es casual. Además de la innegable experiencia que puede aportar a los delanteros del equipo, aconsejará a los más jóvenes del vestuario, recordándoles en todo momento que el camino es largo, pero vale la pena.